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Bodegón de alimentos descubierto en las nuevas excavaciones de Pompeya. Ministerio de Cultura de Italia

La pizza descubierta en Pompeya... que no es tal

GASTROHISTORIAS ·

Entre los restos de la ciudad destruida por el Vesubio se ha encontrado un fresco que representa un pan plano cubierto de otros alimentos

Ana Vega Pérez de Arlucea

Sábado, 1 de julio 2023, 01:03

Oro parece, plata no es. Lo mismo podría decirse de la noticia gastrohistórica de la semana, que ha despertado el interés de miles de medios de comunicación debido al supuesto descubrimiento de que los pompeyanos del año 79 d.C. comían pizza. No es exactamente ... así, pero casi dos siglos después de la erupción del Vesubio la ciudad romana sigue deparándonos sorpresas culinarias: hace un tiempo hablamos aquí del termopolio o puesto de comida que se había encontrado entre sus ruinas, y ahora las nuevas excavaciones hechas en el bloque 10 del área Regio IX (casi una manzana entera de la vieja Pompeya) han sacado a la luz un fresco en el que parece adivinarse... ¿una pizza?

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Los trabajos realizados en lo que fue una casa junto a una panadería han destapado un panel pintado al fresco sobre fondo negro y que representa un bodegón de alimentos. La pintura recrea una gran bandeja metálica apoyada sobre una repisa y en la que descansan un recipiente con vino, varias frutas amarillas (¿quizás madroños?) y otros alimentos que podrían ser dátiles, higos, almendras y granadas. Pero lo que llama realmente la atención es el elemento que ocupa la mitad izquierda de la bandeja: una especie de disco de color marrón cubierto casi completamente, salvo en sus bordes, por otros comestibles y una hoja de laurel. Su aspecto nos recuerda automáticamente al de una pizza, y por eso mismo este fresco pompeyano ha saltado a los titulares durante los últimos días.

¿Es o no es una pizza? ¿Uno de sus antepasados lejanos, quizá? Quienes refutan la teoría pizzera se han limitado a señalar que hace dos mil años no había en Italia tomates ni mozzarella, sin tener en cuenta que las pizzas que se hacían en Nápoles en el siglo XVIII no siempre tenían queso ni tomate. Se parecían más a una coca que a una pizza moderna y podían llevar ingredientes tan simples como ajo, aceite, hierbas o anchoas, de la misma manera que una focaccia. En la Antigua Roma, igual que ocurría en muchas otras regiones del Mediterráneo, existían numerosos tipos de panes planos tanto ácimos como fermentados.

Todo un símbolo

El pan era el elemento básico de la dieta y aparte de elaborarse con distintos cereales (trigo, espelta, cebada o mijo) podía tener también infinitas formas. Uno de los más sencillos, el panis focacius o pan hecho en rescoldo o cenizas devino en focacia, y ésta palabra a su vez dio pie a la italiana focaccia, a la francesa fougasse (que también es un tipo de pan) e incluso a la españolísima hogaza. También había tortas redondas y duras que se usaban como plato o para colocar sobre ellas alimentos que se ofrecían los dioses, pero normalmente no se comían: precisamente por eso la Eneida de Virgilio incluye varios pasajes en los que se consumen esas tortas o «platos de Ceres» como símbolo de hambre extrema.

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Así pues en Pompeya pudo haber panes redondos –y más o menos planos– sobre los cuales se sirviera comida, pero esos ingredientes de encima no formaban parte de la receta ni se cocinaban en el horno o fogón directamente con la masa de pan (que es lo que sí ocurre en una pizza). Lo que se ve en el fresco probablemente fuera una de esas tortas que se utilizaban como menaje en las ofrendas, ya que la pintura en sí es una xenia (en griego, hospitalidad) o naturaleza muerta que representaba la generosidad del anfitrión respecto a sus huéspedes, como una especie de promesa gráfica de aquello con lo que los visitantes serían obsequiados en esa casa.

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