
Crítica de 'Libres' (2023): Personas como zonas verdes
Mikel G. Gurpegui
Martes, 9 de mayo 2023, 21:41
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Mikel G. Gurpegui
Martes, 9 de mayo 2023, 21:41
Nos intrigan, nos apelan, quizás hasta nos den envidia. Quienes eligen este camino se alejan tanto de la autopista general que nos llenan de preguntas. ¿Qué les mueve a retirarse del mundanal ruido? ¿Qué vida llevan? ¿Son los más cobardes o los más valientes? ¿Locos o sabios?
Monjes y monjas de doce monasterios de clausura españoles son los protagonistas del documental 'Libres', que nos permite acercarnos a un mundo por sus propias características apartado y ajeno a las miradas. En el cine la excepción llegó con 'El gran silencio', de Philip Gröning. Si él intentaba introducirnos como una experiencia sensorial en los ritmos y sonidos de un monasterio cartujo de los Alpes, en 'Libres' el protagonismo es de las palabras, los testimonios individuales y, gracias al montaje, casi corales de monjes y monjas de distintas edades, órdenes y trayectorias.
Libres
Dirección: Santos Blanco.
Guion: Javier Lorenzo. Documental.
Fotografía: Carlos de la Rosa.
Nacionalidad: España, 2023.
Duración: 108 m.
La elección de los religiosos es la gran virtud de la película. Todos resultan atractivos y tienen un discurso que saben expresar con autenticidad. Imposible no escuchar con atención a ese monje a quien se le suicidaron varios parientes, o a ese otro que de joven coqueteó con el satanismo, o a esa señora que de pronto sorprendió a su marido y a sus seis hijos diciéndoles que les quería mucho pero que debía hacerse monja de clausura. O a esa veterana trapense que lleva con alegría los días que le regala el cáncer (ella es, era la renteriana Garbiñe Galdós).
Quizás jueguen en contra del documental defender su opción sin fisuras (está apoyado por la Fundación DeClausura) y pasarse de grandilocuente en su música y sus imágenes de la naturaleza. Algo más sutil y austero habría cuadrado mejor con estas tozudas personas a contracorriente que se saben «como las zonas verdes de las ciudades» y se conforman con que la campana de sus conventos siga sonando en nuestros saturados oídos.
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