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Hubo un tiempo no tan lejano en el que el rodaje de un cortometraje en Bilbao era un acontecimiento. En el recuerdo, permanecen hitos como ... el salto de un Seat Ibiza rojo sobre el Puente de Deusto entreabierto en 'Adiós pequeña', de Imanol Uribe, allá por 1986, y James Bond-Pierce Brosnan descolgándose por una fachada de la Alameda Mazarredo en 'El mundo no es suficiente' (1999).
De la sequía absoluta hemos pasado a una inundación de películas y series gracias a los incentivos fiscales, que han hecho realidad el sueño de los llorados hermanos Ibarretxe, que fantaseaban con un cartel gigantesco en lo alto del monte Serantes: 'Bilbollywood'. En las últimas semanas he seguido el rodaje de la producción más ambiciosa que tendremos en Euskadi este año, 'Kill Jackie', una serie británica para Amazon Prime Video protagonizada por Catherine Zeta-Jones. Y dos cosas me han llamado la atención.
Primero, la fascinación que despiertan las estrellas, aunque, como en el caso de la mujer de Michael Douglas, haga muchos años que no disfruta de un éxito de taquilla. Segundo, el incordio cotidiano que supone el corte de calles y las restricciones a la movilidad. Durante la grabación de una secuencia de persecución en las escaleras de Solokoetxe los vecinos no pudieron utilizarlas. Fui testigo del cabreo de algunos de ellos, aunque la productora había organizado un servicio de autobuses gratuitos. Incluso descubrí carteles en el barrio firmados por una asociación vecinal, que titulaban irónicamente 'Bienvenido, Mister Prime'.
«¿En qué se basa el Ayuntamiento para restringir la libre circulación de vecinas de Solokoetxe?», se preguntaban. «¿Qué beneficios nos va a aportar dicho evento al barrio tras soportar tantos perjuicios?». Esta semana el equipo de 'Kill Jackie' filmaba en la Plaza del Puente Colgante en Las Arenas, que fue acordonada con vallas recubiertas de tela negra para evitar miradas indiscretas. Muchos pasajeros del Puente Colgante con prisa se vieron obligados a rodear el maremágnum de grúas, focos, camiones y técnicos. Protestaban, sí, pero luego preguntaban con curiosidad: «¿Es verdad que Catherine Zeta-Jones juega al golf en La Galea?».
Yo no me quejo cuando no puedo salir de Indautxu en coche porque juega el Athletic en San Mamés y coincide la entrada o salida de los aficionados. O cuando alguna carrera popular bloquea el tráfico en el centro de la ciudad los fines de semana. O cuando se celebran manifestaciones y protestas que colapsan la Gran Vía. Ni con todo el dinero destinado al turismo en sus presupuestos podría haber pagado el Ayuntamiento la campaña de imagen que supuso la serie 'Intimidad' en Netflix, con más de 300 millones de suscriptores en 190 países. Quizá los días de rodaje en el barrio no haya sitio para aparcar, pero pregúntale a los hosteleros que, de repente, tienen, como en el caso de 'Kill Jackie', a 200 técnicos trabajando en esa calle. O a los hoteles, las empresas de alquiler de coches, caterings, maquillaje, cámaras, seguridad...
José Luis Escolar, el productor español que ha traído a Bizkaia la serie de Zeta-Jones, me contó que cada día se dejan 250.000 euros. Y estarán 20 semanas, hasta finales de agosto. Cuando se estrene 'Kill Jackie', Bilbao lucirá casi en cada escena, del Guggenheim a la Alhóndiga, del Abra a Solokoetxe. Y no es flor de un día. En unos gigantescos pabellones de Zorroza se han reproducido casi de manera real los acantilados de la Galea para el rodaje estos días de 'Las ciegas hormigas' (Inurri Itsuak), adaptación del novelón de Ramiro Pinilla a cargo de Igor Legarreta. Y Alauda Ruiz de Azúa, la directora de la mejor serie del año pasado, 'Querer', acaba de dar el último golpe de claqueta a su nueva película, 'Los domingos'.
De la misma manera que muchas ciudades matarían por un 'efecto Guggenheim', sólo cabe felicitarse de que Euskadi se haya convertido en un plató. ¿Que es necesario regular los inconvenientes que acarrean los rodajes? Por supuesto. Sin ir más lejos, Más Madrid ha propuesto al Ayuntamiento de la capital de España que se fije un límite de días mensual y que se ofrezcan plazas gratuitas en aparcamientos públicos mientras dure la ocupación de las calles. De momento, los bilbaínos ven una cámara de cine en su barrio y esbozan una sonrisa.
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