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Vanesa Fernández Guerra (Durango, 1980) cumple cuatro años al frente de Zinebi, el Festival Internacional de Cine Documental y Cortometraje de Bilbao, que este viernes clausura su 63 edición. Los Mikeldis de Honor a Margarethe von Trotta e Imanol Uribe han sido puntos ... álgidos de un certamen que el año pasado reunió a 8.000 espectadores, incluidos los que vieron parte de la programación en la plataforma Filmin. Procedente del ámbito universitario, Fernández Guerra defiende que el certamen ha calado en el público bilbaíno y que ha adquirido una repercusión internacional pese a su especialización en cortos y documentales.
–Margarethe von Trotta se alegró al descubrir a una mujer a cargo de Zinebi. Por desgracia, todavía no hay muchos festivales de cine con una directora al frente.
–Las cosas van cambiando. Todavía no hay muchas mujeres dirigiendo festivales, mientras vamos apareciendo en otros campos del cine, como la dirección y producción. Mar del Plata, un festival de categoría A que se celebra estos días, está liderado por Cecilia Barrionuevo; Eva Sangiorgi dirige Viennale; Rotterdam también tiene una mujer al frente...
–Queda que uno de los festivales grandes tenga una directora.
–Soy optimista, poco a poco. Esperemos que suceda.
–En el campo de la crítica, tradicionalmente copado por hombres, se ha producido una explosión de mujeres escribiendo de cine.
–Yo también tengo esa sensación y me alegro muchísimo. Antes no era tan común que todas las chicas que estudiaban Periodismo en la facultad decidieran dedicarse a la crítica o al periodismo cultural. Este año han venido a Zinebi muchas periodistas mujeres, se ha abierto una brecha.
–¿Por qué cree que no había apenas mujeres críticas de cine?
–Es interesante esa reflexión. Llevamos unas décadas con la mujer irrumpiendo en el campo de la producción y la dirección. Y últimamente en la parte técnica. Probablemente las nuevas tecnologías han podido acercar el consumo y el acercamiento de estas chicas al cine mientras estudiaban. Ha servido para que se empoderen para llevar a cabo críticas de películas.
–La apuesta de Zinebi por la igualdad es clara: jurados con mayoría femenina, gran presencia de directoras, ciclos, el encuentro de compositoras de cine...
–Las películas dirigidas por mujeres en las dos secciones competitivas están ahí por derecho propio. Cada vez recibimos más títulos de directoras de un modo natural, cortos y documentales de realizadoras emergentes, que se han sentido cómodas porque no necesitan tanta financiación como en un largometraje de ficción. El festival también busca un punto de encuentro y reflexión. En ediciones pasadas hicimos un focus de mujeres iraníes y palestinas, este año ha tocado México.
–San Sebastián también apostó por jurados femeninos y por eliminar el género en los premios de interpretación.
–La igualdad es un objetivo común, pero todos los comites de selección tenemos en cuenta el texto fílmico 'per se', hablamos de películas cuando discutimos cuál escoger.
–Es su cuarto año al frente de Zinebi. ¿En qué ha cambiado el festival?
–Llevo cuatro años y una pandemia de por medio... El año pasado hicimos un esfuerzo titánico para hacerlo presencial, a pesar de todas las restricciones. Solo pudo acudir la gente de la ciudad, pero es algo por lo que podemos sentirnos muy orgullosos. Zinebi ha cambiado en su presencia en el ámbito internacional, ahora tenemos la calificación EFA (Premios del Cine Europeo), un reconocimiento que implica que estemos muy conectados con el resto de festivales europeos. Ha cambiado también toda la parte de industria profesional dirigida al cine documental. Zinebi se ha abierto al espacio de encontrarnos y de reflexión desde un punto de vista muy amplio. El otro día presentaba Enrique Urbizu un libro, tenemos un encuentro de festivales internacionales, puedes ir con los niños a ver el último capítulo de 'Goazen'... Todo ello sin olvidar a nuestros creadores.
–¿Tiene cifras de espectadores de esta edición?
–La semana que viene. El año pasado tuvimos 8.000, contando los espectadores 'on line'. Este año esperamos muchos más. Estamos muy contentas porque la gente ha respondido y ha querido volver a las salas.
