
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La resurrección fastuosa de los Globos de Oro ha sido providencial. Mayormente para el negocio, ya sea para el cine y su taquilla, para la ... televisión o también para la alta costura y la alta joyería, que son el combustible esencial del glamour. Con la taquilla global del cine todavía un 20% por debajo de las cifras pre-pandémicas, con el desprestigio que asolaba a estos premios, con los 'ratings' televisivos precedentes en mínimos y con una larga huelga que paralizó los departamentos de PR y 'celebrities' en la industria de la moda, los octogenarios Globos de Oro fueron el bálsamo deseado en la rehabilitación del negocio integral.
Hábilmente, por supuesto, al convertir los premios en una empresa lucrativa comprada por la Corporación Penske, al sustituir los corresponsales de la prensa extranjera por un jurado de 300 periodistas del 'entertainment', al cambiar la NBC por la CBS para recuperar audiencia, la comida formal del Beverly Hilton por el sushi de Nobu Matsuhisa y la alfombra color champán de los últimos Oscar por el rojo de siempre, mucho mejor para el contraste o el match de colores.
Naturalmente la contienda era triple, es decir, entre 'Barbenheimer', el gran dúo taquillero y antitético de 'Barbie' y 'Oppenheimer'; y 'Asesinos de la luna', la película de tres monarcas de Hollywood: De Caprio, De Niro y Scorsese. Han ganado Nolan y su 'Oppenheimer' con cinco premios, a 'Barbie' se le reconoce su notable aportación al negocio, a 'Asesinos de la luna' le cae una pedrea de interpretación y 'Succession' arrasa en televisión. Todo estupendo, salvo que en la fiesta la diversión tradicional de estos premios no funcionó, dado que el monologuismo de Jo Koy no entusiasmó, que a Robert Downey Jr. no le siguió nadie cuando dijo que había tomado un betabloqueante o que a Jennifer Lawrence solo le respondieron los memes cuando dijo que se largaba si no le premiaban.
Menos mal que la alta costura, con el rojo sobre rojo, el blanco y negro, los tonos pálidos y los encajes acudieron al rescate de esta resurrección del negocio, con menos corbatas y pajaritas en el atuendo masculino, con el 'tailleur' rosa ultra-glamuroso en lentejuelas y con envoltura de tul de Margot Robbie, el violín Schiaparelli como un Ingres de Dua Lipa, con el corte columna metalizado de Taylor Swift, con el diseño floral cubierto de cristales de Emma Stone, con ese Prada palabra de honor y larga cola en rojo de una Ayo Edebiri luciendo pedrería de Boucheron o incluso con ese estilo impresionista del Dior espectacular de Natalie Portman, de la que el maestro de Granville habría dicho que ella era, sí, la moda convertida en espectáculo teatral.
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