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«No está permitido quejarse cuando tenemos tantos compañeros que no tienen la fortuna de trabajar». De esta manera habla David Pérez Sañudo (Bilbao, 1987) cuando se le pregunta por la ajetreada agenda de compromisos a los que tiene que hacer frente. Su segunda película ' ... Azken Erromantikoak (Los últimos románticos)', adaptación de la novela de Txani Rodríguez, se presenta en el Festival de Cine Europeo de Sevilla esta próxima semana y llega a los cines el 15 de noviembre. A esos compromisos de presentación se le suma que se encuentra inmerso en el rodaje de su tercer largometraje 'Sacamantecas', que viajará por diferentes puntos de Álava durante las próximas semanas con un centro de operaciones en Vitoria, ciudad en la que empezó a desarrollarse como cineasta.
En 'Los últimos románticos', Pérez narra la historia de Irune (Miren Gaztañaga), una mujer insegura y solitaria que trabaja en una fábrica de papel situada a las afueras de un pueblo industrial en Álava. «Ese ambiente y su peso social era muy importante», explica acerca de una cinta que pasea por diferentes géneros como el drama social y la comedia romántica sacando brillo a un paisaje industrial en horas bajas.
- Depende de quien vea la película, habrá a quien le parezca que hacer papiroflexia y flores de papel, esa imagen tan potente, es lo más romántico que nos muestra. ¿Qué imagen tenía en la cabeza o le sugería lo romántico?
- Esa es la clave de la película, preguntarnos qué es lo romántico. Porque en una primera línea lo romántico tiene que ver con la idealización del otro, con la historia de amor. Y también se encuentra la visión de lo romántico como idea de lo cursi, como idealización de algo casi divino.
Pero también tiene que ver con la novedad y muchas otras cosas, como mitificar un pasado y algo que no vuelve.
- Como una industria amenazada por cierres, como refleja la película.
- Es algo que se puede vincular a territorios industriales que han visto alterada una prosperidad, o por lo menos el nutriente de esa prosperidad.
- La película se localiza en la periferia.
- Podría ser de Bizkaia o Llodio, donde también rodamos. Lo que nos interesaba era reflejar un lugar en el que en los años 90 la economía se veía muy próspera y con mucha actividad. Y ahora hay otro tipo de forma de vida. Entonces había unos parámetros sociales de tal manera que se iba a trabajar, sonaba una sirena y se salía. Era un ambiente de pueblo y de un tipo de bares que ya no existe.
- ¿Cómo se registran esos cambios en la cinta?
- La película intenta poco a poco abrirse. Partiendo de algo muy sórdido o muy opaco, austero incluso, va abrazando géneros como la comedia romántica e incluso el melodrama.
- Uno de los comentarios que se repetían al anunciarse que iba a adaptar este libro es que era muy difícil. Pero incluso hay diálogos de la novela de Txani Rodríguez que se trasladan, no es una versión tan libre.
- No es una versión libre, pero la novela está llena de pensamiento y reflexión. Cuando se adapta una novela hay un material de partida que interesa y hay que intentar detectar cuáles son esas partes fundamentales. Tanto para nosotros como para los productores y el propio lector. El personaje de Irune es muy interesante, sobre todo por lo que piensa. Y eso no nos valía para materializarlo porque tenemos muy claro que no queríamos una voz en off ni hacer una historia en la línea de 'Amelie', por ejemplo.
- No ha sido fácil.
- Teníamos que ver cómo hacer que este personaje tan característico de Irune lo fuera de manera física y tangible. Teníamos que ir explorando relaciones con otros personajes para ver qué tal... A ver si era posible que esas frases tan ingeniosas se escuchasen.
- Pasaron varios días en una casa rural para preparar el personaje. ¿Cómo fue?
- Hicimos un encierro de tres días con los cuatro actores principales. De alguna manera queríamos trabajar a fondo su construcción y luego continuamos con muchísimos ensayos. Tuvimos que dedicar mucha energía a ello.
- De alguna manera 'Azken erromantikoak' conecta con su ópera prima 'Ane'. Un personaje femenino muy personal, localizaciones de barrios periféricos y conflictos sociales de fondo. ¿Son temas a los que volver?
- Surge de una forma involuntaria, pero no es una idea de partida. De hecho, casi que uno intenta luchar contra ello para no caer en esa idea de dar al espectador lo que espera simplemente porque ha visto una película anterior.
- ¿Esa etiqueta de cine de autor no le obsesiona?
- Es que me parece un término agotado. A día de hoy hay miles de ejemplos de autores y de autoras que desde el cine industrial tienen una gran marca autoral. Además, el cine es un arte muy colectivo y ya bastante hipotecados estamos con los festivales, que intentan generar unas marcas, unas figuras y nombres. Entiendo que sea etiquetable como cine de autor, pero creo que es muy perversa y a veces intenta dejar fuera a gente.
- Esta película surge de la colaboración de la productora andaluza La Claqueta y la vitoriana Amania Films. Se rodó en Euskadi con una pequeña parte en Andalucía. Según el portal especializado 'Variety', ambas empresas se han asociado. ¿Cómo ha sido esta vinculación?
- Hay una participación de La Claqueta en Amania y también en el estudio de postproducción de La Claqueta, que se llama Antípodas. La idea esa abrir un estudio en el País Vasco próximamente y hacer una colaboración entre territorios, desarrollar proyectos entre Euskadi y Andalucía. Es una decisión pensada para fortalecer la estructura y que viene dada también por propuestas de proyectos que han llegado, que se pueden materializar en los próximos meses y en los próximos años.
- ¿Ha tenido vacaciones desde que salió su ópera prima 'Ane' (2020), ganadora de tres premios Goya? ¿Ha parado en algún momento?
- Ha habido años intensos de mucha escritura y he tenido la fortuna de poder trabajar en cortos, aunque algún proyecto finalmente se ha caído. Pero hay escenarios peores y no está permitido quejarse. Sobre todo cuando cuesta tanto levantar una película y hay tantos compañeros que no han tenido la fortuna de hacerlo.
- ¿Entre esos proyectos que se han caído se encuentra 'Cavando fosas' o la película sobre el caso Contador?
- La película del caso Contador, '50 y pico gramos' no se ha caído, pero la financiación de otros proyectos ha ido más rápido y lo tenemos pausado para retomarlo después. 'Cava dos fosas' sí que fue un proyecto que se cayó porque hubo cambios en la cadena encargada.
- Se encuentra inmerso en el rodaje de una gran producción 'Sacamantecas', con más de 3.000 figurantes y protagonizada por Antonio de la Torre y Patricia López. ¿Cómo es trabajar con ellos?
- Es maravilloso. No puedo hablar mucho de 'Sacamantecas', pero son dos actores estupendos. A Patricia la conocía ( 'Ane', 'Agrio') e intentas ayudarles y aprender de ellos también por la gran experiencia que tienen en otras películas. Intento ayudarles lo máximo y sacar el máximo rendimiento y potencial de lo que pueden dar.
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