–¿Cree que Zinebi es un festival imbricado en la vida de la ciudad, que conquista al espectador bilbaíno?
–Sin duda. Aparte de Zinebi en noviembre, nosotros colaboramos con todos los festivales, con el cineclub FAS, el museo...
–¿No cree que el festival tiene una imagen demasiado elitista que puede retraer al espectador?
–No creo que Zinebi sea para nada elitista, es un festival mediano especializado en cortometrajes y documental. Dentro de una programación tan heterogénea encontramos de todo. Todos los documentales de la sección vasca no me parecen para nada elitistas y el público lo sabe. Beautiful Docs es una sección muy querida y para todos los públicos.
–¿Qué presupuesto tiene?
–610.000 euros.
–¿Se va a seguir sin buscar patrocinadores privados, al contrario que San Sebastián, Málaga y Valladolid?
–Zinebi cuenta con la ayuda del ICAA (Instituto de la Cinematografía, dependiente del Ministerio de Cultura), que este año ha triplicado su ayuda: de 10.000 euros a 30.000. Contamos con la ayuda de Europa Creativa, de Zineuskadi, de BBK, el Instituto Goethe... Todos los años tratamos de encontrar aliados.
–Afirma estar satisfecha de la repercusión internacional de Zinebi, ¿pero no le perjudica su coincidencia en fechas con Sevilla, que ronda los 80.000 espectadores?
–Nuestro calendario lo establece la FIAPF (Federación Internacional de Asociaciones de Productores Cinematográficos). Nosotros no podemos compararnos con Sevilla, somos cortometrajes y cine documental. En repercusión sí, porque desde hace unas ediciones tenemos a toda la prensa especializada: 'Fotogramas', 'Cahiers', 'Cinemanía', 'Dirigido por'... Toda la prensa española está aquí.
–En el nuevo panorama audiovisual que está patas arriba por la pandemia, con las salas agonizando y todos viendo series en las plataformas, ¿cómo puede afectar a los festivales de cine?
–Es un panorama difuso. Este año al fin pudimos ir a Cannes de manera presencial. Creo que los festivales presenciales siempre estaremos, porque nuestro cometido es ofrecer una programación novedosa para el público. Y ser un punto de encuentro con diferentes agentes. Si la pandemia remite, tenemos que volver a ser exclusivamente presenciales.
–Puede darse el caso de que el centro de Bilbao se quede sin salas, como ha ocurrido en otras capitales.
–No me lo imagino... Sería impensable. ¿En Bilbao? Son momentos muy duros para distribuidores y exhibidores, pero soy optimista. Esperemos que la pandemia remita poco a poco, está costando, pero la gente va a volver. Y conjugándolo con el consumo de series en casa, porque todo es compatible. Nos gusta salir a la calle y socializar, ir al cine y tomar algo.
–Recomiéndonos una película en salas.
–'Y quién lo impide', de Jonás Trueba. Me parece una propuesta super honesta de un gran director. Es una película larga pero disfruté muchísimo. Y me alegré un montón cuando los chavales protagonistas recibieron el premio de interpretación en San Sebastián.
'North Pole', un cortometraje de 15 minutos de nacionalidad macedonia y serbia dirigido por Marija Apcevska, ha obtenido el Gran Premio de Zinebi, dotado con 7.000 euros. Su protagonista es una adolescente que abandona un campo de fútbol cubierto de niebla en el que está tumbada junto a una compañera para dirigirse a un vestuario abarrotado. En su ánimo, perder la virginidad para encontrar, quizás, su lugar en el mundo.
El vitoriano Mel Arranz es acreedor del Gran Premio del Cine Vasco con la pieza de animación 'Azaletik azalera', imágenes a blanco y negro que se dirían hechas a carboncillo y que nos sumergen en la piel de una persona, cuyos pliegues y cavidades recorremos con las manos. El Gran Premio del Cine Español es para el documental 'Descartes', de Alejandro Alvarado y Concha Barquero, que recupera imágenes del documental 'Rocío', secuestrado judicialmente en los 80. El Gran Premio de la Competencia Internacional Zinebi First Film recae en el documental 'Rock Bottom Riser', de Fern Silva, que parte del gigantesco telescopio proyectado en la montaña sagrada de Hawái Mauna Kea.
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