La compañía teatral de mujeres presas arranca gira en Bilbao

Ya no saben muy bien si estrenaron el lunes o el martes, y si son siete u ocho, es lo que tiene empezar una gira teatral; y no solo está la gira, sino también andar recogiendo premios como una Medalla de Oro de manos del ministro de Interior hace unas semanas y asistiendo a actos institucionales como el de ayer por la mañana en el Salón Árabe del Ayuntamiento de Bilbao. Las actrices de la compañía de teatro Yeses, «un milagro de continuidad» como dice su impulsora y directora, Elena Cánovas –razón lleva: son más de 30 años de vida–, actuaban por la tarde en Bizkaia Aretoa, donde se desarrolla la cuarta edición del Homeless Film Festival.

Y si ya de por sí el marco es reivindicativo, porque la cita organizada por la asociación Bizitegi quiere hacer visibles a las personas sin hogar y reclamar su inclusión social, las de Yeses le daban otra vuelta de tuerca con una obra sobre la violencia de género. 'Tareas para una vuelta de tuerca' se titula precisamente y tras su estreno el lunes, que ese fue el día, iniciaron gira en Bilbao ayer mismo.

Son ocho actrices. Ocho mujeres que cumplen condena en la cárcel madrileña de Alcalá de Henares a las que formar parte de un grupo de teatro les da «un espacio de libertad». No solo eso, explica Cánovas, que en 1985 llegaba como funcionaria al centro penitenciario y decidía que tenía que hacer algo más que vigilar y castigar, que «era lo que se esperaba de nosotras». Solo de pensar en dedicarse a tareas burocráticas, dice ahora con 34 años de trabajo a las espaldas, se ponía mala, así que estudió Arte Dramático y se empeñó en montar un grupo de teatro en un entorno complicadísimo. «Las cosas estaban cambiando, pero las mujeres que estaban en prisión entonces eran toxicómanas que se caían a cachos... y la pregunta era si serían capaces de aprender un texto y decirlo», recuerda.

Lo fueron. Las primeras y después cada una de las alrededor de mil mujeres que han pasado ya por esta compañía surgida en la antigua cárcel de Yeserías, de ahí el nombre. «El teatro las transforma y las libera porque tiene una fuerza especial: en la literatura dramática ven reflejados conflictos en los que la gente lucha por salir adelante y ven un camino distinto al que han visto siempre», explica Cánovas. «Dejan de creer que la vida es azar, que no pueden cambiar nada, y ven que con constancia se logran cosas». Además está el trabajo en equipo, la convivencia, el apoyo mutuo, el hecho de dar forma juntas a los textos, los vestuarios, los decorados. Y, al final, el reconocimiento del público. «Significa respeto. Y saber que todas son fundamentales».

El teatro las hace estar «muy por encima de las rejas». Sobre el escenario son otras. En 'Tareas para una vuelta de tuerca', son mujeres maltratadas que intercambian experiencias y se ven retratadas en las palabras de las otras. Es el «espejo» del arte en el que muchas de ellas no tuvieron la oportunidad de mirarse hasta entrar en el grupo.