La «escultura pictórica» de Izaskun Alonso

Este nuevo conjunto de Alonso se erige como una gran obra de carácter interdisciplinar, «una escultura pictórica» multiformato compuesta por una pintura –germen original del resto de la colección–, varios lienzos con estampados digitales y una gran moqueta, papel de pared y cojines, también decorados con motivos diseñados por la propia artista. «El objetivo era por medios gráficos, hacer una instalación que permita al espectador entrar dentro de una pintura».

Entre estas ornamentaciones destacan, por un lado, las destinadas a la alfombra y los muros que surgen de un proceso creativo puramente pictórico. «Normalmente me ponga delante del cuadro y pinto sin parar. Luego muchas veces unas cosas son tapadas por otras. Pero voy registrando fotográficamente el proceso», describe Alonso.

Por otra parte, la también profesora de diseño gráfico empleó algunas maquetas tridimensionales para generar otro tipo de estampados. Uno de ellos, el propio plano de Espazioa. «Los he salteado en diferentes perspectivas para generar un motivo que se repite». Así se puede ver en tres cuadros y una silla que ella misma ha forrado y en la que, dice, «sí, la gente podrá sentarse»

Pues, como ella entiende, su arte «está pensado para ser habitado». «La moqueta también se puede pisar porque está hecha de un material pensado para que el zapato no manche y, por supuesto, los cojines también se pueden tocar. Todo está hecho para invitar al juego», abunda.

Un arte que, al mismo tiempo, también emplea para introducir alguna pequeña reivindicación, pues ese otro 'espacio' que usa para generar su segundo estampado no es otro que uno de sus sueños aún no cumplidos. «Es el plano de la futura Casa de Cultura de Llodio. Ahora dicen que puede que la terminen en 2026. Pero, bueno, soy positiva», dice la pintora ayalesa esperanzada.

Mientras concluye su tesis doctoral sobre las sinergias que existen entre pintura y escultura, Alonso se muestra desde las aulas preocupada por la escasa capacidad de gestión de la libertad –en el sentido artístico de la palabra– que aprecia en sus alumnos. «Se frustran porque vienen de un sistema educativo en el que se premia la obediencia. El paso a ser libres les cuesta porque tienen miedo a sacar mala nota y a no a acertar. Como si tuvieran que hacer un cuadro para mí y no se trata de eso».

Asimismo señala que los jóvenes, pese a que tienen acceso a más recursos para aprender, no toman buenos ejemplos. «En mi época teníamos los libros o ir a ver Arco en Madrid. Ahora empiezan a coger referentes en Instagram que no son los idóneos. Muchas veces se lo digo con el tema del manga. ¿Qué tenemos que hacer nosotros con todo lo que ya hacen los orientales? ¿Sabemos tanto de manga como para darle una vuelta y mejorarlo?».

– ¿Y realmente saben?

– No, pero es igual. Creo que se conforman con poco. No son ambiciosos. Ahora parece que manda más el mercado que antes. Antes hacíamos por hacer, para disfrutar y sin intención de vivir de ello. Ahora ellos tienen multitud de ferias de dibujo, pero luego vas y nadie hace nada diferente. Van a lo seguro, a lo que saben que sus acólitos van a comprar.

Una tendencia que, asegura, solo se puede revertir de una manera. «Hay que explorar no solo en la temática, también técnicamente. Hay que buscar tu espacio, tu firma de autor. Lo que solo tú sabes hacer».