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Zinebi arranca hoy su 63 edición con la proyección de los siete cortometrajes vascos que compiten en la sección oficial y la entrega del Mikeldi ... de Honor a la realizadora alemana Margarethe von Trotta. La pandemia ha marcado la producción anual, buena prueba de ello es el proyecto Itxitik, convocado por el Departamento de Cultura y Política Lingüística del Gobierno Vasco y la asociación Zineuskadi para subvencionar obras audiovisuales en torno al tema del confinamiento. Los festivales de San Sebastián y Bilbao se comprometieron a incluir en su programación estas piezas, de las que EiTB tiene los derechos de emisión y que posteriormente conformarán un largometraje.
Es el caso de 'Kinka' (Apuro), pieza de la bilbaína Maider Oleaga que transcurre durante la etapa más dura del confinamiento al que obligó la crisis sanitaria. Elena Irureta y María Isabel Díaz Lago son sus protagonistas, una mujer de avanzada edad, arisca y seca como buena vasca, y una trabajadora de hogar centroamericana que está interna en el hogar y ha sido contratada por el hijo (la voz de Josean Bengoetxea al teléfono). Dos mujeres desconocidas obligadas a convivir durante unos tiempos de pesadilla, que Oleaga, quien presentó en el último Zinemaldia el documental 'Kuartk Valley', refleja mediante una puesta en escena más propia del cine de terror, con un inquietante tratamiendo del sonido.
También nacida de la convocatoria Itxitik, 'Vatios' recuerda el sufrimiento que los deportistas profesionales padecieron sin poder entrenar durante meses al aire libre. Es el caso de la ciclista profesional que encarna Loreto Mauleón, la inolvidable Arantxa de 'Patria', que corre en bici como puede delante de la pantalla de un videojuego y se obsesiona con doparse para superar una lesión de rodilla. Dirige David Pérez Sañudo, que no estuvo en la presentación de su corto y que no renuncia al género a pesar de los tres Goyas obtenidos por su salto al largo, 'Ane'.
A sus 58 años, Txuspo Poyo no es un recién llegado a la creación audiovisual. El artista plástico, que tampoco apareció en la presentación de 'Love Needs Time to Kill' (El amor necesita tiempo para matar), recorre los libros polvorientos y los animales disecados de aularios y laboratorios de órdenes religiosas, como el seminario de los capuchinos de Altsasu.
Por su parte, el también ausente en Bilbao Aitor Gametxo firma el corto más sugerente del lote, 'Berak baleki' (Si supiese), que arranca con una escena de 'cruising' o sexo con desconocidos al aire libre. Pronto sabremos que el protagonista, padre divorciado (IñigoAranburu), vive su homosexualidad en secreto. Gametxo atrapa un trozo de vida de manera sutil que acaba cuando tiene que acabar.
Zinebi ha seleccionado dos piezas de animación entre la producción vasca del año. En 'Ur azpian lore' (Flor bajo el agua), Aitor Oñederra sigue a una joven china que vive en Madrid y que acaba en una clínica clandestina que practica abortos. Por su parte, 'Azaletik azalera', de Mel Arranz, es un videoensayo en el que las manos exploran la piel y que forma parte este año del programa de cortos Kimuak. Finalmente, el documental 'Yungay 7020', de Raquel Calvo y Elena Molina, viaja a una remota cordillera del Perú para conmemorar el medio siglo del terremoto y posterior alud que sepultó la ciudad colonial de Yungay.
Ander Barinaga-Rementeria, fundador de la productora Galapan, y Ander Sagardoy, que junto a su hermano gemelo el actor Eneko Sagardoy lleva la productora Sumendi Filmak, están detrás de dos de los cortos a concurso en Zinebi: 'Kinka' y 'Berak Baleki'. El segundo explora la infelicidad de un hombre que trabaja en una empresa audiovisual que elabora videobooks para actores, inventándose falsas películas para ayudarles a encontrar trabajo. Tan falsas como su propia vida, en la que oculta su homosexualidad hasta a su propio hijo, fruto de un matrimonio que acabó en divorcio. «El corto explora el conflicto interno del personaje en torno a la homosexualidad, al mismo tiempo que se enriquece con elementos de metacine. Es un relato abierto a muchas interpretaciones», asegura Sagardoy. Iñigo Aranburu, el estupendo actor de 'Handia' y la serie 'Altsasu', lleva el peso del filme de Aitor Gametxo (Lekeitio, 1989), que a lo largo de su filmografía ha combinado la narrativa tradicional y la experimentación formal.
Las imágenes animadas a blanco y negro de 'Azaletik azalera' se dirían hechas a carboncillo. Nos sumergen en la piel de una persona que recorremos con las manos. El roce, la exploración de pliegues y cavidades adquiere una sensual fisicidad gracias al tratamiento del sonido. «Las protagonistas del corto son las manos que se tocan, pero al mismo tiempo hay un juego con las características del audiovisual», defiende Arranz, cuya obra financiada mediante 'crowdfunding' ha sido incluida en el programa Kimuak.
«'Kinka' se rodó en Bilbao a finales del año pasado gracias a la convocatoria Itxitik para contar historias que transcurrieran durante el confinamiento», cuenta la realizadora bilbaína. «Yo me fijé en dos colectivos que lo pasaron especialmente mal: los mayores y las personas migrantes que trabajan como internas, que sufrieron violencia y fueron invisibilizadas. Junté a dos mujeres que no se conocen y se ven obligadas a convivir». En el reparto destaca Elena Irureta, la protagonista de la serie 'Patria'
En 1970, un alud sepultó la ciudad colonial de Yungay (Perú). Los supervivientes la reconstruyeron apenas a un kilómetro del desastre. El Huascarán, la montaña que una vez fue sagrada, permanece amenazante con sus cumbres nevadas. Elena Molina y Raquel Calvo viajan a este humilde pueblo y reconstruyen la tragedia a través de la emisora de radio que los habitantes escuchan y del testimonio de alguno de los supervivientes. «Es un corto que trabaja la memoria individual y colectiva y la del territorio. La voz de la montaña», aseguran las realizadoras, que ya concursaron en el festival bilbaíno en 2019 con el premiado cortometraje 'Laatash'. Molina y Calvo valoran «la lucha de una comunidad por la reconstrucción de la gloria pasada, las discriminaciones históricas que la atraviesan, la fragilidad humana y su obstinación ante la naturaleza y un pequeño homenaje a la radio, capaz de albergar la pluralidad de voces que constituyen la ciudad y su particular idiosincrasia».
Aitor Oñederra leyó en 2010 en el periódico la noticia de la detención de varias personas que practicaban abortos en una clínica clandestina en Madrid. Sus clientes habituales eran emigrantes y prostitutas. 'Ur azpian lore' sigue a una joven china que trabaja en un bazar y que sufre abusos. «Han sido seis años de trabajo para rodar un drama mediante una animación digital 'frame a frame', pero también usando técnicas analógicas», explica el director guipuzcoano.
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