Así se maquilla a los personajes en una película de terror

En poco más de dos horas, Aguirre y su socia, Agar Martínez de la Hidalga, hicieron del chaval (hermano pequeño de Agar para más señas) una criatura que muy bien podría haberse paseado por los platós de 'The Walking Dead'. El rigor del especialista vasco no tiene nada que envidiar a sus colegas de Estados Unidos. Su habilidad con las prótesis de silicona, los adhesivos y las pinturas al alcohol le permite alcanzar un grado de verosimilitud realmente escalofriante. «Hay que saber de anatomía y dermatología. Tienes que conocer los manuales que estudian los forenses. ¡Los matices marcan la diferencia!», enfatizaba Aguirre, antes de agarrar un envase con un líquido rojo.

Él mismo elabora una sustancia que parece sangre con unas medidas muy tasadas de aceites, glucosa y glicerina. Ideal para embadurnar la zona del cuello de Albar, en la que se habían formado unos recovecos brillantes por una pátina amarillenta, similar a la grasa, que con varias pinceladas bermellón ya causaban el efecto definitivo. Ganas de salir corriendo. Era lo que pasaba por la cabeza, medio en broma, medio en serio, a la vista del proceso de transformación de Albar. Inmutable y obediente, él se dejaba hacer. Casi no parpadeaba. Lo único que confirmaba que seguía con vida eran unos extraños ruidos, cada vez más frecuentes y guturales. «Es por la prótesis dental. Se le acumula la saliva», explicaba su hermana, mientras le daba con sumo cuidado unas pinceladas en las mejillas.

El toque final llegó con unas lentillas que producían el efecto de ojos inyectados en sangre. Mucho más grandes que las normales, le arrancaron algunas lágrimas. Nada que no resista un zombi del norte. «Estoy bien, pero no veo casi nada», confesaba con una voz muy extraña. La única que sale con encías y dientes postizos. Los asistentes a la clase hacían corrillo a su alrededor y no vacilaban en hacerse una foto con él en medio. Albar se había convertido en un monstruo con carisma. Ya embalado, se animó a frotarse las manos con la sangre artificial y el espectáculo devino completo.

Mientras tanto, Gorka Aguirre atendía a los interesados en temas técnicos. Algunos le pedían consejo y otros curioseaban en su mesa de trabajo. Había una batería de frasquitos, paletas de colores, un abanico, un secador de pelo, pinceles de todos los tamaños... «No te creas, hemos traído muy poco material. Lo justo para mostrar lo básico», aclaraba Agar Martínez de la Hidalga. La pareja tiene un taller en Romo, que se llama I-Real Make Up FX Studio y se mantiene muy activo. Se les reclama lo mismo en series que en montajes teatrales y cortometrajes, como 'Ospel', una cinta vasca de 17 minutos que compite en esta edición del FANT.

«En 'Ospel' hay un ser aterrador muy especial. Hemos creado un traje protésico a medida. El que se lo enfunda no ve nada y apenas oye. Solo tiene un orificio para respirar. Hay que valer para estar ahí dentro... No es un actor, pero cumple muy bien con su papel», admitía Aguirre. Es decir, el valiente que está ahí dentro da miedo. Mucho miedo.