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El festival de cine de Bilbao, Zinebi, se quedó descabezado inesperadamente a finales del año pasado tras la renuncia de su directora en las últimas seis ediciones, Vanesa Fernández Guerra, actual directora de Cultura y Euskera en EiTB, un cargo de nueva creación. La 66 ... edición del certamen, que se celebrará del 8 al 15 de noviembre, estrenará como nuevo director a Joseba Lopezortega (Bilbao, 1962), consultor en temas culturales, director de documentales sobre arte y comisario de exposiciones.
Lopezortega deberá dotar de una nueva identidad a un festival de cine que en su 65 edición reunió a 14.813 espectadores, una cifra similar a la alcanzada justo antes de la pandemia; mientras, certámenes como el de Sevilla o el FesTVal de Vitoria superan los 30.000 espectadores. Zinebi no ha conectado con la ciudadanía bilbaína por el caracter minoritario de su programación y la falta de invitados con tirón popular. Sin ir más lejos, el año pasado no vino por enfermedad el ganador del Mikeldi de Honor, el documentalista Frederick Wiseman. Solo dos de los siete directores vascos de los cortometrajes a concurso comparecieron para defenderlos.
– Ya estuvo vinculado a Zinebi hace muchos años.
– Entré en 1982, en el periodo de Manu Pagola. Escribía críticas de cine con 18 años en el diario 'Hierro'. Al año siguiente, formé parte de un comité de selección formado íntegramente por hombres. Yo venía del Cineclub FAS, que es clave en el mundo audiovisual de Bilbao, mucha gente que luego ha hecho carrera en el cine empezó allí.
– Acabó dirigiendo el festival.
– En 1988 firmé un contrato como director, todavía guardo una copia. Lo dirigí en solitario durante una edición, ya dentro del Arriaga, y en la siguiente entró un comité de dirección nombrado por el teatro.
– Su futuro profesional se encaminó a la gestión cultural.
– He hecho actividades audiovisuales de toda naturaleza, sobre todo muy relacionadas con la imagen de síntesis y la computación gráfica. Y siempre con una visión mixta entre el arte, la tecnología y la imagen.
– ¿Nunca ha formado parte del comité de selección?
– No. Ahora me he encontrado con que no están físicamente juntos, no pueden acalorarse. Esa falta de fragor resta parte del encanto que recuerdo, con aquellas discusiones en las que mucha gente fumaba. Es otra era.
– Ha sido designado director de Zinebi por libre designación, sin concurso público.
– Pertenezco al ámbito de la cultura y los audiovisuales. Ya hace unos años, cuando se supo que iba a haber una nueva dirección, tuve una vía de contacto, pero mis compromisos profesionales me impidieron involucrarme. Cuando Vanesa se fue me volvieron a preguntar si estaba interesado.
– ¿Le ofrece el cargo Gonzalo Olabarria, concejal de Cultura?
– Sí, es el presidente del Teatro Arriaga y por tanto presidente del Festival, que no tiene entidad jurídica. Hablamos sobre Zinebi y estábamos bastante de acuerdo. El consejo de administración aprueba el nombramiento en junio, así que llevo tres meses. Se hizo por libre designación porque es un cargo de confianza.
– ¿Por cuánto tiempo?
– Es un contrato que no tiene una vinculación temporal. Pueden ser unos pocos meses si me paso de presupuesto o si las cosas salen garrafalmente mal.
– Tiene una trayectoria como consultor, gestor cultural y crítico de música clásica. ¿Qué conocimiento tiene de los festivales de cine?
– Los festivales han proliferado, pero muchas cosas no han cambiado. Los festivales de cortos y de cine de animación, los que tenemos el reconocimiento de la Federación Internacional de Productores (FIAPF), seguimos siendo los mismos. Hay una sección oficial a concurso, unos contenidos retrospectivos o panorámicos y una parcela de industria. Conozco bien esa mecánica. Zinebi no ha estado en el abandono ni en la orfandad en los meses que no ha habido directora.
– ¿Sigue manteniendo el mismo equipo?
– Completamente. No he querido ver películas en el proceso de selección, que ya estaba bastante iniciado. Me preocupan mucho otros aspectos del festival, no decir esta película sí, esta no. Confío en los profesionales de Zinebi. Lo único que les he dicho es, sin caer en la censura, vamos a intentar no dar contenidos que atenten contra los valores de esta ciudad: cortos homófobos, machistas...
– ¿Qué aspectos le preocupan del festival?
– Si tuviera que resumirlo en una frase diría que Zinebi necesita red. Red con otras entidades, con el tejido cultural y universitario, con la ciudadanía. Necesita conexión y enraizamiento. Cuando vas a un festival como San Sebastián o a otros, todo el mundo en la ciudad sabe que se está celebrando. En Bilbao, pese a que se hace un esfuerzo, no siempre la gente sabe que se está celebrando un festival. Y si no lo sabe, no acude. Hay una asignatura que siempre ha estado pendiente.
– ¿Y eso a qué se debe?
– A la coyuntura de unos años en los que el festival era un espacio de libre expresión, donde se podían ver películas checas, rusas, cubanas, de la RDA... Hoy puedes ver esos contenidos en otras partes. También hay un declive en el hábito de ir al cine. Tenemos pantallas grandes en casa y experimentamos el audiovisual en solitario. El festival tiene que poner en marcha un diálogo mucho más horizontal con el ciudadano.
