Imparable rotación

Pues sí, ya no es solo que las orquestas sinfónicas deben de ser como organismos vivos en permanente mutación, sino que además en estos tiempos tienen que adaptarse a los cambios del entorno, a las nuevas demandas sociales y, en el caso de los conjuntos ... cuya financiación no depende exclusivamente de los presupuestos públicos -como en el modelo anglosajón-, también a las nuevas vías para la generación de ingresos. Los cambios generacionales y los requerimientos de paridad de género y de inclusión social y racial también están detrás de numerosos cambios en el pódium de las principales orquestas de Norteamérica y Europa: Dudamel en la Ópera de París y a partir de 2026 en la Sinfónica de Nueva York, Rafael Payare en la San Diego, el joven Ryan Bancroft en la Filarmónica de Estocolmo y Lorenzo Viatti en la de Ámsterdam, lo mismo que mujeres como Eun Sum Kim en la Ópera de San Francisco, Xiang Zhang en la Sinfónica de Nueva Jersey, Karina Canellakis en la Filarmónica de Radio Holanda o Mirga Grazinyete-Tyla en la de Birmingham. Aire fresco para las orquestas, cuerpos ahora bastante menos rígidos, mucho menos dependientes y subordinados a las figuras sagradas de la dirección musical y tan atentas a la calidad artística, como a esas nuevas vetas de los ingresos y la comercialización que van desde la música contemporánea a la del cine o a las composiciones e interpretaciones que se difunden por mil medios en las redes sociales. Y como es lógico, en fin, esta imparable rotación también abre numerosas posibilidades a los directores de una generación anterior, como en el caso de Erik Nielsen, que ya ha acumulado una larga experiencia en la BOS.