Darle gusto al gusto

Por supuesto, cualquiera podría decir que se trata de una simplista repetición de ritmos y de melodías bailables, vinculadas a unas voces latinas muy concretas y a unas letras muy próximas y solo reconocibles en el mundo hispano. Tal vez, pero el caso es que la música latina está superando en todo el mundo a las ventas del mercado general, consagrando globalmente a estrellas del género como Bad Bunny, Karol G, Maluma, Rauw Alejandro y demás. Naturalmente, el que la música latina haya registrado un récord de ingresos en los Estados Unidos durante la primera mitad de 2024 se explica esencialmente por la creciente importancia de la comunidad latina en ese país. Seguro que sí, pero quizás haya que volver a la neurociencia para explicar que el reguetón es también la música más escuchada entre los jóvenes españoles y una de las favoritas en todo Europa y en otros continentes. Lo ratifica la neurociencia, repito, porque el ritmo del reguetón produce una intensificación neuronal, pero también lo corrobora un negocio multimillonario solo consistente en darle gusto al gusto. Un gran invento, sí.

El manifiesto firmado estas semanas por más de 11.500 músicos, cineastas y literatos contra el uso indiscriminado de la Inteligencia Artificial (IA) es tan contundente como escaso. El texto suscrito por Julianne Moore, Kevin Bacon, Thom Yorke (Radiohead) y el Nobel Kazuo Ishiguro, entre otros, reza de la siguiente manera: «El uso no autorizado de creaciones intelectuales para el entrenamiento de la IA generativa es una amenaza importante e injusta para el sustento de sus autores y no debe permitirse». Sí, por supuesto que la vulneración de los derechos de autor en el ámbito de la IA tiene que ser denunciada, regulada y castigada, si bien la credibilidad de los firmantes podría haberse aprovechado para proponer alguna reflexión más. Por ejemplo, ¿cómo compatibilizar la propiedad intelectual con el positivo desarrollo de una tecnología que es vital para la humanidad?

Cambiar por decreto ley las mayorías parlamentarias para elegir a los integrantes del consejo de RTVE es un abuso y un chiste. Lo primero, sí, porque el Gobierno Sánchez convierte en habitual lo excepcional, habilitándose de una falsa y extraordinaria urgencia para utilizar arbitrariamente un instrumento normativo de naturaleza limitada. Además, justificar que con ello se logra una mayor pluralidad en el gobierno de RTVE es una chuscada que solo esconde el reparto de poltronas entre los socios del gobierno y el menoscabo de la representación del primer partido de la oposición y del Senado. Con todo, lo más grave no es tanto la confirmación del 'plumaje' autocrático que luce cada vez con menor turbación el Gobierno, sino el daño irreparable que produce en un ente público del que ya nadie cree que sirva y defienda intereses generales de forma independiente o que los consejeros adopten sus decisiones de una forma también independiente y no sometida a las instrucciones gubernamentales o de los partidos políticos representados. Pues eso, 'RTVE servanda est'.