«Describir San Francisco como el SoHo bilbaíno se aleja de la realidad social del barrio»

«Describirlo como el SoHo bilbaíno o el distrito 'arty' de la ciudad se aleja bastante de lo que es la realidad social del barrio», advierte esta socióloga navarra, autora de una investigación que aúna las intervenciones urbanas y artísticas llevadas a cabo tanto en esta zona como la isla de Zorrozaurre. El estudio fue presentado en el Simposio Internacional de Comisariado, organizado por Bulegoa y celebrado en Azkuna Zentroa.

El impacto de las intervenciones culturales llevadas a cabo en los últimos años es diametralmente opuesto en uno y otro contexto. «En Deusto el tejido poblacional es compacto y no tiene relación con ellas, mientras que en Bilbao la Vieja, desde los años ochenta, ha habido relación entre los proyectos artísticos y las asociaciones locales», señala.

A ese respecto, recuerda que en aquellos años la Safi Gallery, una de las primeras propuestas en la que figuraba el cineasta Álex de la Iglesia, colaboró con la asociación de vecinos en la puesta en marcha de su txosna para la Aste Nagusia, y habla del posterior Kultur Bar, impusado por unos y otros, y que denotaba «un momento particular de efervescencia e imbricación» entre los dos sectores.

La situación es radicalmente diferente en Zorrozaurre, llamado a ser el gran espacio de oportunidad de Bilbao tras un largo periodo de decadencia. Pellejero asegura que la incertidumbre que produce en la población el macroproyecto urbano hace que las operaciones culturales desarrolladas en la isla, nacidas para mejorar su calidad de vida, se asocien desde su perspectiva «a una alianza con los promotores y empresas involucradas en la gestión del proyecto de transformación», que describe el futuro barrio como una «isla creativa». La red de iniciativas surgidas en el lugar está al tanto, según la autora, de esa posible instrumentalización.

El asentamiento de creadores y empresas artísticas en zonas urbanas degradadas ha sido considerado el antecedente necesario para poner en marcha la transformación del entorno. Pero, a su juicio, las actividades de este tipo llevadas a cabo en San Francisco no facilitan el proceso. «Porque son experimentales y pequeñas, y, al depender de ayudas, resultan precarias», aduce. También señala que en Nueva York, por ejemplo, la reconversión sí estuvo acompañada de la aparición de galerías de arte. «Pero aquí no ha cuajado esa escena comercial y no se ha creado una red de consumo a su alrededor».

La imagen del barrio tiene cierto poso esteticista que, en opinión de Pellejero, tampoco se corresponde con la realidad de sus habitantes. «Hablamos de una sociedad heterogénea y compleja, muy segmentada, y es complicado atender a todas las voces que la integran», aduce. «Con el arte y la cultura se ha intentado crear comunidad pero faltan herramientas para favorecer la interlocución».

San Francisco siempre parece hallarse en la antesala de un cambio que no llega a producirse. «Su futuro es incierto», afirma la investigadora. «Tal vez el soterramiento de la estación de Abando lo cambie y produzca un desplazamiento por la subida de rentas». Ella aboga por una rehabilitación más sostenible que tenga en cuenta medidas de índole social, las que anhela la población, a su juicio, y conseguir así aumentar la calidad de vida. «En cualquier caso, es un barrio muy vivo y tiene un potencial tremendo».