Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Lourdes Gómez
Viernes, 22 de septiembre 2023, 16:49
«Es un milagro que yo esté aquí», exclama en Londres Marina Abramovic. La pionera artista, que recurrió a su cuerpo como lienzo de experimentación creativa y prueba de resistencia al dolor físico y mental, tuvo un roce real con la muerte esta primavera que ... dio un vuelco a sus principios fundamentales. Sufrió una embolia pulmonar – «algo incontrolable que me mató dos o tres veces», remarca- que le dejó en coma tras pasar por quirófano y aguantar varias transfusiones de sangre. «Sobreviví utilizando mi conocimiento y mi experiencia de las interpretaciones en vivo», afirma en la presentación de la muestra retrospectiva de su obra que le dedica esta temporada la Real Academia de las Artes (RA), en la capital británica.
Descartado el avión mientras se recupera plenamente, cruzó el Atlántico en barco para dirigir el montaje de un proyecto que llevaba en la parrilla desde 2017 y se frenó a consecuencia de la pandemia. Finalmente se abre al público este sábado y permanecerá en los espaciosos salones de la RA hasta el 1 de enero, para después recorrer otras tres ciudades europeas y Tel Aviv. Abramovic aprovechó el largo preámbulo para reconducir la idea original hacia una exposición «temática» de todas las facetas de cinco décadas de trayectoria, desde su sello de identidad en el 'performance art' a esculturas, instalaciones, dibujos, fotografías y vídeos.
«Puedo estar presente sin estar presente», explica en la conferencia de prensa. Ha cedido a otros artistas el protagonismo de reinterpretar en directo repetitivas acciones de resistencia, bajo la mirada del visitante, que ha creado desde principios de los 70. A punto de cumplir 77 años en noviembre, y descartados los esfuerzos extremos tras el susto sanitario, cuenta con su propia cantera de graduados del Instituto Marina Abramovic (MAI) para asegurar la continuidad de su trabajo «para siempre». «Sin hablar, ni comer; bebiendo únicamente agua y té», dice del lema de su escuela.
Se reinterpreta en Londres 'Imponderabilia', que la oriunda de la antigua capital de Yugoslavia, Belgrado, escenificó en 1977 con su entonces pareja Ulay (seudónimo del desaparecido Frank Uwe). Dos jóvenes desnudos se apostan inmóviles en el umbral de una sala retando al visitante a pasar entre ellos, aunque sea a empujones. Más adelante, un asiático entrado en años cuelga de una pared, sin más apoyo que un diminuto sillín donde reposa el pubis, aspirando alcanzar la «Luminosidad», título y concepto de la obra. «Cuando el cuerpo está exhausto llegas a un punto en que ya no existe. Tu conexión con el conocimiento universal es aguda y entras en un estado de luminosidad», explica en el catálogo de la retrospectiva. Escenas emulando el misticismo de Santa Teresa de Jesús se reproducen a corta distancia.
Sufrimiento, violencia y muerte son constantes en la obra de la pionera que introdujo las acciones artísticas en el arte de masas. En la RA agrupa sus obras en grandes áreas temáticas (participación del público, experimentación física y psíquica, espiritualidad y meditación, entre otras), estableciendo un diálogo entre el pasado y el presente. Proyecciones en paneles de amplio formato, series fotográficas y secuencias de polaroids captan estados anímicos que Abramovic experimentó en sus actuaciones en directo en museos y galerías.
«A todo el mundo le asusta el dolor, pero es un importante elemento de la vida humana. La historia del arte está llena de sufrimiento, casi ningún trabajo parte de la felicidad. El sufrimiento nos ayuda a comprender el universo. Escenificándolo en mi trabajo actúo como un espejo para el público», explica. Abramovic ve su evolución artística como un «viaje continuo» en busca de los límites del dolor corporal y psíquico. «Comprendí el dolor físico y seguí adelante, hacia el estado mental, sin repetirme. Necesito sorprenderme a mí misma. El dolor psíquico es más complicado, aún me cuesta asimilarlo», razona.
Escapar a una muerte que creyó anunciada el pasado mayo ha trastocado su horizonte creativo. De los trabajos que se exhiben en Londres, la protagonista solo sonríe en uno. Ofrece una sonrisa al borde de la histeria que no desentona entre las expresiones de angustia, miradas impertérritas, rostros serios y poses desafiantes del resto de la colección. Esos golpes de risa son escenas de 'Rythm 2', grabadas en 1974 cuando se recetó pastillas contra la catatonia y esquizofrenia en un experimento sobre el límite de la mente.
«Mi trabajo es muy trágico, pero a partir de ahora va a ser divertido», afirma en la RA. Está feliz y positiva desde que superó el trastorno de salud. Y se le ilumina el espíritu ante las situaciones más triviales y domésticas. «Me tomo un té y siento que es el mejor que he probado en mi vida. Es algo nuevo para mí. Estoy feliz y eso me preocupa», advierte. En su hasta ahora raro estado de felicidad interpretará '7 Muertes de María Callas' en la sede londinense de la Ópera Nacional Inglesa en noviembre. No descarta montar una acción artística en el patio de acceso a la Academia Real
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.