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El Gobierno central calcula que 70.000 profesionales mejorarán su protección social con las medidas del Estatuto del Artista que acaba de aprobar. El Real Decreto-ley 1/2023 contempla una prestación especial por desempleo que por primera vez reconoce algo tan cotidiano para el ... sector como la intermitencia, esa cuota de bienestar que depende del número de bolos cada mes. Se rebajan las exigencias de manera que, con 60 días cotizados por actividad artística en el último año y medio, los trabajadores pueden cobrar cuatro meses de paro.
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También tienen otra vía de acceso, si acreditan 180 días de alta en la Seguridad Social (antes 360) en los seis años anteriores.Esta prestación se puede solicitar desde el 1 de julio y en abril entra en vigor otra medida muy esperada. La pensión de jubilación se hace compatible al 100% con la actividad artística. No solo con los derechos de autor, una batalla que lideró Javier Reverte, sino también con conferencias, actuaciones, dirección artística y otras tareas. Entre los 70.000 beneficiarios potenciales hay un grupo importante de autónomos y para ellos se ha aprobado una cotización reducida, pero solo si sus ingresos no superan los 3.000 euros al año. El Estatuto del Artista es una sinfonía inacabada que suena bien, pero requiere un mayor desarrollo para adecuarse a la complejidad del sector. Así lo creen los profesionales consultados, que esta vez ponen el foco en el día a día de su oficio.
Es un paso de gigante, la mejor noticia que hemos recibido desde que en los 70 la huelga de actores consiguió el día de descanso semanal», asegura Lander Otaola. Sin embargo, no olvida que en el gremio «hay auténticos dramas». Después de la pandemia, la tasa de paro «se ha elevado al 97%. Solo el 3% se dedica continuamente a esto y el resto lo alterna con otras tareas». Él lleva quince años «y nunca he trabajado de otra cosa. Ahora mismo estoy cobrando el paro. Esta semana se interrumpe porque tengo ensayos y una grabación y luego vuelvo, siempre es así. Cuando actúas los fines de semana, de lunes a jueves cobras el paro, lo combinas para llegar a fin de mes». Pura intermitencia. También reclama más protección para los autónomos, «los que peor lo pasan».
Llevamos mucho tiempo detrás de este tema. A raíz de la pandemia se ha empujado más y se van consiguiendo cosas, pero queda camino por recorrer». Adriana Bilbao pone como ejemplo a los artistas franceses (el país en el que se inspira la regulación de la intermitencia). «Se sienten mucho más seguros, si pasan dos o tres semanas sin bolos no están con el agua al cuello». Ella creó su compañía de danza en 2019. «Quiero hacer las cosas bien, levantarla sobre una base sólida». Es autónoma y contrata para cada espectáculo. «Algunos también son autónomos, a otros les damos de alta». En su opinión, «habría que rebajar las cuotas para un grupo mayor, no solo para los de muy bajos ingresos. Es bueno lo que han hecho, pero hay que seguir profundizando».
Yo empecé muy joven en esto de la trikitixa y, aunque lo quisieras hacer legal, tú ibas a una gestoría y no sabían cómo darte de alta por un día, en qué epígrafe ponerte», cuenta el líder de Korrontzi. «También es cierto que hace 20 o 25 años se cobraba muy poco y te costaba más pagar a la Seguridad Social que lo que ibas a obtener de ese concierto. En el mundo de la música había mucho pirata y en los conciertos pequeños de bares sigue habiendo problemas, yo he ido avanzando y ahora puedo tocar en condiciones dignas». Con el Estatuto del Artista «habrá más gente que se pueda dedicar a esto profesionalmente. En Iparralde ya existía lo que han aprobado, por cada día de concierto tenías dos de paro, y había gente de San Sebastián que se empadronaba allí por eso». Estas mejoras «hacen que el músico sea más profesional».
Las medidas que se han adoptado son buenas, aunque solo cubren una pequeña parte de las mejoras que quedan por realizar y en la práctica no afectan de igual manera a todos los profesionales», dice Alaine Arzoz, miembro del sindicato Teknikariok. «En el caso de los técnicos queda por aclarar cuándo sus actividades quedan dentro del ámbito de la cultura y cuándo no, y por tanto cómo se les va a aplicar el Estatuto del Artista». Por ello cree que las comisiones que se van a constituir para abordar los temas pendientes deberían contar «con la participación directa de las 'personas que realizan actividades técnicas o auxiliares necesarias para el desarrollo de dicha actividad', como se nos denomina en el Real Decreto. Que no se acuerden de que existimos solo para las fotos».
Daniel Garay es percusionista y se ha especializado en música barroca. También toca la batería, pero «en el rock se cobra menos y todo el mundo da clases». El caché de la música antigua le permite vivir de los conciertos, «de 20 a 50 al año. En mi mundo muchos somos autónomos, pero depende de con quién trabajes. Yo mezclo regímenes», explica. «Cuando te contratan, te dan de alta el día que pisas el escenario». Si incluyen los ensayos, «o se cobra muy poco o se dispara el coste de la producción». El Estatuto del Artista «mira a Francia», donde él trabaja a menudo. «Allí tienen red, aquí hay que capear el temporal». Un compañero de piso, «bateria y percusionista de flamenco de gente muy potente, en la pandemia estuvo con 0 euros entrando en casa y un niño de 10 años. Ese fue su percal».
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