Democratizando la cultura

Pongamos el caso de la ópera, un tesoro musical y cultural de costosa financiación, de audiencias por ahora más bien situadas mayoritariamente en el segmento de más edad y por ello enfrentada al difícil reto de incorporar un público nuevo y más joven que garantice su supervivencia y legitime el apoyo de la financiación pública. Un asunto difícil, ciertamente, cuando además la música y su historia cada vez forman menos parte de la educación escolar, cuando la competencia de los medios digitales es omnipresente y cuando las temáticas y los libretos de las grandes óperas de los siglos XVIII y XIX están alejadas de la contemporaneidad sociológica o, incluso, son tachados en ocasiones de políticamente incorrectos.

¿Qué hacer entonces? ¿Suprimimos la ópera, la música barroca o el ballet clásico de las programaciones públicas? ¿Uniformizamos toda la oferta cultural con espectáculos comerciales actuales y digeribles para el gran público? Pues ni mucho menos, pero ese objetivo de lograr un público más amplio y diverso, al menos en el caso de la ópera, pasa por facilitar económicamente el acceso de los más jóvenes, por educar las audiencias con retransmisiones gratuitas -es lo que está haciendo este verano la Ópera de París en parques públicos-, por desmitificar el significado cultural de la ópera y por diversificar las programaciones líricas, buscando una adecuada mezcla de ópera clásica y contemporánea. Democratizar la cultura, sí, es también educar, preservar y divulgar.

Tormentas existenciales en la sección oficial de la Mostra de Venecia, con tres esperadísimas películas a competición: 'Queer' de Luca Guadagnino, 'La habitación de al lado' de Almodóvar y el biopic 'María' del chileno Larraín. Coincidencia en la indagación de las complejas identidades humanas, característica usual en el cine de Guadagnino, también una de las claves de Almodóvar y por supuesto algo bien visible en la vida real de María Callas, la diva de la pasión y la tragedia.

La película de Guadagnino es un descarnado autorretrato narrativo del Burroughs más libre y autodestructivo, con un fondo de drogas, homoerotismo y el vestuario de Jonathan Anderson. En cuanto a Almodóvar, los sentimientos, la muerte y el placer sexual son el fondo de su nueva cinta, lo mismo que la relación atormentada en los últimos días de María Callas es la base del biopic de Larraín. Añádanse los repartos estelares de las tres películas: Daniel Craig en la de Guadagnino, Tilda Swinton y Julianne Moore en la de Almodóvar y Angelina Jolie como la Callas de Larraín. Esperadísimas las tres, sí.

Atentos de nuevo a la música inmortal de Ravel, del que se va a conmemorar el año que viene el 150 aniversario de su nacimiento en la localidad vasco-francesa de Ciboure. Hablar de Ravel es hablar de uno de los más grandes compositores del siglo XX, de su obra muy próxima al impresionismo, de su estilo neoclásico, de sus destellos neo-expresionistas, de su gusto por lo exótico o lo fantástico y también de esa constelación 'raveliana' de amigos, entre ellos Stravinsky, Albéniz, Debussy, Prokofiev, Poulenc y el pianista Ricardo Viñes. Sigue en marcha hasta el 4 de septiembre el Festival Ravel en San Juan de Luz, pero de cara al 150 aniversario ya se anuncian por toda Francia homenajes a un compositor fundamental.