El actor Israel Gómez y el director Isaki Lacuesta. EFE
Zinemaldia

Isaki Lacuesta: «Se me escapa la risa cuando escucho que en Cataluña estamos oprimidos»

Isaki Lacuesta | Concha de Oro a la mejor película ·

El autor de 'Entre dos aguas' reivindica el valor del cine «para relacionarme con gente con la que no estaba destinado a convivir»

Oskar Belategui

SAN SEBASTIÁN

Sábado, 29 de septiembre 2018

Isaki Lacuesta (Gerona, 1975) recupera en 'Entre dos aguas' a la pareja protagonista de 'La leyenda del tiempo' doce años después. Isra y Cheíto ya no son niños, sino adultos condenados a no cumplir los sueños que tenían de chavales en San Fernando. Tensar los ... límites entre la ficción y el documental le ha proporcionado el triunfo a un realizador que solo rueda las películas que le hacen «feliz».

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¿Por qué recuperar ahora la vida de estos dos hermanos?

– Cuando hice 'La leyenda del tiempo' ya formaba parte de la fantasía germinal rodar el paso del tiempo y crecer juntos. Yo seguí manteniendo la amistad con Isra y Cheíto, cada vez que nos veíamos hablábamos de retomar la historia. Ya han sido padres y están en la edad adulta, Cheíto es militar y está en la Marina, ahora anda de misión en Somalia.

Pero Isra no ha estado en la cárcel en la realidad...

– No. Insisto: es una película de ficción en la que buscamos un grado de realismo muy grande.

Ha patentado el término de 'ficción hiperrealista'.

– Yo solo trato de que el espectador crea que lo que ve es verdad y está ocurriendo, como en cualquier otra película. El trabajo ha consistido en intentar que no parezca que hay un guion escrito y que los actores no actúan, sino que están viviendo de forma improvisada. Que no hay figurantes, que la luz es natural... La putada de pedirle a un director de fotografía que su luz no se vea y que no gane premios. Y que la gente no se dé cuenta de que los protagonistas son unos actorazos.

Parece que no hay ningún esfuerzon creativo, que simplemente ha plantado la cámara.

– Sí. El guion se basa en cosas que les han pasado a Isra y Cheíto y en otras que no, como sus miedos: la próxima misión, ir a la cárcel... La vocación de la película es hacer un retrato de la comunidad del barrio de La Casería en San Fernando. Por más que nos queramos engañar, en una película hay cosas que solo pueden ocurrir si están previstas.

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El filme desprende un cierto pesimismo, las cosas no les han ido bien a los protagonistas. No han podido salir de allí.

– Ha salido más triste. Ya existía tristeza en 'La leyenda del tiempo', pero pasaba desapercibida porque entonces eran niños. Hace doce años todo era posible, podían hacer cualquier cosa de mayores. De adultos, en ese entorno es casi imposible cambiar de vida. La película también podría titularse 'Carne de cañón'.

¿Qué encuentra en San Fernando que le atrae tanto?

– Yo lo descubrí en la primera película. Un medio catalán medio vasco llega allí y se encuentra un mundo exótico, en una isla que se ha convertido en península por los puentes habitada por una gente con un carácter especial. Las mareas determinan todo. Encontré un lugar en el que me sentía muy cómodo y donde quería vivir. Doy gracias al cine porque me sirve para relacionarme con gente con la que no estaba destinado a convivir.

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Ni una línea de cultura

Retrata un país sin oportunidades. ¿Es cine social?

– No es la motivación, los protagonistas no simbolizan la juventud española ni andaluza. Son ellos mismos. Sí es verdad que muestro una realidad social que no aparece en los medios más que cuando hay un suceso. Cuando terminé de rodar y volví a Gerona, me encontré con una sociedad que dice que vive oprimida y que lo pasa de puta pena. Y se me escapa la risa o la lágrima, no sé muy bien. En Cataluña hay muchas cosas que mejorar, y es inconcebible que a la gente le den porrazos en la cabeza. Pero vivimos muy bien. Hay zonas de Cádiz en las que la esperanza de vida es mucho menor que la nuestra. Hay hechos objetivos. Vas por la calle y lo notas, la sanidad pública es peor.

¿Es un mal momento para los creadores en Cataluña?

– La política ha ocupado un espacio muy grande. Si el poco rato que tenemos para hablar de cine lo dedicamos a la política... Leo entrevistas de cuatro páginas a Pedro Sánchez y Puigdemont y no hablan ni media línea de cultura.

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¿La situación en Cataluña le ha hecho huir para contar historias en otra parte?

– No, mi próximo proyecto es una película como la anterior, en catalán y castellano. Me gusta contar cómo vivimos en casa y fuera.

¿Para quién hace cine?

– No somos tan distintos, las cosas nos interpelan de forma parecida. A diferencia de otras películas que he hecho, 'Entre dos aguas' es transparente, la puede disfrutar mi madre, que no se preguntará si es ficción o documental, sino que simplemente seguirá la vida de Isra y Cheíto.

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El concepto de carrera le parece infame.

– Claro, si no vamos a llegar a ningún lado... Yo intento hacer lo que me hace feliz. Ruedo cada película como si fuera la primera y la última. También acepto encargos, anuncios, porque tengo que vivir.

Da clases en la universidad. ¿Cómo ve a sus alumnos?

– Son increíbles. Si lo comparo con lo que yo sabía a los veinte años nos destruyen. Son mucho mejores directores que nosotros, la única ventaja que nos puede permitir sobrevivir una temporada más es que leen mucho menos. Eso sí, lo tienen muy jodido.

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