Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
teresa abajo
Viernes, 18 de enero 2019, 02:02
Al Pacino interpretó en Broadway al despiadado protagonista de 'Muñeca de porcelana', un ejecutivo acostumbrado a manejar a la gente con una llamada de teléfono. Pero fue a José Sacristán a quien el autor, David Mamet, regaló una pulsera con una carta de felicitación por ... su trabajo. Sin tiempo para recrearse en los halagos, el actor madrileño (Chinchón, 1937), se ha quitado el traje de «cabroncete» para interpretar 'Mujer de rojo sobre fondo gris', un «documento estremecedor» de Miguel Delibes sobre la enfermedad y muerte de su esposa que tiene mucho de «declaración de amor». Y fue de camino a Ermua para la función de hoy cuando se supo que ha ganado el Premio Ercilla, que recogerá el 4 de marzo como reconocimiento a toda su trayectoria.
El suyo es un viaje que dura ya sesenta años. «Lo que me apasiona de este oficio es lo que tiene de juego, de hacer creer que eres el que no eres», dice esa voz inconfundible que tantas veces ha encarnado al español medio. Pero también al Joseph K. de 'El proceso' o al Quijote, con el que conquistó a los bilbaínos que le vieron en el Euskalduna en 2013. No reniega de ningún personaje, ni elige a su favorito «para evitar agravios comparativos». Aunque está más que acostumbrado a los premios (ha ganado el Goya y dos veces la Concha de Plata) siente «particular gratitud» por los Ercilla, que se instituyeron en 1984, «por su prestigio y porque han reconocido trabajos míos muy significativos». En Bilbao le han elegido tres veces como mejor actor: por 'Yo soy Don Quijote de La Mancha', 'Almacenados' (2004) y 'Las guerras de nuestros antepasados' (1990), otra obra de Delibes en la que encarnó a Pacífico Pérez, un recluso que recuerda su vida y el odio transmitido durante generaciones.
«Estoy deseando llegar para darme unos paseos por toda la ría, el Guggenheim, el teatro...», contaba ayer justo antes de salir de casa. Tiene «muy buenos amigos en Bilbao, sobre todo Perico Olea», que le dirigió en la inolvidable 'Un hombre llamado flor de otoño'. Pero no podrá quedarse en la ciudad este fin de semana tan cinematográfico «porque seguimos con la gira y estoy rodando una serie para Netflix, 'Alta mar'». Versátil como pocos, sigue compaginando los distintos medios «porque pongo mis condiciones y me las aceptan. No voy corriendo de un lado para otro, tengo mis tiempos». A diferencia de otros colegas, no santifica el teatro y lo coloca en un pedestal frente al cine y la televisión. «Es la tabla de gimnasia más completa para un actor, pero hacerlo bien es igual de difícil en cualquier lado. Yo priorizo el personaje, la historia y los compañeros y me doy el lujo de rechazar lo que no me interesa. Para hacer una estupidez en teatro, prefiero hacer una buena serie».
Tampoco se engaña respecto a la situación política. «La izquierda tiene que plantearse seriamente qué coño está pasando», dice sobre el «estrepitoso descalabro» en Andalucía. Echa en falta «autocrítica» en los discursos y le pone «los pelos de punta» la «corriente» que circula por Francia, Inglaterra, Austria, Brasil...
- Con este panorama, ¿el teatro ayuda a cambiar las cosas?
- No nos engañemos. A nosotros nos puede liberar u honrar el compromiso de hacer teatro. Pero si el teatro, la literatura o la música pudieran cambiar la historia, la historia sería otra.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.