– ¿Zinebi ha tenido una imagen elitista, de 'cine raro'?
– Quizá estemos más cerca de lo que se puede entender por 'cine raro' que del cine comercial. Yo cuestiono esa etiqueta. Si hago un ciclo de 'Star Wars', sé que tiene un tirón popular. Un corto de un joven director polaco requiere otro tipo de actitud. Digamos que es un festival no raro, sino enfocado a gente madura intelectualmente, más que al gran público. Es algo indisociable a nuestra propia especialidad.
– Que son los cortos y los documentales.
– Cortos de animación y ficción, sí. Tenemos que potenciar la faceta documental. La animación es una vía fascinante, quiero trabajarla mucho. Tiene un carácter mucho más abierto que el documental.
– ¿Qué presupuesto maneja?
– Estará entre los 650.000 y 700.000 euros.
– ¿Cuántos espectadores hubo el último año?
– No sé la cifra exacta. Creo que entre 10.000 y 12.000.
– Eso incluye a los escolares que ven cortos por la mañana, los asistentes a exposiciones del festival...
– Enraizar el festival significa potenciar el diálogo con la ciudad. Que la ciudadanía diga: voy a ver películas.
– Luego hay dos problemas: dar a conocer el festival y lograr que el público acuda a las proyecciones.
–Necesitamos complicidad con los medios de comunicación, que haya una mirada común. Contar lo que se quiere hacer. Recuerdo una edición hace años, cuando vino Anthony Hopkins, que dio un Mikeldi en la clausura. Nadie se enteró. Sabemos que si destináramos miles de euros a traer a actores de relumbrón probablemente tendríamos una alfombra roja con cientos de personas. Eso no es propio de Bilbao. Somos un festival con una vocación formativa, de tejido cultural y económico. Yo pensaría en un festival de alfombra roja el día que Bilbao tenga una playa, y lo digo sin desdoro a San Sebastián. Cannes, Venecia... Son festivales que se asocian a ciudades turísticas.
– El FestVal en Vitoria congrega a más de 30.000 espectadores.
– La televisión y las series tienen un potencial de llamada terrible. A nosotros nos puede superar un festival temático como el Mendi Film Festival, que tiene una militancia enorme en el mundo de la montaña. Nuestra militancia se encuentra en un público mas bien joven. De ahí Zinebi Express, para que nos enseñen lo que hacen. La gente joven no ve ni largometrajes, está acostumbrada a narrativas audiovisuales muy cortas. Tenemos que llamar a la puerta de esos públicos.
– No se trata de replicar la alfombra roja de San Sebastián, pero sí se echa de menos la presencia de invitados con interés informativo. Tenemos el Guggenheim como sede del festival.
– Me encantaría potenciar la relación con el Guggenheim. Sin embargo, no representa un efecto llamada sobre el propio público de Bilbao. Este año tenemos dos Mikeldis de Honor. Me he encontrado con inversiones que no se deben hacer. Por limpieza de gestión no vamos a hacer ciertas cosas. No vamos a pagar para traer nombres de relumbrón. No vamos a traer a Anthony Hopkins, lo que no quita que se busque a gente de interés.
– ¿Se van a buscar patrocinadores privados, hasta ahora inexistentes?
– Es una tarea muy lenta, poco a poco. Todo lo que sea incrementar el presupuesto será bienvenido, aunque sean 500 euros. Puedo destinarlo a convertir el festival en un vecino al que los bilbaínos conocen.
– ¿Esta edición veremos otro Zinebi o no le va a dar tiempo?
– La gente que conoce bien el festival lo va a notar. Me he encontrado con un excelente cartel, se va a percibir que hay una nueva mirada. No quiero caer en el adanismo de cambiar cosas, respeto enormemente lo que se ha hecho en estos últimos meses.
– Zinebi coincide con el Festival de Sevilla, lo que le resta repercusión informativa. ¿Se van a revisar las fechas?
– No depende de nosotros, sino de la FIAPF. Necesitamos desplazarnos en el calendario, aunque Sevilla me hubiera inquietado con José Luis Cienfuegos, que ahora está en la Seminci. Lo ideal sería que Bilbao se celebrara a finales de noviembre, tal como ocurría antes.
– ¿Cuándo es la última vez que ha ido al cine?
– Vi 'El chico y la garza' de Hayao Miyazaki el año pasado.
– ¿Cuáles son las películas de su vida?
– Estoy feliz en el entorno del cine animado: checoslovaco, clásico americano, polaco, ruso, húngaro... Es un cine que conozco bien. También me gusta el cine italiano, me conmueve Sorrentino. Y cualquier película mala de Pedro Almodóvar me parece que tiene interés.
– ¿Teme que el centro de Bilbao se quede sin salas de cine?
–Ya tenemos un problema de carencia de salas. El epicentro de Zinebi son los Golem de Azkuna Zentroa, si cerraran tendríamos un severo problema. Necesitaríamos una sala polivalente, para que el festival se extendiera a lo largo del año. Se está perdiendo el cine en Bilbao, es una batalla complicada.
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