Crítica de 'La sustancia' (2024): Kilolitros de sangre

La cuestión está en si al público le apetece o no ver la película más excesiva de la temporada. En nuestra proyección se salieron dos espectadores, aparentemente de la campaña del cine senior a 2 euros. No habían elegido bien. A 'La sustancia' hay que ir sin miedo a que te salpique la sangre o a que en algún momento instintivamente te tapes los ojos.

Por lo demás, estamos ante otra muestra de la apropiación de un género y unos códigos, esta vez los del 'body horror', para contar otra cosa, en esta ocasión denunciar la dictadura de los cuerpos perfectos y la marginación de las mujeres cuando pierden su juventud. Uno duda de si para lanzar tal mensaje hacía falta matar moscas a cañonazos, como hace Coralie Fargeat ('Revenge'), igual que si mostrar tanto a las protagonistas desnudas es la mejor manera de criticar la cosificación de los cuerpos femeninos.

En todo caso, con sus excesos (hasta en el metraje), sus personajes masculinos completamente imbéciles y sus redundancias (curioso que en Cannes premiaran precisamente su guion, cuando una vez presentado el absurdo planteamiento da mil vueltas sin avanzar) 'La sustancia' tiene tal fuerza visual y tal desparpajo que logra convertirse en un placer culpable. Si quieren excusas, citemos sus parentescos con 'Titane', de Ducournau, 'Carrie', de Brian de Palma, 'La cosa', de Carpenter ,o los universos de Cronenberg o Lynch. Pero reconozcamos que lo que tiene este desmadre presidido por Demi Moore es mucho morbo.