Crítica de 'La luz que imaginamos' (2024): Vidas en suspenso

Kapadia va contando a retazos, entre paseos callejeros y espacios abigarrados, la historia de dos enfermeras, compañeras de piso. A una le acordaron su matrimonio, pero su marido se marchó pronto a trabajar a Alemania y hace tiempo que no le llama, aunque ella le siga esperando. Otra tiene un novio musulmán, a quien su familia rechazaría y con quien le es complicado encontrar momentos de intimidad.

Son dos relaciones amorosas endebles e inestables en un entorno etéreo, vidas en suspenso en la gran ciudad, que la realizadora pinta con una capa de aire sonámbulo sobre su realismo. 'La luz que imaginamos' podría ser un sueño, especialmente ese arriesgado giro final, con una conversación entre una mujer y un hombre que parece saltar de la lógica racional a una imaginación deseada.

La película india (coproducida por seis países en realidad) obtuvo el premio 'Otra mirada' de TVE en el Zinemaldia, seguramente porque uno de sus pilares es la complicidad que surge entre sus protagonistas femeninas, una sororidad natural y sin ningún aspaviento ni necesidad de que aparezcan personajes masculinos negativos, que recorre toda la cinta.

Acaso 'La luz que imaginamos' resulte algo inconcreta y aburra a quienes buscan una narración más estructurada y densa, pero su retrato de dos mujeres y una ciudad contiene la suficiente sensibilidad, belleza y luz como para suplir sus carencias.