Imaginen un lienzo en blanco. Pónganse en que ese lienzo es tridimensional y que hay un público impaciente por ver qué personajes aparecerán en él y con qué obra les van a deleitar los próximos sesenta minutos. Por mucho que se imaginen, les costará hacerse ... una idea de lo que la reflexión creativa de la compañía Kukai Dantza Taldea, de Jon Maya, supuso para los espectadores que ayer llenaron la sala Almudena Cid del Palacio Europa de Vitoria.
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Los organizadores del XIX Congreso de Estudios Vascos de Eusko Ikaskuntza ya lo habían avisado: «Si solo puedes venir un día, resérvate el jueves entre las dos y las tres de la tarde», advirtieron a la prensa hace unos días. No exageraban. Lo de Kukai fue como entrar en un sueño perfectamente coordinado, en el que escenas de la variada historia del pueblo vasco se intercalan a través de la danza, la txalaparta, el rap, los trajes típicos del folclore vasco y un sinfín de referencias al valor de la lengua, la importancia de continuar transmitiendo esta cultura y el amor por la diversidad.
Academia de los Pueblos Pequeños (9.15 h.). Joseba Bergaretxe y Ion Muñoa hablarán sobre el equilibrio territorial.
Cómo fortalecer la participación ciudadana (11.00 h.). Conferencia de Cristina Lafont, de la University of Northwestern.
Presentación de las conclusiones (13.15 h.). Los ponentes hablarán sobre los pasos hacia un pacto sobre territorialidad.
La jornada de este jueves estaba centrada en los temas sociales. Hubo conferencias y mesas redondas, y esta obra interdisciplinar que ofreció otra perspectiva. A través de un lenguaje original, que sin duda logró su propósito de invitar a la reflexión, pudieron verse sonrisas y lágrimas, y más de un brazo extendido con la piel de gallina como bandera. La de Jon Maya y su equipo fue una constante metáfora en movimiento, en la que se intuyeron las fortalezas y debilidades del pueblo vasco, así como las épocas más dolorosas de esta historia y también las más alegres. En cualquier caso, el objetivo de este espectáculo era hacer pensar a la audiencia y, al no estar nada cerrado, cada uno de los asistentes fue libre de sacar sus propias conclusiones. Los raperos La Furia y Odei Barroso fueron los encargados de inaugurar esta fiesta de las artes, maridada con una buena iluminación y una equilibrada combinación de instrumentos tradicionales y clásicos como el salterio, la txalaparta, el violín y el txistu.
Asimismo, en los tres escenarios repartidos por el local hubo bertsos y hasta danzas mudas (en ese momento no sonaba música alguna), con las que los dantzaris llevaron al auditorio a sentirse en la cuerda floja, tal vez emulando los momentos más delicados por los que han pasado el euskera y la cultura vasca a lo largo de la historia. También se pudo ver flamenco, al bailarín con síndrome de down Xabier Solano Garmendia moviéndose al ritmo de una preciosa canción en euskera, y a la actriz Edurne Azkarate preguntándose en voz alta «¿qué sentido tiene ir por el sendero cuando tenemos la autopista a nuestro alcance?».
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Por si fuera poco, los bailes simultáneos de artistas de cuatro generaciones incitaron a pensar una vez más en la importancia de la transmisión cultural, e intérpretes y asistentes acabaron haciendo una cadeneta mientras tarareaban una canción que les hizo sentirse parte de la «comunidad», a la que tanto se hizo referencia durante el espectáculo. Sin duda, un ejemplo más de todo lo que 'nos une', como dice el lema de esta edición.
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