Iratxe Fresneda: «No he querido hacer pornografía familiar»

'Tetuán', tercer largometraje de Fresneda, se verá este 16 de noviembre en Zinebi tras pasar por el Festival de Gijón, que se celebra en las mismas fechas que el certamen bilbaíno (Sala BBK, 20 horas). Una cita de Eduardo Galeano sobre la libertad de los pájaros frente a las fronteras terrestres –«no son libres los caminos del éxodo humano»– abre este documental de autor, que cierra la llamada 'Trilogía del registro'.

La directora vizcaína debutó con 'Irrintziaren oihartzunak' (2016), sobre la cineasta pionera Mirentxu Loyarte, y después rodó 'Lurralde hotzak' (2018), un viaje tan personal como este 'Tetuán', que se divide en dos partes: la primera y más apasionante es una indagación casi detectivesca sobre la figura de su padre. La segunda, más convencional, confronta esos ecos del pasado con la peripecia vital de dos emigrantes actuales, que regresan de visita a su tierra después de mucho tiempo desde el País Vasco: el saharaui Mohamed Iacob y la rumana-lipovena Irina Conca.

«'Tetuán' es un viaje que comienza desde lo íntimo y tiene como detonante la historia de mi propio padre», explica su autora. «Es una excusa para hablar de las vidas de otras personas a las que denominamos migrantes, como si fuera un concepto que pudiera abarcar ese concepto tan amplio que es la humanidad. He tratado de romper estereotipos vinculados con esa idea victimista de los que llamamos migrantes, imposibles de encasillar y que conforman la Europa de nuestros días».

'Tetuán' habla de conceptos como la frontera, el desarraigo, el viaje, el paso del tiempo, la memoria, el reencuentro con las raíces y la herencia familiar. La voz en off de la propia directora nos guía en el trayecto, que salta de viejas imágenes caseras en Súper 8 al presente. De los tejados de la ciudad africana pasamos a la valla de Melilla, del barrio de Tetuán madrileño a la muga del Bidasoa.

Los libros de viajes y las fotografías de la escritora Annemarie Schwarzenbach también le sirven a la realizadora para fabular en esta mezcla de libro de viajes sensorial e intrigante álbum familiar. Después conoceremos a Mohamed Iacob, saharahui criado en Cuba que vuelve a los campamentos de refugiados en el desierto, y a Irina Conca, que se reencuentra después de diez años con su abuela en Bordusani, a las orillas del Danubio. En esta segunda parte del filme la sugerencia da paso a un tono más discursivo. Nos quedamos con ganas de saber más de Carmelo Fresneda, mientras una canción de Jorge Drexler que dice «yo no sé de dónde soy, las fronteras se mueven como las banderas» despide el metraje.

–¿Qué ha descubierto de su padre que no sabía haciendo 'Tetuán'?

–Cuando era niña mi padre contaba que mi abuelastro, que era militar, le puso una pistola a Milans del Bosch en el costado. Mi padre desertó y trató de escapar por los Pirineos, pero era un crío y le timaron. Y descubrí que también había tratado de huir a América por las Canarias. Durante un tiempo fue fotógrafo y periodista gracias a un tío que tenía cines y que fue fusilado en Málaga. Mis hermanos nunca le creían. Pero historias como la mía o mucho más potentes salen si indagas en tu familia. Yo no he querido hacer pornografía familiar.

–Es profesora de Comunicación Audiovisual en la UPV y periodista. ¿Se siente ya directora?

–Yo hago películas. Me da pereza definirme... Adoro investigar, el trabajo en archivos y con el cine de lo real, que me va a llevar a la tumba si sigo así.