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Los responsables de las salas de cine del País Vasco se acostaron ayer mirando el reloj para ajustar las sesiones a las nuevas restricciones horarias –a partir de ahora la última empezará a las siete– y se han levantado con una sorpresa. El decreto que se publica hoy en el Boletín Oficial del País Vasco incluye en su artículo 13 una coletilla que tendrá efecto en los ingresos del sector. Junto a la obligación de que los eventos culturales acaben antes de las nueve y la suspensión de ensayos y actuaciones colectivas no profesionales, salvo si pertenecen a la formación reglada, «se prohíbe la venta y consumo de golosinas, refrescos o similares en las instalaciones asociadas a este tipo de actividades».
El objetivo es que los espectadores mantengan la mascarilla puesta en todo momento, aunque haya que privar al cine –en especial a los títulos más taquilleros– de uno de sus complementos más populares, una fuente de ingresos nada desdeñable. Alfonso Benegas, presidente de la Asociación de Salas de Cine de Euskadi, cree que la pérdida de esa costumbre tan arraigada supondrá «que haya más gente en ERTE. «La salud es lo primero y hay que tomar medidas, pero deben ir acompañadas de ayudas económicas a los sectores afectados».
Benegas precisa que la asociación todavía no se ha reunido para evaluar las nuevas disposiciones del Gobierno vasco. Pero «como empresario» –es gerente del circuito Areto que abarca 60 locales en España, entre ellos los de Getxo y Durango– siente que le están «ahogando. Yo tengo que negociar los alquileres los propietarios y los créditos con los bancos, ¿dónde están mis ayudas?», dice. «En Gipuzkoa me han cobrado el IBI de un cine cerrado desde marzo hasta septiembre. No pido dinero sino que me ayuden con las facturas, moratorias para pagar los gastos».
Destaca que las salas han hecho un esfuerzo «monumental» para garantizar la desinfección y las medidas de protección frente al coronavirus. El toque de queda ha llevado en muchos casos a pasar de tres a dos sesiones y la nueva limitación horaria ha obligado a cambiar la de las ocho, que era la más fuerte, a las siete. Si en próximas semanas hay que adelantarlas aún más, algo de lo que el lehendakari es partidario, recibirán «un nuevo golpe. Nadie tiene la culpa de la pandemia, tampoco nosotros, y nos están hundiendo», lamenta. «Insisto en que entiendo que se tomen medidas, pero ¿dónde está la otra parte? En Francia a los empresarios de cine les pagan 0,66 euros por cada espectador que han perdido respecto a 2019, y en cuanto plantearon el toque de queda pusieron 30 millones más de ayudas a la exhibición. Aquí el sector servicios está en la UCI, y sin respirador».
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