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El artista que supo llevar el costumbrismo vasco al nivel de un humor disparatado y clarividente fue también el que utilizó los instrumentos tecnológicos más avanzados desde que empezó a trabajar con ellos a mediados de los ochenta. El creador de Miss Martiartu y Maite ... Puñetagorri, inolvidable personaje de la Transición que coleccionaba pegatinas, también amplió sus narraciones en plataformas como Second Life. Su avatar interactuaba con otros, que expandían sus relatos. Antes, Juan Carlos Eguillor había realizado el primer vídeo con imágenes creadas por ordenador, 'Menina'.
Semejante vocación innovadora llevó a Nueva York a este artista bilbaíno nacido en San Sebastián -donde veraneaban sus padres- el 15 de agosto de 1947 (hoy habría cumplido 73 años) y fallecido en Madrid en 2011. Fue una estancia muy deseada y también dura, con sus frustraciones e incertidumbres.
Ahora se publica por primera vez su 'Diario de Nueva York', al cuidado de José Carlos Torre, dentro del libro editado por Jon Kortazar 'Bridge/ Zubia. Imágenes de la relación cultural entre el País Vasco y Estados Unidos' (editorial Iberoamericana). Es de lejos el documento más personal que se ha publicado del artista y está escrito entre 1984 y 1985.
Según recuerda Torre, Eguillor quería desplazarse a la ciudad estadounidense con el fin de documentarse, y quizá buscar financiación, para su vídeo sobre 'Poeta en Nueva York' de Federico García Lorca, estrenado en 1987. Pero, sin duda, las verdaderas intenciones iban mucho más lejos
27 de junio de 1984. No tiene dinero. Para soñar, no hace falta tenerlo, escribe en su diario. «Voy a irme a USA una temporada y cuando vuelva será cuando me cuestione definitivamente la existencia. Tengo que cuidarme, no pensar demasiado en el futuro, lo mejor sería dejarme llevar un poco por los acontecimientos, pero sin bajar la guardia; es decir, seguir el camino como si hubiera niebla. ¡Y el camino es USA!».
Necesita «pasta, pasta, pasta». Y la encuentra, no sin antes autorretratarse sin ningún tipo de benevolencia. Ha celebrado su 37 cumpleaños en Tánger. Más tarde anota: «Debo dejar de ser estúpido, masoquista, atormentado, inseguro, egoísta, mezquino, frívolo, loco, etc. Me espera el trabajo, la deseada soledad y la reflexión sobre mis ideas».
Está muy contento porque el Pratt Institute de Nueva York, prestigiosa universidad especializada en arte, diseño y arquitectura, le acaba de conceder una beca de 10.000 dólares. Calcula que necesitará 2.000 dólares al mes, por ocho meses, 16.000 dólares. Para cubrir la diferencia seguirá con sus encargos en España, entre ellos la portada de un maxisingle de La Orquesta Mondragón -Javier Gurruchaga fue uno de sus grandes amigos-, y piensa que podrá buscarse algo por allí.
«¿Cómo se empieza una nueva vida?», se pregunta. «Tratando de olvidar. Se ha de partir de un sincero deseo de cambio que permita cambiar de amores, de sexos, de ideas, de verdades, solo si eso es posible existe una oportunidad real de cambio».
Tiempo después, las entradas tienen un tono más pesimista. Encontró un trabajo en un editorial, pero no le satisfacía. Echaba en falta una casa propia, «un teatro en el que hacer mis representaciones, un armario en el que almacenar mis nervios, el laboratorio alquímico de donde todo sale. El punto de partida para mis sueños».
Lo que antes le atraía de Nueva York, la aventura y la «fantasía erótica», ha dejado de hacerlo. «He hecho todo lo que me ha dado la gana y por fin ha llegado el momento de reflexionar sobre dónde quiero vivir».
Dudaba de si volver a Bilbao - «aquello se acabó», escribía, en referencia a la efervescencia cultural y social de la Transición y años posteriores- o a Madrid. Resolvió unos problemas que tenía con su piso en la segunda ciudad y se quedó en ella. Sin olvidarse nunca de la primera. De hecho, una de las anécdotas que más contaba de su estancia en Estados Unidos es que había encontrado una pequeña ciudad en aquel país que se llamaba Bilbao y que, por supuesto, había viajado a ella.
Al cuidado de José Carlos de la Torre. Artista y autor de la primera tesis doctoral sobre Juan Carlos Eguillor, presentada en Bellas Artes de la UPV/EHU.
Publicada dentro del libro. 'Bridge/ Zubia. Imágenes de la relación cultural entre el País Vasco y Estados Unidos', editado por Jon Kortazar, sobre la presencia de Estados Unidos en la obra de Bernardo Atxaga, Harkaitz Cano y Kirmen Uribe, entre otros.
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