«'Irati' es original, como las películas que nos gustaba ver de pequeños»

«El rodaje fue al principio una aventura. Era poco habitual porque había muchos exteriores, localizaciones en Navarra, Álava o Huesca, varias semanas fuera del set... Eso no es lo normal en el cine vasco porque es un planteamiento complicado. Pero se resolvió todo bien». Gómez Andreu recuerda que tuvieron «suerte» con el tiempo, además de la milimétrica planificación que llevaba Paul Urkijo en el 'storyboard' -un guion gráfico- previo. «Queríamos captar el cambio de estación en un entorno como el bosque de Irati. Y si llovía mucho se nos podía caer el plan. Pero hizo buen tiempo y creo que quedaron imágenes muy buenas, que pudimos reflejar bien esa atmósfera. También filmamos una escena de batalla con lluvia...».

Unos retos profesionales importantes que tenían que ver también con las dimensiones del filme. En 'Irati' se aprecia que es «una película grande -más de cuatro millones de presupuesto-. Hombre, no hay que compararla con las de Estados Unidos, pero sí se aprecian los medios. Hubo dos equipos de cámaras y más ayudas de lo habitual».

La satisfacción que le produjo el rodaje y su implicación llevan al director de fotografía a concluir que 'Irati' va a gustar. «Como mínimo, va a resultar una película entretenida. Es de género fantástico, como de cuento, y el resultado ha quedado muy bonito. Es como esas pelis que veíamos de pequeños, de aventuras». El retraso de su estreno hasta febrero es un acierto porque la idea es «que triunfe en el cine. Que corra la voz boca a oreja y vaya a verla mucha gente. Condiciones para triunfar tiene».

La estancia en Sitges es para Gorka Gómez Andreu una excepción, en un año con «trabajo a tope. Nunca ha habido tantas producciones. Se han sumado las plataformas y se nota. Hay muchísimo trabajo y, por suerte, estoy enlazando uno con otro». Es como si el embotellamiento que provocó la pandemia haya provocado un aluvión incontenible ahora. «Toca llenar la bolsa, no nos vamos a quejar por eso». La 'sede' de este vitoriano se encuentra ya hace unos años en Donosti, pero su trabajo le obliga a estar «de acá para allá todo el tiempo. Cada proyecto es una historia».