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El covid sigue haciendo de las suyas en el mundo de la cultura. Los profundos cambios que impuso la pandemia en el consumo de productos culturales han tenido notables consecuencias en el sector en Euskadi durante el año que ahora acaba, llamado a ser el ... de la recuperación de la normalidad. Según el balance ofrecido ayer por el Gobierno vasco, hay una nítida diferencia entre los espectáculos celebrados al aire libre y los que no. Los primeros, como festivales, conciertos y festejos populares, cierran este 2022 con un auténtico «éxito» de espectadores.
Sin embargo, el público no se ha sumado con el mismo entusiasmo a las actividades organizadas «en espacios cerrados» . Más bien al contrario, alertó Bingen Zupiria. El consejero de Cultura remarcó que esos eventos en interiores no recuperan todos los usuarios perdidos y las taquillas se resienten. «No se ha conseguido volver a los datos de 2019», anteriores al coronavirus, advirtió. Entre otras actuaciones de las que recelan los vascos, señaló «el teatro, el cine, los conciertos de orquestas sinfónicas, la ópera, la danza y las corales» como las más damnificadas.
Probablemente, por el temor aún al contagio, pero también por la incapacidad manifiesta de algunos de estos eventos para atraer a aficionados más jóvenes y porque seguramente todavía hoy prevalecen formas fáciles de disfrutar de la cultura adoptadas durante el obligado confinamiento como es el caso de las plataformas digitales, que ofrecen un amplísimo catálogo cinematográfico desde el salón del casa. Todo ello llevó a Zupiria a expresar su profunda «preocupación» por la situación cultural vasca ante el reto de lograr una remontada completa, sin que ninguna oferta se descuelgue.
Se trata de «un fenómeno que también se produce» en otros países, incluidas otras comunidades autónomas Así lo ha podido constatar el titular vasco de Cultura en sus conversaciones con otros homólogos, entre los que citó a los de «Cataluña, Flandes y Quebec». Para apoyarse en datos, se hizo eco de la última foto ofrecida por la SGAE, correspondiente al conjunto de España en 2021, ejercicio afectado aún por las restricciones: el sector cultural perdió ese año un 60% de público y recaudación respecto a 2019 en líneas generales.
En el caso de las salas cinematográficas, el bajón es «enorme», según declaró Zupiria en la comisión de Cultura celebrada este miércoles en el Parlamento vasco. La caída de la asistencia y la taquilla ronda el 60% entre ambos ejercicios, pese a la progresiva recuperación registrada en los últimos doce meses en esa industria.
En Euskadi, los cines también se resienten al igual que otros espectáculos que se celebran «en espacios cerrados», matizó el gestor cultual. Aunque no ofreció datos actualizados sobre el desplome, dio ejemplos concretos de eventos que no remontan y no son capaces de pasar la página del covid. Uno es el Zinemaldi, que en su última edición de septiembre recuperó la normalidad en su desarrollo. Pero no así en sus butacas y cuentas. El número de asistentes descendió un 5% con respecto a 2019, mientras la recaudación llegó a 935.545 euros frente a los 950.344 euros de hace tres años, según el balance oficial del festival internacional. La Quincena musical de Donosti parece ir por el mismo camino –«no se vendieron las entradas esperadas»– y la Euskadiko Orkestra sigue sin recuperar sus mejores notas, apuntó Zupiria.
En una velada alusión a la ópera, cuya temporada vive en Bilbao tiempos complejos por la falta de una estabilidad financiera en un presupuesto al albur de las subvenciones anuales de la Administración pública, el consejero de Cultura resaltó que el número de personas abonadas «ha bajado». La ABAO ha perdido más de 700 socios como consecuencia de la crisis sanitaria y económica del covid –se ha quedado en unos 3.200, la mitad de los 6.550 que había en 2004–. Por tanto, el recorte no sólo es por efecto de la pandemia. De forma paralela, Zupiria destacó que la compra de entradas de última hora «se extiende cada vez más».
Para buscar un revulsivo, Cultura ha puesto en marcha varias campañas especiales de ayudas que incluyen a las diputaciones. En el otro lado de la moneda, Zupiria subrayó la temporada estival, en la que destacó las 226 sesiones de bertsolarismo –un 46% más que la precedente– «Las actuaciones en la calle se han recuperado y la respuesta del público ha sido exitosa», se congratuló.
I.ESTEBAN
El Estatuto del Artista tiene como objetivo establecer una definición legal del creador y de clarificar y simplificar sus cotizaciones tributarias, de modo que puedan servir también para contribuir a sus pensiones, entre otros aspectos. Desarrollarlo y ponerlo en marcha fue uno de los primeros objetivos del Departamento de Cultura en esta legislatura, y por él le preguntó el parlamentario de EH Bildu Josu Estarrona ayer en la comisión.
«Estamos muy cerca de crear un marco de fiscalidad específico para los creadores vascos. Tenemos que poner de acuerdo a las tres diputaciones y que luego lo aprueben las Juntas Generales de los tres territorios», explicó el consejero Bingen Zupiria.
Su consejería está trabajando en la elaboración de un censo de creadores para que ingresen en él los profesionales que cumplan una serie de requisitos y se puedan acoger a la fiscalidad especial. Han concluido ya una guía de contratación con mucho detalle para que «los acuerdos laborales en este ámbito cuenten con unas condiciones justas en cada caso».
Competencias
Al primer turno de preguntas respondió el viceconsejero Andoni Iturbe. Incidió en que su departamento «estaría en condiciones de alcanzar un consenso con las diputaciones a principios de año». También recordó que Euskadi tiene transferida la competencia de inspección laboral pero no las relativas a la Seguridad Social, un aspecto clave en el Estatuto del Artista.
El Gobierno de Pedro Sánchez está trabajando en el suyo propio dentro de una comisión interministerial. Según dijo la directora general de Industrias Culturales, Adriana Moscoso del Prado, en Bilbao el pasado octubre, el Estatuto del Artista en España debería entrar en vigor antes de que acabe 2023, porque se inscribe en el Plan de Recuperación, que finaliza ese año. Las comunidades autónomas tendrán que cumplir con la regulaciones respecto a la Seguridad Social que salga de esa norma.
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