La bailaora Adriana Bilbao frente a la grúa Carola en el Día Internacional de la Danza 2019. luis ángel gómez

El eslabón más débil de las artes escénicas

Danza. Bailarines que no pueden ensayar y compañías cuya economía ya era frágil antes de la pandemia se enfrentan a la incertidumbre

Martes, 21 de abril 2020, 01:23

El 9 de marzo, la bailaora Adriana Bilbao estaba trabajando en Donostia, en dFeria. Volvió a Madrid, donde vive, y cuando empezó a hablarse del confinamiento no tuvo que pensárselo mucho: se quedaba allí para no poner en riesgo a nadie de la familia aquí. « ... Había estado con mucha gente en Donosti y mejor no moverme», dice ahora desde ese espacio de poco más de 20 metros cuadrados en que vive. Cada día, en horas y con duración variables, dependiendo del humor, despliega en su vivienda su tabla de madera adaptada de un metro cuadrado, «que tiene una tapa que sirve de sordina para no molestar a los vecinos», y hace la tabla de pies. «Giros no puedo hacer, no tengo sitio». En otros momentos del día sigue gracias al móvil las instrucciones de su hermano, que tiene un par de boxes de crossfit en Bizkaia. Es lo único que puede hacer para seguir ensayando hasta «que nos den vía libre y podamos volver a los lugares de ensayo».

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La situación de Bilbao no es única, es la que viven creadores del mundo de la danza, confinados como toda la población y sin posibilidad, en muchos casos, de mantener sus rutinas. Si el salón es grande, retiran muebles y se estiran mejor. Chey Jurado y Akira Yoshida, ambos bailarines de danza urbana, muestran sus nuevas maneras de ensayar en sus redes. Compañías y escuelas de ballet están utilizando esta herramienta también para acompañar a sus miembros y alumnos en estas largas horas, al menos con ejercicios de barra. Y luego habrá quien cuente con un buen jardín para salir a saltar o un techo alto y pareja para los portés, pero para gran parte del colectivo, eso es un sueño.

Hablamos, como recuerda Ana López Asensio, directora del Teatro Barakaldo y miembro de las comisiones de danza de la red Sarea y de la red estatal, de un sector en el que la precariedad es muy habitual. Compañías de una o dos personas, en las que quien idea, baila, comunica, gestiona y lo que haga falta es la misma. «Lo primero que nos viene a la cabeza es que la danza ya es dentro de las artes escénicas el eslabón más débil». La misma idea la tenía Luque Tagua, de La Fundición, justo cuando se anunció el cierre de los espacios de exhibición. «Hay compañías muy frágiles, vamos a tener que estar muy encima para intentar amortiguar el golpe». De vulnerable habla la bailaora, y de «intentar perder lo menos posible».

Aplazado y suspendido

Lo que comparte López Asensio es que la pérdida de dos o tres bolos puede significarlo todo en la trayectoria de muchos artistas. «Va a ser un agujero tremendo para muchas compañías, que a menudo con un bolo solo llegan a cubrir gastos». Tienen planes de amortización a muy largo plazo, obtienen beneficios «ridículos» y «es posible que algunas personas decidan desviar el esfuerzo a otra parte de su faceta creativa».

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En La Fundición y en el Teatro Barakaldo intentan ya encontrar huecos a todo lo aplazado, pero aplazado a veces va a significar suspendido este año. «En teatros entre pequeños y medianos, que cierran programación a tres meses, podrán recuperar piezas después del verano; por ejemplo, las de mayo se verán en octubre», explica López Asensio. Habla de mayo porque «los teatros fuimos los primeros en cerrar y seguramente seremos los últimos en abrir, antes habrá un partido de fútbol, y está por ver que la gente tenga ganas de encerrarse en una sala cuando lo hagamos». En cuanto a los de aforo más grande, el hueco no llegará hasta el año que viene. «Se programa a un año. Y eso limita mucho la maniobra a la hora de intentar encontrarles nueva fecha».

Residencias, festivales, todo está parado. Las salas de ensayo cerradas. «Es un efecto dominó. Va a ser algo que tendremos que ver a largo plazo. Y eso si no se desvían recursos de la cultura a otras medidas sociales urgentes», continúa la directora del Teatro Barakaldo. «En los próximos meses vamos a tener que estar dando la tabarra mucho más que de costumbre sobre las artes en vivo».

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La Fundición hace memoria hasta la reapertura

La sala está cerrada físicamente, pero el espacio virtual ayuda a pasar el rato y a hacer memoria hasta que pueda retomar la programación intentando «encajar a lo largo de la programación del 2020» a las compañías que no hayan podido actuar tal y como estaba previsto. Así que La Fundición empezaba hace unos días a echar la vista atrás y a ofrecer en su web información sobre los artistas y las obras que se han podido ver en ella en sus casi 35 años de existencia. Quieren «seguir compartiendo danza y teatro» con su público, y de paso recordarles los nombres de esos artistas que, en un futuro, volverán a recalar en la sala de Deusto. La semana pasada actualizaron la información con el Premio Nacional de Danza 2014, Daniel Abreu, y la anterior recordando las actuaciones del vitoriano Damián Muñoz.

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