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Dolores Ibárruri en una imagen del documental.
Pasionaria, la comunista de luto que perdió cinco hijos y fue un mito del siglo XX

Pasionaria, la comunista de luto que perdió cinco hijos y fue un mito del siglo XX

Un documental en Málaga de los productores de 'La infiltrada' reivindica la trascendencia histórica de la política de Gallarta, la primera mujer que dirigió un partido en España

Oskar Belategui

Málaga

Lunes, 17 de marzo 2025

Ahora que la batalla cultural de la derecha ha logrado que «comunista» sea un insulto, reconforta recuperar las imágenes del funeral de Dolores Ibárruri en 1989, con ciudadanos anónimos que levantaban el puño junto a su féretro y rompían a llorar. 400.000 españoles salieron a las calles de Madrid a despedir a un mito del siglo XX, que murió a los 93 años, tres días después de la caída del telón de acero soviético, y a la que siempre recordamos de luto eterno, con el pelo recogido y el aire severo y austero. En el acto en la Plaza de Colón, que organizó el actor Juan Diego, el secretario general del PCE, Julio Anguita, pronunció: «Duerme compañera Ibarruri, reposa camarada Pasionaria, sueña dulcemente madre Dolores».

En el Festival de Málaga se ha escuchado muy fuerte esa hermosa música que es La Internacional, ya ausente de la vida pública, gracias a un documental que arranca con el logo de Bowfinger, la productora de Santiago Segura y María Luisa Gutiérrez. Los artífices del éxito de 'La infiltrada' reivindican la trascendencia histórica de una mujer que escapó del destino que le correspondía, malvivir en la Gallarta minera, y que acabó como protagonista de los libros de Historia.

Dolores Ibarruri durante la Guerra Civil, llamando a la defensa de Madrid de las tropas sublevadas.

Los más jóvenes desconocen su figura y los mayores rememoramos sobre todo su regreso a España en 1977, un mes después de la legalización del PCE. Su imagen del brazo de Rafael Alberti en el Congreso de los Diputados, ambos los parlamentarios de más edad, y el apretón de manos de aquella octogenaria al presidente Adolfo Suárez simbolizaban la reconciliación de España.

El documental dirigido por Amparo Climent comienza a los sones del 'Txoria txori' de Mikel Laboa mientras la cámara sobrevuela las explotaciones mineras a cielo abierto de la Margen Izquierda. Allí nació en 1895 la hija de un artillero de mina, carlista y analfabeto, y una ama de casa, que al contrario que otros niños escapó de la mina y del servicio doméstico y pudo permanecer en la escuela hasta los 15 años. La gran suerte de la familia fue que les tocó el premio Gordo de la Lotería, por lo que pudieron comprar una casa y tener dinero en la cartilla.

Ávida lectora en la Casa del Pueblo del Partido Socialista, Dolores quería ser maestra y se podía haber pagado la carrera, pero los vecinos convencieron a sus padres de que a la hija de un minero no le iban a dar una escuela. Trabajó de empleada doméstica y de costurera. Cuando se casó a los 20 años ya iba de negro por la muerte de un hermano. Nunca se quitó el luto. Perdió a cuatro hijas -Esther, Azucena, Amagoya y Eva- por las míseras condiciones de vida en Gallarta. Las enterró en cajas proporcionadas por el tendero porque no había para ataúdes. Solo una de ellas estaba bautizada y pudo reposar en el cementerio. Ya en el exilio, vio morir a su hijo Rubén, teniente del Ejército soviético, en el asedio a Stalingrado en 1942.

Pasionaria junto a un soldado en la guerra.

La primera mujer secretaria general de un partido en España no procedía de familia burguesa ni pasó por la universidad, como otras políticas de la época. Ibarruri cuenta en el documental que su toma de conciencia política surgió al advertir las condiciones de vida de los mineros, «que trabajaban 14 horas diarias». «Se iban de casa de noche y volvían de noche, había que llevarles la comida a la mina. De la rebelión pasé al socialismo para acabar con la explotación capitalista». En 1931, cuando se proclama la II República, la mujer que nació «para dar dirección a los vientos», como expresó Miguel Hernández en su poema 'Pasionaria', deja de ser un ama de casa y marcha a Madrid a trabajar en el diario comunista 'Mundo obrero'.

La voz de Pasionaria, el seudónimo que eligió para sus escritos una Semana Santa, arengó a un país el fatídico día del Alzamiento desde el Ministerio del Interior. Suyos son el «¡no pasarán!» y «más vale morir de pie que vivir de rodillas». Cuando tuvo que dejar España era diputada por Asturias. Y cuando regresó 40 años más tarde también lo fue. Algunos la acusaron de actuar al dictado de Moscú, pero siempre abominó de los excesos del trotskismo y el estalinismo. Su oratoria, confiesa en el filme, procedía de los sermones de la misa, como profunda católica que era. En plena Guerra Civil salvó un convento de las iras republicanas. Las monjas, durante la Dictadura, la tenían presente en sus oraciones.

Ibérruri regresa a España en 1977 junto a su hija Amaya. Efe

«Me es difícil juzgar a Dolores Ibárruri como abuela, porque no he tenido otra», ríe su nieta, Lola Ruiz-Ibárruri Sergueyeva, que vivió con ella durante tres décadas en Rusia y España. La guardiana de su archivo personal -más de 150 cajas llenas de cartas, documentos y escritos- recuerda a «una mujer vasca, con todas las de la ley». «Exigente, bastante rígida. No era sentimental, se guardaba los sentimientos. Una persona de una enorme disciplina, con convencimientos muy bien estructurados».

Según su nieta, Pasionaria proyectaba siempre hacia el futuro su vida y la de su familia. «Ese es su legado más importante, no hay que llorar el pasado, sino construirse su futuro. No se puede ser rehén del pasado, sino arquitecto del futuro». Cuando al fin regresó a España, ¿fueron años de relajación y felicidad? «Experimentó grandes frustraciones», explica Ruiz-Ibárruri. «Siempre recordaba su Gallarta natal y cuando regresó se encontró con un enorme socavón. Habían desaparecido su casa, su iglesia, su colegio. No quedaba nada de la Gallarta idealizada que guardaba en su memoria. No tenía la patria chica».

Lola Ruiz-Ibárruri, nieta de Pasionaria, y la directora Amparo Climent. O. Belategui

Aquella octogenaria hacía balance de una trágica existencia, en la que se le habían muerto cinco de sus seis hijos. «Una herida que jamás cicatrizó y siempre tuvo muy presente», resume Lola Ruiz-Ibárruri, una mujer con mil historias cuyo padre se crió con Stalin y que trató a Pablo Neruda, Fidel Castro, Rostropóvich y Jorge Semprún. «A Dolores no le importaba la Historia, estaba centrada en mejorar la vida de los trabajadores y que España fuera democrática. Perdió sus raíces y tituló sus memorias 'El único camino', lo que indica que era mujer fiel y de voluntad, fiel a sus compromisos».

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