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Iñigo Urrutia
Domingo, 25 de junio 2023
El pintor, dibujante y cineasta experimental José Antonio Sistiaga (Donostia, 1932), último creador vivo del Grupo Gaur, falleció ayer tras sufrir un infarto a los 91 años en su residencia de San Juan de Luz. Fue un autodidacta cuya trayectoria se fraguó en el Museo ... San Telmo, donde copiaba cuadros para aprender técnicas, y se desarrolló durante casi ocho décadas sobre todo a través de la abstracción informal, con referencias constantes a la naturaleza.
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Su amigo el historiador del arte Jean-Michel Bouhours, comisario de la retrospectiva 'De Rerum Natura' que le dedicó en su ciudad la sala Kubo Kutxa el año pasado, describió su trayectoria como «un camino que se origina en el paisajismo, así como un estilo inspirado del impresionismo y que, poco a poco, va buscando una dirección pictórica inédita: una pintura pura que cuestiona el principio de la reproducción de la realidad a través de la imagen». Un tránsito de la figuración al informalismo y a la abstracción y la búsqueda incensante de un lenguaje propio.
En su paleta de creaciones figuraban lienzos de contundentes pinceladas y delicadas tintas de inspiración oriental, e incluso pop-art. En su primera etapa, entre 1955 y 1961, Sistiaga residió en París, de donde regresaba fugazmente a su hogar en Igeldo antes de marchar a Ibiza con su esposa y sus dos primeros hijos. Es una etapa de intensa creatividad informalista y acentuada carga espiritual, tendencia que combinará a su vuelta a San Sebastián con paisajes más clásicos, imbuidos de influencias de los post-impresionistas, el simbolismo y Kandinsky.
Ya asentado en San Juan de Luz, a mediados de los años 60 es cuando impulsa diferentes proyectos artísticos, como el Taller de Libre Expresión para niños en Donostia -una de sus preocupaciones fue enseñar a los pequeños a expresar su dimensión creadora- al alimón con Esther Ferrer, a la vez que esboza los principios que guiarán el movimiento vanguardista del Grupo Gaur.
Será en esos años cuando también comience su pasión por experimentar con el cine pintado. Fruto de sus tentativas fue 'Ere erera baleibu izic subua aruaren' (1968-1970), el primer largometraje pintado directamente sobre película de la historia del cine. El título, una frase sin sentido que imita el sonido del euskera e ideada por su amigo Rafael Ruiz Balerdi, fue renombrado posteriormente como 'De la Luna a Euskadi'.
Sistiaga comenzó a pintarlo en 1968 y la tarea le llevó diecisiete meses, con jornadas de 10-12 horas «alimentándose de yogur». El resultado es una película de 75 minutos de duración y 108.000 fotogramas pintados uno a uno. «Un viaje meditativo casi infinito al corazón del vacío y de la materia, que convoca desde lo infinitamente pequeño hasta lo infinitamente grande», en palabras de Bouhours.
Sistiaga también pintó otros filmes como el proyecto fallido 'Izadiaz' (1988), 'Impresiones en la alta atmósfera', dedicada a Van Gogh; 'Paisaje inquietante-Nocturno' (1990-91), dos obras concebidas como positivo y negativo, y dedicadas a Remigio Mendiburu; 'En un jardín imaginado' (1991), con transparencias pintadas y filmadas en un banco de animación; y 'Han (sobre el Sol) (1992), que describe en siete minutos la vida y muerte de una estrella a través de 10.080 imágenes. Con una cámara de 16 mm que le regaló la poetisa Blanca Calparsoro, el artista rodó tres películas figurativas: 'Laztanak' (1970), 'Ana' (1970) y 'Encuentros de Pamplona' (1972).
El empresario y mecenas navarro Juan Huarte, que financió su primer largometraje, le encargó una obra de gran formato para el edificio Torres Blancas en Madrid, diseñado por Sáenz de Oiza, lo que supuso su retorno a la pintura al óleo. Un regreso que no arrumbó su vocación por la experimentación.
En adelante sus creaciones pictóricas se orientarán a obras gráficas de un lenguaje minimalista. La presencia humana, prácticamente desaparecida a lo largo de toda su trayectoria artística, asomará en la serie 'Suite érotique', unos dibujos realizados rápidamente, con la vista fija en la modelo y sin mirar el papel. En su última etapa creadora, Sistiaga había enfocado su trabajo en la serie 'Velocidad, luz, color: un solo gesto, tres resultados diferentes', la más prolífica de toda su carrera: cientos de pinturas al óleo sobre cartón.
Las retrospectivas y homenajes se habían sucedido en los últimos años: en el museo Oteiza (2015), Festival Punto de Vista en Pamplona (2018), en la sala Menchu Gal de Irun, (2020), Kubo Kutxa (2021), Museo Reina Sofía (2022). En abril del año pasado acudió a la exposición conjunta de Chillida y Oteiza y el pasado jueves asistió a la apertura de la muestra de la colección del Museo de Bellas Artes de Bilbao en Tabakalera. «No tengo la menor idea de cómo se me recordará y tampoco me preocupa», declaró en su última entrevista, concedida a este diario. Lo cierto es que ayer se sucedieron las muestras de condolencia, entre ellas la del director del Museo Oteiza, Juan Pablo Huércanos, que recordó a Sistiaga como «gran artista y compañero de Oteiza en muchas de las iniciativas culturales que construyeron país».
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