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No hay mucha intimidad cuando entrevistas a Julian Schnabel (Brooklyn, 1951) sentado delante de 'Faquires', la única de las dos obras suyas en la colección permanente del Guggenheim colgada ahora mismo, rodeado de una cohorte de artistas y asistentes que graban con el móvil. ... El cotizado pintor recibió este lunes en el museo bilbaíno el Sundance TV Inspiration Award, que otorga el canal de cine por una filmografía valiosísima, con títulos como 'Basquiat', 'Antes que anochezca' –la cinta que lanzó a Javier Bardem a Hollywood– y 'La escafandra y la mariposa'.
Vestido con uno de sus habituales pijamas-mono de trabajo manchado de pintura, Schnabel rodará en unos días con Al Pacino y viene de Italia, donde Martin Scorsese le ha producido su séptimo largometraje, 'En la mano de Dante'. En su visita a San Sebastián, donde vivió con su segunda mujer, Olatz López Garmendia, madre de dos de sus siete hijos, ha comprobado con dolor cómo el Mercado de la Bretxa es hoy un centro comercial y Tabakalera «un centro de arte muy feo».
–Jean-Michel Basquiat, Reynaldo Arenas, Lou Reed, Van Gogh... ¿Por qué los artistas son la materia de su cine?
–No sé todo sobre todos los temas, pero soy un artista y sé de lo que hablo cuando hablo de ellos. Uno de los problemas del cine es que los directores no conocen de lo que hablan. Vivía muy cerca de Basquiat, pasamos mucho tiempo juntos. Le vi crear sus obras en un sótano. Nunca pensé que iba a hacer una película sobre él, jamás había tenido antes una cámara de cine.
–Enfrentarse en solitario a un lienzo no tiene nada que ver con rodar una película. ¿Se siente cómodo en ese lado industrial del cine, buscando productores y montando la financiación?
–No tengo ningún interés en buscar el dinero para mis películas ni en citarme con productores. Obviamente, necesito dinero para hacer una película, pero hay otra gente que tiene más cualidades que yo para buscarlo. Yo no quiero pedir nada a nadie. Además, normalmente esos productores que quieren ayudarte paralizan la trayectoria de tu obra. «Te doy 5.000 millones de dólares si haces 'Antes que anochezca' en Canadá». Gracias, pero no.
–¿Cómo le contemplan en Hollywood? ¿Como a un artista muy famoso que hace películas de vez en cuando por capricho?
–No soy ningún caprichoso. Soy afortunado porque con mi trabajo puedo ganar dinero para mi familia. No necesito aceptar encargos, yo no trabajo por dinero. No pinto cuadros ni películas por dinero. Y esto me diferencia de otros, que no tienen otra manera de sobrevivir que aceptar compromisos. Obviamente, hay actores y directores muy buenos que no son pintores. Pero, por ejemplo, no me creo a Anthony Hopkins haciendo de Picasso. No es su culpa, es un gran actor, la culpa la tiene el director. Frida Kahlo no era una mujer burbujeante y pizpireta como en la película de Salma Hayek, que me ofreció dirigirla, pero no creía en esa forma de retratarla. Mira, yo no soy homosexual, no soy cubano, pero Héctor Babenco me dijo que 'Antes que anochezca' era la mejor película sobre la libertad en Latinoamérica.
–¿Es cierto que prepara un proyecto con Javier Bardem dando vida a Luis Buñuel?
–Sí. Jean-Claude Carrière escribió una novela, 'Buñuel despierta', y las memorias del director, 'Mi último suspiro'. En el último párrafo del libro, Buñuel decía que no le importaba tanto morir, como no poder levantarse de la tumba cada diez años para leer los periódicos y comprobar los desastres que ha provocado el hombre.
–Hace 13 años rodó 'Miral', una película sobre el conflicto árabe-israelí en la que abogaba por el diálogo. ¿Qué siente estos días?
–Siento una tristeza enorme. Hay una canción de Nick Cave que dice «las personas no son buenas...». ¿Por qué se destruye la humanidad a sí misma? Porque eso es lo que está ocurriendo en Gaza. Las personas necesitan una narrativa, por eso hice 'Miral'. En la película, un personaje de Hamás era asesinado por los suyos por tratar de buscar una solución. La población civil está secuestrada por esa ideología. Jean Renoir sostenía que todos tienen sus razones, pero no hay ningún motivo para matar a un niño. Ninguna de las dos partes lo tiene. 'Miral' hablaba de que la educación salva a las personas y sigo creyendo en ello.
–Usted destacó en el mundo del arte en los años 80. ¿Cree que era mejor época para ser artista que la actual, donde resulta más difícil ser transgresor?
–El arte es como la hierba, puedes ocultarla con cemento, pero al final se agrietará. No echo en falta los 80. No se puede generalizar y decir que fueron tiempos mejores. Es cierto que ahora no hay una comunidad de artistas en Nueva York como hubo entonces, pero los artistas llevan el arte allá donde vayan. Yo nunca he querido formar parte de un grupo. ¿Qué significa ya exponer en un museo? No sé quien es el público. Los visitantes deambulan por las salas, hay arte interactivo... Son como parques temáticos. Dicho esto, es un placer estar en este edificio extraordinario y hablar delante de esta obra que pinté hace treinta años.
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