![Cuando el espectáculo empieza mal](https://s3.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/201810/20/media/cortadas/combo-cultura-kjEG-U601300484046FLC-624x385@El%20Correo.jpg)
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TERESA ABAJO
Sábado, 20 de octubre 2018, 16:00
El peor final para un espectáculo no es una escena trágica o una mala crítica. Cuando todos salen perdiendo, desde el promotor al público, es cuando no llega a despegar, aunque a algunos artistas les duele más actuar en una sala casi vacía. En Bilbao ... se han anunciado ocho cancelaciones en el último mes, desde los niños que se quedarán sin ver 'Madagascar', que iba a ser la estrella de la programación navideña en el Euskalduna, hasta los fans de M.I.A. que durante seis días se ilusionaron con verla actuar en el BEC durante el BIME. Solo en la última semana se han encadenado tres malas noticias. La suspensión del concierto de Michael Nyman en el Euskalduna ya es definitiva. La cantante y presentadora Maika Makovski no podrá cantar hoy en el Kafe Antzokia porque los médicos le han ordenado reposo absoluto de la voz. Y ayer se anunció la anulación del concierto de La Banda Trapera del Río, símbolo del rock quinqui de los 70, previsto para el 27 de octubre.
Los artistas también se ponen enfermos, pero a veces las cancelaciones ocultan otro telón de fondo. La venta por internet permite tomar el pulso a las ventas y hacer números. «Yo entiendo que un productor que va a perder dinero decida suspender una función», dice María Díaz, jefa de prensa de varios grupos teatrales. «Antes las compañías cobraban su caché, pero ahora muchas van a taquilla y el 60% de diez entradas no es nada». Ella cree que, dejando aparte los imponderables, de las cancelaciones «tenemos la culpa todos. A veces falta coherencia en la programación, hay una cosa buena rodeada de otras malas y la gente no se fía. También falla la promoción, no se informa con tiempo y los medios no nos hacen caso si no hay nombres conocidos. Se dejan de lado espectáculos fantásticos». Ocho casos en un mes es un dato llamativo, aunque las fuentes consultadas no creen que marque tendencia. Es un riesgo del que nadie está libre y que promotores públicos y privados afrontan de distinta forma.
Como teatro público, el Arriaga no cancela una función por escasas ventas. «Ni aunque fueran diez personas, que afortunadamente no nos pasa», declara su director gerente, José Ignacio Malaina. Por enfermedad de Adolfo Fernández ha habido que renunciar, de momento, a 'La soledad del ángel de la guarda'. La producción de 'El ángel exterminador', dirigida por Blanca Portillo, «era técnicamente imposible de adaptar al Arriaga» y, aunque existía un contrato firmado, los dos teatros llegaron a un acuerdo. Solo una vez se ha cobrado una indemnización, por la ópera de Haydn 'El mundo de la luna', con dirección escénica de Emilio Sagi en 2013. No se suspendió, pero una huelga de la Orquesta de Navarra obligó a representar solo con piano la segunda función.
David Verdaguer, que ganó el Goya al mejor actor de reparto por 'Verano del 93', y la cantante Carmen París faltarán a su cita con el Campos, de titularidad municipal pero gestión privada. «Cancelaciones ha habido siempre y por motivos absolutamente diversos», afirma el responsable de programación, Jorge Culla. Desde «problemas de agenda» porque a los actores les cambian las fechas de un rodaje hasta fracasos económicos. «Podemos no ganarlo, pero perder dinero... mejor cancelar que hacer agujeros a nadie». Es importante conocer el medio «y saber con quién trabajas», aunque nadie tiene la clave que garantiza el éxito de un montaje. El cobro de indemnizaciones «depende de la negociación entre artista y productor. Hay promotores que a algunos actores los tienen en la lista negra. ¡Este me hizo una faena...!» Aunque quizá estén condenados a entenderse. Recuerda una anécdota de José Tamayo cuando montó 'Muerte de un viajante' con Agustín González. «Acabaron a bofetadas. Al terminar la gira, se despidió de él y dijo: Nunca más vuelvo a trabajar con este... hasta que le vuelva a necesitar».
Del cartel del Euskalduna se han caído un artista de tanto prestigio como Michael Nyman y un musical infantil que ya había vendido mil entradas para Navidad. «A nosotros nos alquilan el recinto y el riesgo lo asumen los promotores», señala el director, Andoni Aldekoa. Pero siempre imponen una penalización «porque nuestros clientes salen perjudicados y nuestra marca, también». Cree que el aumento de cancelaciones «puede ser fruto del incremento de la oferta de actuaciones en vivo, por la bajada del IVA y la mejora del ciclo económico. Quizá la demanda no crece tanto y eso afecta a la viabilidad de los espectáculos». Llevar de gira un musical de la Gran Vía madrileña como 'Madagascar' «tiene un impacto económico muy alto».
El director de Last Tour, Alfonso Santiago, asegura que el número de cancelaciones ha bajado mucho desde el año 2000 por la «mayor profesionalización en la industria. Antes había más casos por cuestiones técnicas, ahora los conciertos vienen mejor armados». El riesgo aumenta cuando tienen más de un show en una noche, «y en música electrónica recorren hasta tres ciudades». Otras veces pasan «cosas extrañas» como la de M.I.A., que días después de presentarse como la última gran incorporación al BIME anunció que dejaba la música. Había poco tiempo y cerraron el cartel «con cosas que ya estaban previstas. Los festivales funcionan como un bloque y la oferta es suficientemente atractiva». Santiago asume que ante una suspensión «no existen grandes salidas. Se pierde tiempo, trabajo y dinero por todas las partes». Los seguros «están sobre todo para resarcir al cliente».
José Pascual, 'Spasky', lleva treinta años en el negocio y solo ha lidiado con una gran cancelación. Enorme. La de Rolling Stones en San Mamés en 1998, con 40.000 entradas vendidas, por una laringitis de Mick Jagger. «La devolución fue ágil, pero me dejó muy tocado. Ya no escucho a los Stones». La buena noticia es que «ahora el volumen de conciertos es inmenso y no hay más cancelaciones». Ni siquiera en el BBK Music Legends, «que podría ser más propenso» por la edad de los artistas. Los seguros les conocen bien, «saben que hay algunos con más riesgo que otros» y tienen en cuenta si hay antecedentes como en el caso de David Guetta, protagonista del plantón del verano en Santander.
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