«Nos sentimos protagonistas de nuestra propia historia, pero somos secundarios de las vidas de otros»

Este es su primer rodaje en la dirección y producción, ¿cómo lo afronta?

Tenía claro que tenía que ser algo que pudiese controlar. Y este guión es la adaptación de una obra que hicimos hace cuatro o cinco años. Pocas localizaciones, poco reparto y un texto que he interpretado y dirigido dos veces. Quería ir sobreseguro; aunque, como todo, luego es más grande de lo que uno piensa.

¿Qué le ha llevado a dar este salto?

Cuando estudié Bellas Artes, hice algunos cortos y estuvo muy bien, pero luego me centré en el teatro. Esto era algo que estaba ahí latente y aunque tengo mis experiencias como actor en el cine, lo veía inaccesible.

Con la fórmula de incentivos fiscales de la Diputación de Bizkaia están viniendo un montón de productoras a rodar aquí. Eso permite que compañías como la mía, que es una productora de teatro y audiovisual en el origen, nos animemos a dar el salto. Bueno, el salto no hacia adelante, sino hacia otro lado.

¿Cómo están siendo los primeros pasos?

El otro día hicimos la lectura con las actrices y con uno de los actores en Madrid y fue 'guay'. Tener el control del texto permite darles pautas y unas marcas, porque sobre todo esta película va de interpretaciones.

¿Cine o teatro?

A ver, yo soy carne de teatro porque llevo toda mi vida haciendo teatro, como actor y como director. Tantos que igual he perdido, incluso, un poco lo que es el lenguaje audiovisual. Las nuevas generaciones tienen otro tipo de estructura en la cabeza. Yo lo que puedo aportar es la dirección del reparto. Me gustan las dos cosas; como actor y como director me gusta estar en la salsa, estar en el origen, desde la creación. Y en esta ocasión, además, como somos producción, elegimos lo que queremos hacer y vamos eligiendo el casting, el equipo técnico y es lo mismo que hacemos en el teatro.

¿Cómo es sobrevivir dedicándose al teatro?

Desde que empecé la carrera de Bellas Artes, que para mí era muy importante, he estado en grupos de teatro y siempre he ganado dinero, de una manera o de otra. Y he ido creciendo como creador y montando mis propias estructuras o mis compañías. Desde el minuto uno tenía claro que tenía que vivir de esto. Yo quería trabajar de actor, entonces me formé también como actor.

Sus últimas producciones tratan sobre relaciones personales; ¿qué es lo que le atrae de explorar las relaciones?

Este es el sexto proyecto con David Caiña, un autor que todavía sigue siendo joven e indaga mucho en las miserias; empatiza mucho con los personajes. Esta obra fue la tercera colaboración que hicimos y la creamos en una furgoneta volviendo de un bolo. Cuando se habla de relaciones parece que no se habla de mucho y se habla de todo. Tiene una manera de escribir que encaja muy bien con el público.

¿Necesita el público ver estas miserias en el cine o el teatro para comprenderlas y no sentirse tan ajenos a ellas?

Exacto. Yo creo que el público en estas obras se siente identificado con alguno de los personajes, porque son muy ricas en cuanto a los diferentes puntos de vista. De eso trata precisamente esta película, de los puntos de vista, de cómo cada uno nos sentimos protagonistas de nuestra propia historia, pero en el fondo también somos secundarios de las vidas de otros. No todo gira a nuestro alrededor.

¿De dónde parte esta historia?

Arranca de una amiga que se salta el primer mandamiento de la amistad: «Nunca te enrollarás ni sentimentalmente ni sexualmente con los ex de tus amigos». En cada momento cambia la forma en la que se relacionan las personas, pero, en el fondo, el egoísmo o sentirnos el centro del universo sigue estando ahí.

Hay actores y actrices con los que repite, ¿cómo elige el reparto?

En la versión teatral estaban Maribel Salas, Gema Martínez y Mitxel Santamarina. Y la duda era si mantener el mismo equipo o intentar proyectarlo un poco más hacia otro lado.

Sobre todo por un tema de edad, que en el teatro encaja más que en el cine. A la hora de hacer el casting hay que afinar un poquito más. Finalmente conseguimos a Macarena Gómez y María Hervás, que son maravillosas. Hicieron una lectura genial. Tengo muchas ganas de encontrarlas en la sala de ensayos. Yeyo Bayeyo, que es mi compañero y con el que hemos lanzado esta aventura, hemos metido un papelito más, algunos cameos. Él ha tirado de Antonia San Juan, porque tiene una relación laboral y de amistad muy importante, y yo de Lola Baldrich, que es curioso verla hacer de enfermera otra vez.

¿El rodaje va a ser todo en Portugalete y empieza en septiembre?

Se va a rodar toda en Vizcaya, la mayoría del tiempo en el hotel de Portugalete, en el Puente Colgante. Y luego en algunas residencias, convirtiéndolo en un hospital o una casa, pero muy poquito.

Empezamos y terminamos en septiembre. Es una película cortita de rodaje, porque se desarrolla prácticamente todo en el mismo sitio. Y estoy contento porque, siendo portugalujo, poder mostrar mi ciudad, mi pueblo, y algo tan significativo como el Puente Colgante, que va a estar ahí presente, es una estampa muy bonita.

¿Cómo van a distribuir? ¿Primero cine, luego plataformas…?

El objetivo es primero cine, luego plataformas y luego televisión. Nos gustaría estar en un festival así importante para inaugurarlo, pero ya se verá.

Con Macarena Gómez a la cabeza, puede ser un imán…

Sí, sí, y María Hervás también, ha sido casualidad que esté disponible, porque en 2025 tiene todo cogido y encima ha dejado de hacer algún proyecto más ambicioso y más grande porque se había comprometido con nosotros y porque le ha encantado el texto.