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Ni la vida ni la edad han conseguido quitarle a David Trueba las ganas de reír, como demostrará esta tarde en el Festival Ja! de Bilbao (19.00 horas, Sala BBK, entrada libre). A sus 50 recién cumplidos aún se parte con chistes incluso gamberros ... y escatológicos. «Porque no todo tiene que ser inteligente y sofisticado», apunta este razonador compulsivo. He aquí a un hombre con guasa que ha renunciado al whatsapp.
–¿Y eso por qué?
–Porque la gente es muy pesada. Resulta mucho más sintética por SMS y en esta vida hay que tener lo menos posible de todo. Yo es que soy muy 'zen'.
–El miércoles publica: 'El río baja sucio'. Un título digno de Greta Thunberg.
–¡Ja, ja, ja! Y en realidad algo tiene que ver... En la Biblia se dice que la vida es un largo río tranquilo. Yo hablo de cuando, siendo todavía adolescentes y puros, descubrimos que el río por el que circula nuestra vida está lleno de corrupción y problemas. Y hay que aprender a nadar en él.
–¿Le gusta la generación de Greta?
–Creo que han dado en la clave. Pero quizá deberían empezar por criticarse a sí mismos. No puedes estar comprando en Amazon y decir que los aviones contaminan. Acusan a sus abuelos cuando ellos son la generación más contaminante de la historia. La crítica debe empezar por uno mismo.
–Vamos, que la única revolución posible es la individual.
–Totalmente. Mi padre, al que yo no entendía muy bien, lo primero que hacía por las mañanas era barrer su acera. No iba nunca a criticar cómo de sucia tenía su casa el vecino. Si barriéramos todos nuestra acera al despertar, qué limpio estaría el mundo.
–¿Usted lo consigue?
–A ratos. De vez en cuando pasan los vecinos y se sorprenden de que barra. Me dicen: «Pero si eso lo tienen que hacer los barrenderos...» Y yo digo: bueno, entre todos barremos mejor.
–Habla en sentido literal.
–Sí, sí. El que quiera verme ahí me tiene. Uno hereda estas tonterías de sus padres, que luego de tonterías no tienen nada.
–¿Le dio un retortijón cuando anunciaron nuevas elecciones?
–Me lo temía porque los partidos son muy diferentes entre ellos.
–¿Diferentes o empeñados buscar las diferencias?
–Las dos cosas. Hay diferencias que a veces hacen muy difícil los acuerdos y en otros casos lo que hay es incompatibilidad de personalidades. Demasiado personalismo, demasiado liderazgo mal entendido. Al final, los grandes liderazgos son aquellos que no se notan.
–¿Irá a votar con pinza o sin pinza?
–Yo siempre voto con pinza en la nariz. Es imposible que se presente alguien que te guste al cien por cien.
–¿Le atrae Errejón como bisagra o éramos pocos y...?
–Je, je... Yo creo que Errejón y Pablo Iglesias han demostrado que más que bisagra lo que quieren es ser ellos, estar presentes, más allá de su partido y de su ideología. Sufren de una cosa muy común: que la persona sea más importante que la causa.
–Los CDR catalanes se reciclan en 'Tsunami Dèmocratic'. ¿Inquietante?
–Esperemos que eso no sea una película de terror y que acabe, como casi siempre, en una comedia a la española.
–Supongo que le duele Cataluña.
–Claro, siempre sufro por estas cosas. Soy un fanático de la convivencia, del ponernos de acuerdo en convivir pensando diferente. Pero tampoco se deben combatir las mentiras con otras mentiras. Hay que intentar defender una verdad y tratar de escuchar las razones de unos y otros.
–«Soy un muro contra patrias y banderas», ha dicho. ¿Contra todas por igual?
–Todos los nacionalismos me producen alergia. Pero en el nacionalismo español te sientes más implicado porque parece que te tiene que representar. El que se alza en nuestro nombre es el primero que debemos dinamitar, y luego todos los demás. Recomendaría a catalanes y vascos que empiecen por dinamitar el suyo.
–Hubo una izquierda en los 80 que se sentía española sin complejos. ¿Ahora ser español es solo de derechas?
