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Cuando a Álex Gerediaga le dieron a elegir en el Teatro Arriaga de Bilbao si prefería dirigir cantantes o actores, él lo tenía claro. «Lo mío siempre ha sido el cine». En la segunda cuestión sí que ya no tuvo opción. El encargo era adaptar al teatro una película de John Cassavetes. Rebuscando en su filmografía, encontró el filme perfecto y presentó su propuesta para llevar a las tablas 'Opening Night'. «Fui con el guión medio escrito y al final me pidieron que lo dejara e hiciera 'Faces'». Hoy, tras una ardua tarea para hacerse con los derechos y una pandemia de por medio, por fin su 'Faces' llega a Vitoria, al teatro Félix Petite (centro cívico Ibaiondo) este sábado a las 19.30 horas.
La película que tuvo su estreno en las salas en 1968, fue un antes y un después en la historia del séptimo arte. «Era la época de las grandes producciones de Hollywood» y, en lugar de hacerse con un gran presupuesto, Cassavetes decidió rodar todo en su casa con sus amigos y hacerlo cámara al hombro. Entonces toda una afrenta. Una película capaz de meterte en un «alubión de emociones», apreció el actor Txubio Fernández de Jaúregui, en gran medida, describió, por el ritmo frenético con el que la cámara se mueve por la escena y, sobre todo, por esos primeros planos. «La cámara está tan encima de los personajes que te genera una inquietud y una zozobra...».
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Un intento, dice, por «desenmascarar» a unas personas bajo cuyos rostros se oculta una «constante insatisfacción». «La obra trata del vacío emocional de unos personajes de clase alta de los años 60. Del agotamiento del sueño americano y del desgaste que sufren las parejas al cabo de los años», abundó el director de la obra. Un ejemplo que se hace palpable en el mismo personaje que interpreta el propio Fernández de Jaúregui, un empresario de éxito que, ya mayor, se da cuenta de que «una vez tengo dinero, ¿qué me queda para ser feliz? ¿una casa grande, una mujer loca y un hijo con zapatillas de tenis?», recitó de memoria el actor.
Todo un cúmulo de conflictos internos que, asume Gerediaga, es difícil de llevar a escena sin esa prodigiosa cámara. «En algunos momentos se pondrán grabaciones de algunas de las escenas para acercar las caras de los personajes», adelantó el director «como manera de hacer justicia a la 'peli'». «Creo que, visto el resultado, la obra de teatro es más amable que en el cine. En lo formal se queda algo coja sin la cámara, pero los personajes están ahí muy bien representados», analizó Gerediaga, que invitó a los vitorianos a hacer el ejercicio de comparar ambos formatos.
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