![Morricone y Williams, premios Princesa de Asturias.](https://s3.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202006/06/media/cortadas/premio-morricone-williams-kgV-U110424420244k9B-624x385@El%20Correo.jpg)
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Un premio para dos gigantes del cine
Princesa de Asturias de las Artes ·
El jurado ha valorado su capacidad para «traspasar géneros y fronteras» y crear algunas de las composiciones más icónicas del séptimo arteSecciones
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Princesa de Asturias de las Artes ·
El jurado ha valorado su capacidad para «traspasar géneros y fronteras» y crear algunas de las composiciones más icónicas del séptimo arteSon los últimos representantes de una manera de hacer música que viene de la era dorada del cine y ahora ya apenas se da en el llamado séptimo arte. Ennio Morricone y John Williams han creado buena parte de las mejores bandas sonoras del ... último medio siglo. Ayer, el jurado del premio Princesa de Asturias de las Artes optó por la candidatura conjunta de ambos, una apuesta segura porque no hay autores de música cinematográfica -aunque ambos tienen otras obras- más apreciados y respetados por los espectadores, los aficionados a la música y sus propios colegas.
Como indica el acta del jurado, presidido por Miguel Zugaza y que excepcionalmente ha deliberado por videoconferencia, ambos «han enriquecido con su talento cientos de películas. Mientras Morricone construyó su reputación poniendo música desde Europa al lejano oeste americano, Williams trasladó el espíritu de la tradición sinfónica vienesa a grandes éxitos de Hollywood». El jurado destaca también su capacidad para «traspasar géneros y fronteras» y de esa manera crear algunas de las más inconfundibles partituras de Historia del cine. Con trayectorias singularmente paralelas -ambos comenzaron con películas de acción y alcanzaron el cielo con partituras como las de 'Cinema Paradiso' y 'La lista de Schindler', pura emoción-, Morricone y Williams han trabajado para los grandes cineastas de su tiempo. El primero habló ayer del «amor y el compromiso hacia la música» que comparten ambos. También se refirió a que, más allá de los premios, lo más importante para él es la satisfacción del público. Los dos compositores, virtualmente retirados, recibirán una escultura de Miró, un diploma, una insignia y la cantidad en metálico de 50.000 euros.
Ennio Morricone
Totó, convertido en un famoso cineasta, asiste a la proyección de un rollo de película que le ha dejado a modo de herencia Alfredo, el proyeccionista del cine de su pueblo. La pantalla se ilumina con todos los besos de decenas de filmes que los censores le obligaron a cortar. 'Cinema Paradiso' termina con esa escena en la que suena la música de Ennio Morricone y los espectadores salen de la sala con los ojos humedecidos por la emoción que ha creado no tanto la sucesión de planos como la partitura. Esa es la magia de Morricone (Roma, 1928), un niño prodigio formado en la Academia de Santa Cecilia, donde los grandes de la clásica italiana daban clase, que alcanzó la fama con los 'spaghetti western' de Leone (¿quién no recuerda tantos años después la música de 'La muerte tenía un precio'?). Una paradoja: un italiano se convirtió en el creador del sonido icónico del más estadounidense de los géneros.
A lo largo de medio millar de películas y producciones, Morricone ha trabajado para directores como Bertolucci, Passolini, De Palma, Stone, Joffé y Tarantino (también para Almodóvar, pero la experiencia no gustó a ninguno de los dos) y se ha permitido innovar incorporando a sus partituras sonidos no estrictamente musicales y usando instrumentos tradicionales o propios de culturas autóctonas. Es exactamente lo que hizo en 'La misión', para la que escribió una banda sonora que muchos profesionales del sector consideran sencillamente perfecta.
Todo eso lo ha hecho trabajando a un ritmo frenético, aunque inferior al de Bach, como suele decir con ironía cuando le preguntan por su prodigiosa creatividad. Bach es, junto con Stranvinski, una de las grandes referencias de un compositor famoso por su carácter poco acomodaticio, que durante un tiempo sufrió la frustración de que sus obras 'clásicas' tenían un escaso recorrido en los auditorios. Algo bien distinto de lo que pasó con sus arreglos pop en los años de formación. También había sido trompetista en clubes de jazz y había compuesto música que firmaban otros. Desde hace muchos años está en el Olimpo. En octubre bajará de allí para ir a Oviedo.
John Williams
Cuando Steven Spielberg le contó los detalles de su proyecto de filmar 'La lista de Schindler' para que fuera preparando la banda sonora, John Williams (Nueva York, 1932), le hizo una confesión. Fue una respuesta inesperada en alguien que había escrito las partituras de 'La aventura del Poseidón', 'Tiburón', 'La guerra de las galaxias', 'ET', 'En busca del arca perdida', una verdadera sucesión de éxitos dentro de los géneros de catástrofe y acción en los que parecía haberse especializado en una carrera en la que había logrado hasta ese momento cuatro Oscar (aunque uno de ellos por 'El violinista en el tejado', un filme muy distinto). Pero al escuchar la historia de los judíos de Cracovia, Williams reconoció que había compositores mejores que él para ese trabajo. La respuesta del director es Historia: «Lo sé, pero todos están muertos». Williams aceptó el reto y escribió una de las más bellas y estremecedoras bandas sonoras de todos los tiempos. Una música contra el imperio del mal, de un tono bien distinto al de 'Star Wars'. Fue su quinto Oscar, de un total de 52 nominaciones. Nadie, salvo Walt Disney, ha conseguido algo así.
Williams se formó en la Juilliard y recibió clases de Castelnuovo-Tedesco. Al igual que Morricone, se fogueó en mil arreglos para el pop, tocó el piano en clubes de Nueva York y se impregnó de un estilo de gran sinfonismo heredero de Wagner que en el cine plasman Steiner, Korngold y Herrmann, con quien trabajó.
Su nombre está fuertemente vinculado al de Spielberg, porque ha escrito la música de la mayoría de sus películas. También fue él quien lo puso en contacto con George Lucas cuando estaba en marcha la producción de 'Star Wars'. El resultado lo conocen incluso quienes jamás han ido al cine.
Su influencia desborda los límites del séptimo arte. Tiene un amplio catálogo de obras 'clásicas', ha hecho fanfarrias para los Juegos de Los Ángeles y la Estatua de la Libertad y fue requerido por Obama para que escribiera la pieza que sonó en su toma de posesión. Todo eso lo convierte en el compositor más célebre de un mundo global.
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