Imanol Arias rodó 'La muerte de Mikel' justo cuando la serie 'Anillos de oro' triunfaba en TVE.

'La muerte de Mikel': 40 años de la película que cambió Euskadi

Imanol Uribe se atrevió a denunciar en 1984 la homofobia de la izquierda abertzale, las torturas de los cuerpos policiales y el matriarcado vasco en un filme que se convirtió en fenómeno social

Sábado, 20 de julio 2024

«El filme vasco más universal», rezaba el cartel de 'La muerte de Mikel', que aclaraba que la historia contada «podía suceder en cualquier pueblo, en cualquier país». El estreno del tercer largometraje de Imanol Uribe el 12 de febrero de 1984 en el Astoria ... bilbaíno, por entonces el mejor cine de la ciudad, fue todo un acontecimiento. La publicidad en las páginas de EL CORREO advertía: «'La muerte de Mikel' es un motivo de reflexión sobre actitudes sociales intolerantes, que aunque se desarrollen en el ámbito vasco tienen una lectura universal». Lo cierto es que aquel drama que conmocionó a todo un país solo podía suceder en una Euskadi azotada por la reconversión industrial y el terrorismo de ETA, que aquel año dejó 33 muertos.

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Hace 40 años, la película más trascendental del cine vasco y un título fundamental de la Transición se convirtió en fenómeno social gracias a la insólita audacia de su argumento. Ahí es nada abordar la salida del armario de un militante abertzale, que sufrirá la incomprensión y el rechazo de su familia, su partido y una sociedad que se llamaba a sí misma progresista y seguía anclada en los postulados más rancios. Homosexualidad e independentismo. El público vasco de 1984 no estaba preparado para un cunnilingus que acababa en un brutal mordisco en la vulva, para un transformista vestido con una camiseta del Athletic y para unos militantes de Herri Batasuna tan cerriles como la Guardia Civil, que tortura y presume «de pasarse la amnistía por los cojones».

Fragmentos de 'La muerte de Mikel'.

«'La muerte de Mikel' habla de la intolerancia, podría haberse rodado en Alemania y no hubiese cambiado sustancialmente», razonaba Imanol Uribe en la Berlinale, donde coincidió fuera de concurso con otro título clave del cine vasco: 'Akelarre', de Pedro Olea. El director nacido en El Salvador se había convertido en algo así como el cronista oficial del terrorismo de ETA gracias a dos títulos de aliento documental: 'El proceso de Burgos' (1979) y 'La fuga de Segovia' (1981). Su primera película pura de ficción arranca como un thriller de misterio con el féretro del protagonista en su funeral en la Iglesia de la Asunción de Santa María de Lekeitio. ¿Por qué o quién ha matado a Mikel, el farmacéutico del pueblo?

Imanol Arias, que durante el rodaje en la villa marinera se convirtió en estrella televisiva gracias a la serie 'Anillos de oro', encarna sin muchas palabras como buen vasco a un hombre ahogado por una mujer a la que no desea (Amaia Lasa) y una madre cotilla y burguesa que no puede soportar saberse la comidilla del pueblo (Montserrat Salvador). «Pobre Mikel, estás hecho un lío», le consuela el travesti y primer hombre con el que se acuesta (Fernando Telletxea 'Fama'). Sus compañeros de la izquierda abertzale le sacarán de las listas de las elecciones municipales cuando se pasee por el pueblo con un homosexual. «Sois unos curas de mierda», les espeta el confundido Mikel, que se resiste a aceptarse a sí mismo. Cuando muera asesinado por su madre tras haber decidido irse del pueblo, los hipócritas saldrán en manifestación gritando «¡Mikel, gogoan zaitugu!».

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Imanol Arias, entre Pako Sagarzazu y Ramón Barea.

«De todas mis películas, 'La muerte de Mikel' es la que más espectadores ha tenido. Mi recuerdo es viajar con Imanol Arias durante nueve meses de promoción por toda España», rememora Imanol Uribe, al que refrendan las cifras oficiales del Ministerio de Cultura: el filme tuvo 1,2 millones de espectadores en salas y recaudó más de 1,7 millones de euros. «Muchas veces las películas se estrenan cuando no les corresponde, pero esta llegó en el momento justo. Dimos en el blanco». José Luis Rebordinos, que coordinó un estudio de Filmoteca Vasca sobre la obra de Imanol Uribe antes de dirigir el Zinemaldia, apunta que el guion coescrito por el realizador y José Ángel Rebolledo se inspira en la figura real de un farmacéutico de Oiartzun en la órbita de Herri Batasuna, que murió presuntamente víctima de torturas.

Fragmento de 'La muerte de Mikel'.

