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La primera imagen de 'La furia' es la protagonista (Ángela Cervantes) desangrándose a causa de la regla en el baño de una discoteca y colocándose un tampón. Poco después continuará la fiesta en el piso de una amiga, donde es violada a oscuras en un cuarto sin que sepamos quién es el abusador. Solo se lo contará a su hermano (Álex Monner), que lejos de reconfortarla, la turba con sus ansias de violencia. Su manera de exorcizar el trauma será a través de su trabajo como actriz en una representación de 'Medea'.
La ópera prima de Gemma Blasco no es una historia de venganza. «Pretende desgranar la oscuridad que un trauma así genera a través de una mirada cruda, visceral y de entraña en la temática de la violencia sexual», define su directora. Todo el peso del filme recae sobre Ángela Cervantes, que también ha presentado en Málaga 'Lo que queda de ti'. La rabia y el dolor con el que actúa en los monólogos del mito griego la hacen firme candidata a la Biznaga de Plata del festival.
«La violencia en la vida real me paraliza, pero en el cine me gusta la caña y el ritmo», justifica Gemma Blanco, que busca perturbar al público desde los títulos de crédito a lo Gaspar Noé. Habrá muchos espectadores que no entiendan por qué la protagonista no denuncia su violación. Tampoco es una víctima al uso, una heroína frágil. Sigue drogándose y yéndose de fiesta. Empapándose de un ambiente violento que tiene su extensión en el seno de una familia catalana de origen andaluz, que desolla jabalíes en la casa de campo de los tíos. Estreno en cines el 28 de marzo.
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