El mercadeo dadivoso de Pedro Sánchez con las subvenciones a la cultura es solo el obligado pagamento de su funambulismo político. En otras palabras, el ... que debe paga; es decir, a dinero en mano, el monte se hace llano. Véase, si no, la generosa atención gubernamental a la cultura catalana en los últimos años, explicada conceptualmente como «impulso, fortalecimiento y desarrollo, cualitativo y cuantitativo, de una realidad cultural que trasciende el ámbito local y territorial para convertirse en referente estatal e internacional». Por un lado, tenemos el tema de la capitalidad cultural de Barcelona, a la que ya se han destinado desde hace cuatro años 60 millones de euros de los presupuestos del Estado. También, sí, los 82,7 millones de euros que se acaban de desbloquear para el proyecto de la biblioteca pública del Estado en Barcelona, una obra de titularidad estatal, pero gestionada por la Generalitat de Cataluña. Por supuesto, tampoco se pueden obviar las derivadas de las llamadas enmiendas intrusas que han beneficiado fiscalmente a determinadas instituciones culturales catalanas, las subvenciones ordinarias del ministerio, las del fomento a la difusión del cine en versión catalana -que acaparan el 70% de las ayudas estatales para el cine en lenguas cooficiales- y el todavía pendiente apoyo del Gobierno Sánchez a la ampliación del Museo Nacional de Arte de Cataluña, algo que cualquier día de estos tendrá alguna concreción cuantitativa.

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Naturalmente, nadie niega la enorme importancia de la cultura catalana, el dinamismo de sus instituciones culturales, su papel y relevancia fundamental en el ecosistema cultural de España y hasta la obligada atención presupuestaria que le debe prestar cualquier Gobierno del Estado. Pues sí, pero el problema es que el fondo de todo ello no es sino el trágala político por un funambulismo que vulnera el principio de equidad territorial, alterando la igualdad en el ejercicio de derechos y en el de niveles de bienestar.

Museos

Guggenheim Abu Dabi: ¿apertura inminente?

¿Será este año entrante, el 2025, el de la inauguración del Guggenheim Abu Dabi? Pues quizás sí, aunque sobre este colosal proyecto siempre se ciernen los interrogantes. En 2006 se anunciaron los planes para su construcción en el complejo de la isla de Saadiyat, en 2011 comenzaron las obras, más tarde se suspendieron durante varios años, luego se reanudaron y hace bien poco el Departamento de Cultura y Turismo de Abu Dabi confirmó sin una fecha concreta para 2025 la apertura de un centro que tendrá 42.000 metros cuadrados, de los cuales 13.000 serán para superficie expositiva. ¿Aumentará mucho el museo de Abu Dabi las arcas de la Fundación Guggenheim? ¿Servirá para modernizar y democratizar la monarquía feudal que gobierna los Emiratos? ¿Se exhibirá libremente en el edificio de Frank Gehry todo tipo de arte? Demasiadas preguntas, sí.

Cómic

Ava Gardner: mito y realidad

La sensualidad de Ava Gardner permanece como el mito cierto de su mirada intensa, fuerte y seductora en sus películas, vulnerable y apasionada, seguramente insegura en su errática vida personal, admirada, pero quizás también prisionera y víctima de su propia leyenda.

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Así aparece en el maravilloso cómic 'Ava' (Ed. Astiberri), con el guion de Emilio Ruiz y las maravillosas ilustraciones de Ana Miralles. La sitúan en 1954, en la cumbre de su carrera, recién estrenada su película 'La condesa descalza', en una escapada a Río de Janeiro y durante 48 horas, un breve lapso de tiempo del que sus biografías no aclaran nada. Miralles la dibuja bellísima y cautivadora, «el animal más bello del mundo», casi una exacta reproducción gráfica de su fotogenia, también en movimiento, incluso con la magia que impulsa al lector a imaginar su voz sensual y a veces grave. El guion la retrata psicológicamente. Con sus facetas, sus amores, sus pasiones y su ambiente. Todo es 'Ava' en este cómic: mito, realidad, estrella, persona, éxito, dolor, nostalgia…

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