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«Han pasado casi cuarenta años y este ha envejecido mejor que yo». Lo decía Agustín Reche delante de su cuadro 'El Corte Inglés', en el que aparece el exterior de los grandes almacenes y algunos negocios bancarios de la Gran Vía hoy transformados en ... templos del consumo rápido y barato. Reche es uno de los participantes en la exposición de los fondos artísticos de las Juntas Generales que se celebra en su sala de exposiciones de Bilbao. Recoge 22 obras de 17 artistas, fechadas en una década, la de los ochenta, en que la pintura tuvo un protagonismo central en el arte vasco, inédito en las décadas inmediatamente anteriores y perdido en las posteriores, al menos en cuanto a repercusión pública se refiere.
Además de Reche, estuvieron en la presentación dos pintores que destacaron mucho en aquellos años y que hoy atesoran una obra sólida y madura, Iñaki de la Fuente -que expuso recientemente en Vanguardia con Sonia Rueda- y Alberto Rementería. «A veces los cuadros se mueren con el tiempo, pero este no. Hay en él una lucha entre el espacio y el color, y ahora veo que salí razonablemente bien parado», expresó De la Fuente delante de un lienzo suyo de formas abstractas de 1982.
Como explicó Ana Otadui, presidenta de Juntas, la colección se origina a partir de una iniciativa de Anton Aurre, la primera persona en ocupar su puesto en la etapa de reinstauración de la democracia. Apostó por poner en marcha un programa de compras a artistas que empezaban a despuntar. Y acertó. En la muestra están representados Darío Urzay, Txomin Badiola, Juana Cima, Merche Olabe, Alfonso Gortázar, Díez Alaba, Jesus Mari Lazkano, Ramos Uranga, Goenaga, Iñaki Álvarez, Pablo Aizoiala, Daniel Tamayo y los hermanos Roscubas, Fernando y Vicente, además de los mencionados.
Hay sorpresas como el 'Bastardo' de Badiola, un óleo de un artista que ha trabajado sobre todo en la escultura y en la instalación, aunque la cabeza representada en el cuadro recuerda a las esculpidas por el Oteiza figurativo, anterior al de las cajas metafísicas. La exposición plasma la variedad de enfoques pictóricos que se dieron en aquella década en Euskadi, desde el realismo extremo de Lazkano -desarrollado aún más tras esa década- a la figuración más relajada y cotidiana de Gortázar y Olabe, y al pulcro barullo de garabatos de un Ramos Uranga que nunca fallaba.
La mayoría de los artistas han salido de las aulas de la Facultad de Bellas Artes de la UPV-EHU y algunos de ellos han sido o son profesores de la misma. La preocupación por la pintura estaba muy viva en los ochenta en aquel ambiente y desde luego no suponía nada extraño ya que el ambiente artístico internacional tiraba por la misma dirección.
Los tiempos son ahora otros. «Entonces pasaba algo. Todos teníamos esa sensación y por eso volver te da como un sopapo emocional. Se exponía, se coleccionaba. Eso ha desaparecido y ahora estamos en una situación de absoluta precariedad», confesó De la Fuente. En términos similares expresó Agustín Reche. «Los coleccionistas han desaparecido y las instituciones públicas tienen grandes colecciones pero no saben cómo agruparlas, como darles valor».
Ahora prima otro tipo de arte, relacionado con las instalaciones, continuó, lo que no invalida la pintura, como «expresión humana e individual de un sentimiento, sin necesidad de recurrir a espectáculos técnicos».
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