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«No está preparada. Hay que entrenarla como a un perro. Necesita trabajar, trabajar, trabajar... hasta que no pueda mantenerse en pie». Es uno de los muchos comentarios que ponen los pelos de punta en el documental 'Over the limit' (Más allá del límite), de ... la joven realizadora polaca Marta Prus. Dura poco más de 70 minutos y no tiene nada de ficción, teatralización o cursilería. Es la realidad sin filtros de los entrenamientos de la gimnasta rusa Rita Mamun, medalla de oro de los últimos Juegos Olímpicos, en Río de Janeiro 2016. Se ve que corre y brinca como una ardilla, con expresión de susto permanente. Mide 1,70, pesa 50 kilos pero se encoge como un animalillo, en cuanto arrecian insultos y amenazas. Y eso sucede muchas veces.
La disciplina soviética se mantiene viva con toda crudeza y brutalidad, sobre todo de la mano de figuras como Irina Víner, presidenta de la Federación Rusa de Gimnasia Rítmica. Una mujer que no pasa desapercibida. Tiene 70 años, adora las joyas y es adicta a las operaciones de cirugía estética. Casada con el magnate de la minería y las telecomunicaciones Alisher Usmanov, practicó gimnasia rítmica en su juventud y ahora se dedica a mover los hilos de la industria y política deportiva. Marta Prus necesitó más de siete años en ganarse su confianza para grabar 'Over the limit'. A la vista de los resultados, ha merecido la pena. Nunca antes se había conseguido grabar, sin cortapisas, la rutina de los atletas de élite en Rusia.
«No lo hice con intención de juzgar a nadie. Es probable que esos métodos sean imprescindibles para sacar lo mejor de ciertas personas. Todo depende del carácter. Hay deportistas centrados y motivados que no los necesitan. Otros, en cambio, solo rinden cuando sufren ese tipo de presión», explicaba la autora hace unas pocas semanas, con motivo de la presentación de la cinta en el DocsBarcelona International Documentary Film Festival. En la actualidad se puede ver en la plataforma online Filmin (por 2,95 euros) y se ha convertido en una de las cintas favoritas de los usuarios. Es un documental intimista, con una fotografía de tonos fríos que profundiza la sensación de soledad de la protagonista.
Todo gira en torno a Rita Mamun. «Es una chica expresiva, con un punto de fragilidad. Una flor exótica en un centro de entrenamiento de gimnasia rítmica. Y lo digo yo, que conozco muy bien ese deporte. Lo practiqué entre los cinco y once años en Varsovia; luego hice ballet moderno y al final lo dejé porque me suspendieron tres veces en el examen de acceso a una academia», recuerda Prus, una documentalista que nunca tira la toalla. Se las arregló para grabar en la consulta del traumatólogo y en la sala de los masajistas; y hasta se permitió la libertad de adentrarse en la intimidad de la fiesta de cumpleaños que Mamun celebró en casa de sus padres. En todos los primeros planos hay un poso de tristeza y cansancio.
En 'Over the limit' se retrata a una atleta de 20 años en horas bajas. «Te van a destrozar, no haces caso a lo que te digo. Siempre tan buenecita y tan cándida y dulce. ¡Me cago en ti y en tu candidez! Cobarde de mierda», bufa Irina Víner, al percatarse de los temblores de la gimnasta. Pequeños espasmos musculares, fruto del agotamiento y la tensión. La joven escucha las broncas sin pestañear. Solo se relaja y ríe a carcajadas en contadas ocasiones, cuando habla por Skype con su novio, el nadador Aleksander Sujorukov, que en aquella época se encontraba en California. Conversaciones breves, llenas de cariño y frescura. Ninguno habla de la dureza y sinsabores de los entrenamientos.
«Es otro mundo. Desde la infancia están acostumbrados a ese tipo de trato... Les parece normal lo que nosotros vemos como terrible. Tienen un sistema de trabajo impensable en el mundo occidental», apunta Paloma del Río, la periodista deportiva de RTVE que mejor conoce los submundos y entretelas de la gimnasia rítmica. En la década de los 80 tuvo oportunidad de ver a Irina Víner pegar una bofetada a una gimnasta, que casualmente era Amina Zaripova, la actual entrenadora de Rita Mamun. «Eso pasó en Granada y se me ha quedado grabado. ¿Cómo olvidarlo?».
De un tiempo a esta parte se han erradicado los castigos físicos pero la violencia verbal -«que doblega la voluntad y machaca la dignidad»- se mantiene como seña de identidad de la selección rusa. Así lo demuestra 'Over the limit', «con hechos y sin ambigüedades, porque se limita a mostrar los entrenamientos diarios y el ambiente», subraya Del Río.
- A la vista de los resultados, ¿no justifica esos métodos? Rita Mamun ganó el oro olímpico en 2016.
- Desde mi humilde punto de vista, no se justifican de ninguna manera.
Realidad sin filtros. El documental de Marta Prus es una coproducción polaco-alemana-finlandesa. Dura 74 minutos y se puede ver en la plataforma online Filmin. Aborda los preparativos de los Juegos Olímpicos de 2016, con hincapié en la gimnasta Rita Mamun y su difícil relación con Irina Víner, presidenta de la Federación Rusa de Gimnasia Rítmica.
El miedo es el aguijón con que se pincha a los deportistas de élite en los países de la extinta URSS. Solo resisten los más fuertes psicológicamente, capaces de aguantar un estrés brutal durante días, meses y años. Así lo piensa -con conocimiento de causa- el extenista moscovita Marat Safin, retirado desde 2009 y colaborador durante siete años del Gobierno de Putin. Colgó la raqueta con 29 años porque ya no podía situarse entre los primeros del ranking mundial. O todo, o nada. Es lo que le habían inculcado, con una dureza que modeló su carácter. «Rafa Nadal con el sistema tradicional soviético, bajo el miedo, no hubiera ganado ni un solo partido», subrayaba recientemente en una entrevista el deportista ruso, titulado en Derecho y con muchos amigos en la Duma.
Rita Mamun también dejó la competición muy pronto. En noviembre de 2017, al poco de casarse, anunció su retirada. Había conseguido el oro olímpico y tenía más que suficiente. Su padre (un ingeniero musulmán de Bangladesh) había fallecido de cáncer a los dos días de lograr la medalla. Un golpe demasiado fuerte. Desde el podio, agitando las manos, le había dedicado sonriente la victoria, con la esperanza de que pudiera recuperarse.
Con la muerte de Abdullah Al Mamun, la gloria y los aplausos dejaron de tener sentido. La campeona tenía 22 años y se encontraba en su mejor momento. O eso decían en la Federación Rusa de Gimnasia Rítmica.
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