Acabar con el pirateo
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Política cultural ·
Urge una política de Estado y campañas de educación para proteger los derechos de los creadoresPor lo que se ve el pirateo sigue rampante. Está claro que nadie puede descargarse gratuitamente un coche o un televisor, pero en cambio continúa siendo fácil el acceso ilícito en las redes a películas, libros, música o incluso a periódicos y revistas. El tema ... se complica aún más con la Inteligencia Artificial y con el entrenamiento de sus modelos de desarrollo, ya que para ello se incorporan sin autorización contenidos protegidos por los derechos de autor.
El problema no es solo que se vulnera una propiedad, un derecho y la libertad de creación, sino que además se ocasionan perjuicios materiales a los creadores, a las industrias culturales, al empleo y al medio de vida de muchas personas. En el último Observatorio de los hábitos de consumo de contenidos digitales se pone de manifiesto que en 2023 hubo 5.079 millones de accesos ilegales en España a través de internet, ocasionando un perjuicio a creadores e industrias culturales cifrado en 1.992 millones de euros, lastrando además la creación de 107.410 puestos de trabajo directos e indirectos.
Ante ello, la Coalición de Creadores -que agrupa a industrias y autores de contenidos del sector cultural- reclama reforzar el ecosistema de protección de los derechos de autor con políticas de Estado y con una Fiscalía específica contra el pirateo. Seguramente la solución judicial será difícil, pero no tanto un mayor impulso político y gubernamental en la materia.
Por ejemplo, ahora que el ministro Urtasun está empeñado en su Plan de Derechos Culturales, nada como incluir en el mismo la protección de los derechos de los creadores y de los que trabajan en el sector. De igual manera, si la principal puerta de acceso a los contenidos piratas son los buscadores y las aplicaciones de mensajería y redes sociales, se impone la exigencia de responsabilidad a Google, Facebook, YouTube, Whatsapp, Twitter y demás.
Finalmente, sí además de todo ello también está la costumbre social del 'todo gratis', pues entonces será imprescindible la educación en las escuelas y colegios y las campañas de sensibilización social.
Polarización cultural
Dígase que la elección presidencial en los Estados Unidos no va a cambiar las cosas en el mundo de la cultura norteamericana. Porque si de un lado las subvenciones públicas no son la fuente principal del sostenimiento de las artes en ese país, por otro la polarización política seguirá teniendo su reflejo entre creadores y agentes del sector cualquiera que sea su resultado. Ya se sabe que en el mundo del cine y del 'showbizz' el sentimiento mayoritario es favorable a los demócratas, en abierta oposición a los sectores más conservadores que consideran a las industrias creativas de California y Nueva York un nido de izquierdistas.
Cosa distinta es que la polarización explique ciertas medidas restrictivas adoptadas por algunos gobernadores republicanos. Por ejemplo, el de Florida, Ron DeSantis, acaba de vetar una dotación de 32 millones de dólares a diversas organizaciones culturales. Entre ellas el Festival Tampa Fringe, al que acusa de ser «un evento sexual» o al Museo de Arte Rollins de Orlando, que apoyaba a artistas caribeños y latinoamericanos.
'Terminator'
Sí, claro, las teorías apocalípticas son siempre el apagafuegos de la incertidumbre y el miedo, lo mismo que un recurso rentable para el cine de ciencia ficción. Algo explicable en esta contemporaneidad, en la que aún conviven la tecnología con un instinto tan primario como el miedo. Lo digo por el 40 aniversario de la película 'Terminator', una celebración que asevera no solo el acierto de James Cameron en su predicción del futuro, sino el apocalipsis del género humano por el avance de la máquina, ahora acrecentado por la IA. Visto en la distancia, el 'Terminator' de Schwarzernegger como cíborg tuvo en el 84 su dosis de preludio distópico, aunque la cosa no dejó de ser una ficción entretenida del cine del futurismo y el cine de terror. El mismo pasatiempo apocalíptico de ahora, con la IA de por medio, aunque ya sepamos que dentro de cien años todos calvos.
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