«ETA asesinaba a pequeños camellos en su campaña contra las drogas, mientras sus jóvenes cachorros se ponían ciegos a maría. Esa es una de las contradicciones que sacaba a la palestra la película, que también denuncia que por entonces no éramos una sociedad que aceptara con normalidad la homosexualidad. 'La muerte de Mikel' es una película muy importante, porque muestra que en aquella época tan convulsa también hubo gente muy valiente», establece Rebordinos. Uribe reconoce que en el guion la homosexualidad fue ganando peso respecto a la heroína. «Yo no llegué a investigar ni a conocer a ese personaje real. Su marginación se debía a las drogas y en el guion le dimos un giro hacia su orientación sexual». Nueve años después de la muerte de Franco, hablar de gays y de izquierda abertzale suponía manejar un material altamente inflamable.

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«Nitroglicerina pura. También lo era el personaje de la madre, ese matriarcado tan terrible. Hubo un hueco para hacerla y la hicimos», se felicita el autor de 'El rey pasmado'. «Rodábamos en Lekeitio y yo entré en un dinámica de sacarle partido a cada personaje. Casi no dormía porque por las noches reescribía el guion. A las mañana siguiente les daba a los actores en maquillaje sus nuevas secuencias. Yo veía que la película iba creciendo, y eso pocas veces pasa». Así, el hermano que encarna Xabier Elorriaga es un político de un partido que nada y guarda la ropa: inequívoca la crítica al PNV. Ramón Barea, que había sido uno de los etarras de 'La fuga de Segovia', da vida al dirigente local de los borrokas. «'La muerte de Mikel' fue un puñetazo en el estómago. No estábamos acostumbrados a ver algo que formaba parte de lo inconfesable», reflexiona el actor.

Amaia Lasa, Ramón Barea, Imanol Uribe, Fernando Telletxea 'Fama' y José Antonio Nielfa 'La Otxoa' en la presentación del filme en el Café Iruña de Bilbao en febrero de 1984. Juan Mari Segués da vida al sacerdote de Lekeitio, cuyos vecinos participaron como figurantes convocados por el párroco real, Benito Ansola. EL CORREO

Barea recuerda «la extraña sensación» de rodar una manifestación en las calles de Lekeitio, confundiéndose la ficción y la realidad. Destaca que aquella película fue la primera en la que muchos actores vascos pudieron hablar con sus propias voces, sin ser doblados por actores de doblaje, como era habitual todavía en aquellos años. Javier Aguirresarobe firmaba la fotografía y también era productor; Alberto Iglesias compuso su segunda banda sonora para el cine tras 'La conquista de Albania'. José Antonio Nielfa, 'La Otxoa', se ve cuarenta años atrás en el rodaje en la desaparecida sala Bataclán de la calle Cortes de Bilbao. A 'Fama' la descubrieron cantando 'Tatuaje' de Concha Piquer en el Tiffany's de Deusto. «La película fue una bomba, todo el mundo la vio», constata 'La Otxoa'. «Un político por entonces no podía tener nada de pluma, era impensable que hubiera uno abertzale y gay. 'La muerte de Mikel' sigue siendo una película importantísima para mucha gente, que pudo identificarse con el protagonista».

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Mario Onaindia escribió que 'La muerte de Mikel' fue «la última película que vimos juntos todos los vascos, unos esperanzados por la capacidad de reacción del pueblo y otros temerosos de que la libertad individual hiciera olvidar las exigencias colectivas. Desde entonces, el cine vasco dejó de hablar de Euskadi y las películas se etiquetan antes de verlas». Imanol Uribe recuerda que la última vez que coincidió con su amigo Onaindia, fallecido en 2003, fue en el cine viendo 'La vida de Brian'. «Las bromas a cuenta del Frente Popular de Judea y todo eso también eran aplicables a Euskadi», ironiza el realizador, que tras la épica de sus dos primeros trabajos inundó de desencanto su cinta más celebrada. «Yo ya había vivido seis años en Donosti y supongo que fue fruto de una evolución personal. A lo largo de la vida me he encontrado con mucha gente LGTB, gente importante, que me ha reconocido que la película les cambió la vida».

Fragmento de 'La muerte de Mikel'.

La crítica de 'Egin' no aludió al contenido de la cinta, sino a un detalle que en realidad era fruto de la escasez presupuestaria: en una manifestación de la izquierda abertzale en Lekeitio no podía haber tan poca gente. El Gobierno vasco no quiso presentar 'La muerte de Mikel' bajo pabellón español en el Festival de Mar del Plata y Uribe desautorizó indignado la retirada del filme. Su siguiente largometraje, 'Adiós, pequeña', se rodó en Bilbao, pero ya no contó con subvención del Ejecutivo autonómico. El cine vasco dejó marchar a su director más exitoso.

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