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Una ley desfasada
Sin rodeos ·
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Los dos retratos de Goya que se subastan el 27 de enero han quedado fuera de la prohibición de exportación de los bienes de interés culturalSon dos excelentes retratos de Goya fechados en 1805. Una madre y una hija. No se sabe cuándo salieron de España, aunque todo indica que los cuadros decoraron la casa del 'couturier' francés Stanislas Orossen en la plaza Pétrarque de París hasta 1925, pasando después ... a un coleccionista inglés. Al tener propietario y residencia extranjera o al quedar fuera de la tutela de la Ley del Patrimonio Histórico Español de 1985, estas obras no están sometidas a la prohibición de exportación que esa misma ley prevé para los Bienes de Interés Cultural.Por eso los cuadros se subastarán conjuntamente en Nueva York el próximo 27 de enero con un precio estimado de entre 15 y 20 millones de dólares, con lo cual se podría alcanzar un nuevo récord para Goya, superando los 7,9 millones de dólares pagados en 1992 por la pintura 'Suerte de varas', propiedad de la Fundación Getty. Si el propietario de estos cuadros fuera un residente español, la imposibilidad de su exportación habría obligado a una venta en el endeble mercado nacional, donde su precio no alcanzaría más de un tercio de lo que valen. Véase el caso reciente de la 'Piedad' de Goya, que salió a subasta por un precio de 3 millones de euros y que no encontró remate o incluso el periplo del valioso retrato de Botticelli de la familia Cambó Guardans, hoy depositado en el museo de Valencia tras la prohibición de exportación permanente y su imposible venta en España. Es normal que los estados protejan su patrimonio histórico. Mucho más en el caso de España, tras el vergonzoso expolio sufrido a principios del siglo XX. Pero la ley de 1985 no solo está desfasada y es lesiva para unos coleccionistas obligados a vender a precios irrisorios, sino que además perjudica la cotización del arte antiguo español. ¿Acaso es normal que Goya no haya superado su récord internacional desde 1992? ¿Por qué no se sigue el ejemplo de las leyes inglesas y francesas, donde una vez solicitada la exportación de una obra se da un plazo para que los museos o las instituciones públicas compren la obra a precios de mercado?
Revisionismo
Del revisionismo no se libra nadie. Tampoco Tintín, el personaje de Hergé que desde 1929 ha nutrido el imaginario de muchas generaciones y al que se le ha acusado recientemente de transmitir ideas racistas o partidarias del colonialismo. Pero ahora ese revisionismo del personaje y de su creador adquiere un tono mucho más complejo. Mark Alizart, el filósofo francés, ha escrito un ensayo en el que analiza las aventuras de Tintín desde la óptica de un hecho trascendental en la biografía de su autor. Según Alizart, Hergé fue violado por un tío suyo en la casa familiar cuando tenía entre tres y cinco años, con lo cual las aventuras de su héroe más popular fueron como una terapia a través del dibujo. El ensayo de Alizart iba a ser publicado por Flammarion en 2021, pero la controversia y los intereses editoriales lo han impedido. Al final, con tanto revisionismo no sabemos si estamos ante una obligación científica o ante una fiebre de opiniones sectarias.
Cancelación
Otra cuestión que ya empieza a ser excesiva es la de la cultura de la cancelación aplicada de forma generalizada. En Milán, la elección de 'Boris Godunov' para la 'prima' de La Scala ha generado numerosas protestas, entre otras la del cónsul de Ucrania en la ciudad. Y en Londres, la metedura de pata de la Maison Balenciaga en una absurda campaña publicitaria ha motivado que, a su director creativo, Denma Gvasalia, le hayan anulado la nominación previa y su más que seguro triunfo en los British Fashion Awards. Ni a un gran maestro de la ópera romántica del XIX como Músorgski se le puede atribuir complicidad con Putin, ni tampoco a un joven diseñador la total insensibilidad frente el abuso infantil. Juzgar el pasado lejano con los problemas del presente es tan absurdo como desacreditar todo el trabajo de un creativo por el error puntual de un publicitario.
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