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Francis Bacon destacaba por su capacidad para aguantar hasta catorce horas de ronda por los bares del Soho de Londres tomando algo más que té con pastas, y también por su prolífica producción. La pregunta que se hacía todo el mundo era tan obvia como ... pertinente: ¿Cómo una persona que ingiere litros de alcohol puede pintar aquellos cuadros grandes y personales, con las figuras deformadas pero escrupulosamente planteadas, más aún sin haber tenido formación artística?
Sólo cabe una respuesta: siendo Francis Bacon. Luego están los detalles, los que cuenta el crítico de arte y amigo del pintor Michael Peppiatt en su libro 'Francis Bacon en su estudio' (editorial Elba).
El artista aducía que la resaca le iba bien para la creación. «Después de una noche de esas, tengo el cerebro que echa chispas», sostenía. «Ni siquiera su médico, un buen amigo que había escudriñado los secretos de su constitución, era capaz de señalar nada más que su resistencia natural y y su capacidad de metabolizar el alcohol con una rapidez extraordinaria», escribe Peppiatt.
Se levantaba a las seis de la mañana, pintaba hasta el mediodía y luego empezaba la ruta por los bares y restaurantes con sus amigos, a los que invitaba con generosidad. «Tienes que ser disciplinado en todo, incluso en la frivolidad», le dijo Bacon al autor del libro. «Sobre todo en la frivolidad», remachó.
Lo cierto es que la disciplina marcaba también su trabajo más serio en el estudio. Nunca entregaba tarde. Cumplía con sus compromisos. Si la idea para uno de sus célebres trípticos funcionaba, se apartaba de su vida disoluta y pasaba alrededor de un mes recluido en su fortaleza.
Nacido en Dublín en 1909, durante la primera etapa de su carrera cambiaba frecuentemente de estudio. Los tuvo en distintas partes de Londres, en Chelsea, South Kensington y Battersea, así como en Montecarlo, Tánger, París y Madrid, donde murió en 1992. Desde mediados de los años cuarenta del pasado siglo, cuando empezó a triunfar, sintió que necesitaba un lugar estable. Gozando ya de una buena situación económica, alquiló un espacio en Crownwell Place, en South Kensington, donde pintó su primera obra maestra, 'Tres estudios para figuras al pie de una Crucifixión'. Se fue a vivir allí con su niñera, más próxima a él que su madre y que su padre militar, que les había abandonado cuando era un niño, y cuya huella fantasmal se encuentra en su interpretación del 'Papa Inocencio X' de Velázquez. Se unió a ellos Eric Hall, que dejó a su esposa e hijos al enamorarse del pintor y que no duró mucho tiempo junto a él.
El artista Graham Sutherland, amigo de Bacon, definió Cromwell Place, en su origen un salón de billar, como «un gran lugar caótico, donde era probable que en la ensaladera hubiera pintura y en la pintura, aliño de ensalada». Cuando su niñera se murió en 1951, Bacon se derrumbó y se fue de aquel lugar.
Cinco años más tarde se mudó a Tánger con su amante Peter Lacy, expiloto de caza que se ganaba la vida tocando el piano en un bar para expatriados. Fue una época conflictiva, en la que Lacy destrozaba los cuadros del pintor cuando se peleaban.
En 1958 la carrera de Bacon dio un gran salto al fichar por la galería Marlborough. Sus exposiciones en la sala londinense le llevaron a tener su primera gran muestra en la Tate en 1962. En su mítico estudio de Reece Mews preparó esta cita, a conciencia y en un completo desorden inmortalizado en numerosas fotos y en la reconstrucción del mismo que hizo en 2001 el museo municipal de Dublín.
Además del espacio para crear, el pintor tenía allí una sala de estar y un dormitorio. «Aparte de una cama marroquí de colores chillones, un elegante inodoro francés de ébano y bronce (que Bacon creía era obra de Boulle) y un espejo de pared con un espectacular roto en forma de estrella, la habitación parecía deliberadamente vulgar y poco acogedora», escribe Peppiatt. Una mezcla de desafío y amenaza como la que inspiraba la propia presencia del artista, añade el autor.
Sin embargo, era su lugar sagrado y no permitía que nadie entrara en él mientras estaba pintando. Pintar era lo único que daba fe para mantenerse en pie.
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