–Siempre ha habido un intento por parte de la derecha de apropiarse de eso pero hay que evitarlo a toda costa. Yo creo que ser español es ser de Cervantes, de Lorca, de Unamuno y de Baroja, sinónimo de heterodoxo, librepensador e inasequible al desaliento.
–Se lo decía por su hermano Fernando...
–Ahí fueron mal entendidas sus palabras o él no supo explicarse bien. Lo que él quería decir era precisamente que no hay que ir con la bandera por delante para ser un patriota sino haciendo las cosas bien y sintiendo el cariño por tu país en función también del cariño que tú has recibido, y de sentirte muy orgulloso de lo que haces porque te representa a ti y a los tuyos.
–Dice que «la violencia de género nos implica a todos». Sin embargo, usted ha demostrado estar en las antípodas del 'la maté porque era mía'.
–Pues también soy machista seguramente. Es imposible sacudirte siglos y siglos de machismo. Todos debemos estar muy atentos. Pero lo que es evidente es que existe un crimen contra una mujer por el hecho de serlo, de ser libre, separarse, elegir su propia vida. Y no se puede negar que ese crimen no se parece en nada a los demás crímenes. Y es un problema social. Son padres de familia que están dispuestos a exterminar a sus mujer o a sus hijos porque no les dejan seguir siendo poseedores de la vida de otros, eso es intolerable y hay que sacárselo de la cabeza a los hombres que piensan así.
–Su elegancia a la hora de asumir el desamor es mítica.
–Eso se hace de una manera muy sencilla. Cuando te enamoras no le haces a la otra personar renunciar a ser alguien individual, con su propio criterio. Aquí nadie posee a nadie. No existe el amor en la posesión. Quien no acepta la libertad de los demás no acepta tampoco la suya propia.
–Aunque duela.
–Es que todo lo que nos gusta puede doler, por su ausencia, por su exterminio... Uno quiere mucho a sus padres pero sabe que algún día morirán. ¿Por evitar el dolor de su muerte preferirías no tenerlos? Es absurdo. Hay que ser valiente.
–¿Y dónde está esa parte suya 'cromañona' y visceral?
–Si alguien piensa que soy perfecto está equivocadísimo. Yo también soy un 'cromañón' y todavía tengo valores machistas metidos dentro de mí. Pero quizás soy más consciente en algunos momentos y trato de superarlos.
–Supongo que sigue sin contarles las penas a los amigos. Que les divierta...
–Eso, que les divierta su p... madre, ja, ja, ja... No. Sí se las cuento a veces pero trato de no ser pesado.
–¿Aunque luego las aireen por ahí?
–A los amigos les concedo todas las deficiencias posibles porque les quiero. Como ellos me las concederán a mí, seguro.
–¿Todavía no le ha llegado por segunda vez ese amor que descoloca?
–(Largo suspiro) Uyyyy... No sé. Déjelo ahí. Podría estar rondando.
–¿Se le ha caído el mito de Woody Allen?
–Creo que es un caso que no se parece en nada a los demás. Es un juicio que tiene mucho que ver con una separación brutal donde se han echado mucha mierda el uno al otro. Quizás deberíamos ser prudentes. Lo bueno que tiene el MeToo es que denuncia un comportamiento repetitivo, donde hay varias mujeres que acusan, como el caso Weinstein, por ejemplo, que es evidente que es un ser deleznable.
–¿Y el de Plácido Domingo?
–No lo conozco en persona. Solo si hay un patrón de comportamiento habitual podemos aventurarnos a una especie de juicio. Si es un caso único, debemos ser prudentes y no juzgar tan alegremente.
–¿Cuál es su propia fe, que diría Brassens?
–Sigo creyendo en que la gente, cuando la tratas y la conoces en la intimidad, es salvable.
–¿Incluso los de Vox?
–-Sí, por supuesto. Creo que los de Vox son personas seducidas por una receta facilona. Cuando se acerquen a la verdad verán que esas recetas facilonas no existen.
–¿Por qué no se dedica usted a la política?
–Ja, ja, ja... No me desee tanto mal. Jamás me dejaré llevar por las prioridades de los partidos, que suelen consistir en enfrentarnos los unos a los otros. Creo que los unos y los otros tenemos muchísimo más que compartir de lo que nos dejan.
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