

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Festival de San Sebastián, 25 de septiembre de 1986. Un comando de ETA militar asalta la cabina de proyección del teatro Victoria Eugenia y obliga ... a los empleados a ponerse de cara a la pared. Su objetivo: los dos últimos rollos de la película 'El inspector Lavardin', de Claude Chabrol, que compite por la Concha de Oro. Una llamada al diario 'Egin' reivindica la acción como protesta contra las extradiciones de refugiados vascos a España. Un episodio más del boicot a los productos franceses. La organización del Zinemaldia consiguió una copia del filme en Burdeos, que se proyectó en francés y sin subtítulos.
Enero de 1980. Integrantes de ETA político-militar asaltan tres cines de Bilbao efectuando disparos contra el techo y las pantallas. Los aterrorizados espectadores veían 'Morir de deseo', 'Violación en el último tren de la noche' y 'Miedo al escándalo de una mujer casada'. Tres películas de alto contenido erótico clasificadas 'S'. Los terroristas exigieron al público que dejara de consumir pornografía, «ya que incitaba a la violación». Irónicamente, el nacionalismo vasco radical coincidía en sus objetivos con la ultraderecha, la principal responsable de los ataques a cines recopilados en un estudio de Gaizka Fernández Soldevilla, investigador jefe del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, Elena Blázquez y Juan Francisco López.
Publicado en la revista online 'FilmHistoria', 'El cine en el punto de mira: La violencia política contra las salas de cine en España' enumera atentados desde 1966 a 1992. El grueso se concentra en el tardofranquismo y la Transición, cuando ir al cine a ver determinadas películas suponía un pronunciamiento político en el que te jugabas el tipo. De los 73 atentados encontrados por los autores tras bucear en archivos y hemerotecas, 47 llevan el sello de grupos ultras hoy tan olvidados como el PENS (Partido Español Nacional Socialista), tan facha que era ilegal en tiempos de Franco. Otros 21 vinieron firmados por ETA y su entorno.
Poner una bomba en un cine sin protección era sencillo y provocaba mucha repercusión en unos años donde había una sala en cada esquina en las grandes ciudades. La lista de películas cuyo contenido se juzgaba ofensivo por uno y otro motivo hoy resulta risible. 'El caso Almería', de Pedro Costa, se saldó con ocho atentados en 1984. 'Jesucristo Superstar' (1973), de Norman Jewison, retrasó su estreno varios meses porque para Fuerza Nueva era «un engendro satánico». El vestíbulo del cine Martí en Valencia saltó por los aires al estallar varios cartuchos de dinamita porque los perpetradores creían que se estaba proyectando 'El gran dictador' (1940) de Charles Chaplin. También hubo artefactos explosivos en el estreno de 'Camada negra' (1977), de Manuel Gutiérrez Aragón, en el cine Luchana de Madrid y en el de 'Caudillo' (1974), de Basilio Martín Patino, en un local de Torrevieja.
«Nos ha sorprendido que los ataques a los cines empezaron mucho antes de lo que pensábamos y se prolongaron en el tiempo», admite Gaizka Fernández Soldevilla. «Duraron mucho más que los atentados a librerías, porque no tienen que ver tanto con la coyuntura histórica como con películas concretas». El primer caso documentado es del 17 de septiembre de 1966. El cine Urgel de Barcelona proyecta 'El barco de los locos' (1965), de Stanley Kramer, cuando alguien arroja desde el gallinero un artefacto de fabricación casera hecho con pólvora. ¿La razón? El filme denuncia el nazismo y el antisemitismo.
También en Barcelona, el cine Balmes fue incendiado al exhibir 'La prima Angélica' (1974), de Carlos Saura, que corrió igual suerte en el Amaya de Madrid. La cinta del recientemente fallecido Carlos Saura se atrevía a hablar de la Guerra Civil desde el punto de vista de los vencidos. Uno de los personajes lleva el brazo en alto escayolado, como si realizara el saludo fascista, lo que originó una formidable polémica. A la puerta de los cines se manifestaban defensores y detractores. El robo de rollos de celuloide obligó a que las proyecciones tuvieran protección policial.
«Eran películas que provocaban primero una reacción en medios de comunicación ultras con personajes como Blas Piñar. Después, reaccionaban las masas. Podían ser escuadristas que lanzaban cócteles molotov o gente que iba a rezar el rosario a la puerta de los cines», ilustra Fernández Soldevilla.
En 1979, los espectadores del Roxy de Santander sufrieron el asalto de encapuchados del Comando Hitler armados con pistolas, que rompieron los proyectores y quemaron la pantalla. Veían 'La última orgía de la Gestapo' (1977). En el atentado del cine Cervantes en Valladolid ese mismo año por 'El proceso de Burgos', el mayor perjudicado fue un Seat 600 aparcado en la puerta de la sala.
No hubo ningún muerto en toda esta galería de amedrentamientos, en la que ETA llegó a atentar durante tres años seguidos contra el cine Aloña de Oñate para atemorizar a su propietario, Vicente Ugarte Egaña, exalcalde de la localidad. Esa estrategia de coacción de la banda terrorista es la culpable de que cuatro cines de Bilbao dejaran de proyectar películas 'S' en 1980.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones para ti
El ciclista vasco atropellado en Alicante murió tras caer varios metros al vacío
Alejandro Hernández y Miguel Villameriel
Favoritos de los suscriptores
Noticias recomendadas
El ciclista vasco atropellado en Alicante murió tras caer varios metros al vacío
Alejandro Hernández y Miguel Villameriel
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.