Curiosa la diversidad paradójica de los Goya en la presente edición. Los grandes triunfos internacionales del cine español no tienen presencia en el epígrafe de las nominaciones a la mejor película, las relativamente buenas taquillas de las dos cintas más nominadas ('La infiltrada' y 'El ... 47') aportan escasamente a un año en el que la recaudación total no superará la del ejercicio precedente -y encima sigue todavía bien lejos de las cifras pre-pandemia-; las nominaciones a la mejor dirección parecen no coincidir con las de mejor película, y los apartados de interpretación se asemejan por igual a un 'tutti frutti' entre consagrados o emergentes y a una decisión de compensación salomónica. Sea como fuese, parece que la Academia da por recompensadas a las cintas que han triunfado en el exterior ('La habitación de al lado', 'Volveréis', 'Polvo serán', etc…), concentrando sus nominaciones en películas próximas o reconocibles y de indudable factura, pero quizá inferiores a las anteriores.

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En ese contexto, la temática social de 'El 47', el excelente conjunto de «La infiltrada -guión, dirección, interpretación y producción- y la singularidad de 'Segundo premio' -un anti-biopic sobre Los Planetas- les convierten en claras favoritas. Más inciertas son las categorías de interpretación, en las que se verá si por un lado a los excelentes Eduard Fernández y Alberto San Juan les puede superar la notable sensibilidad de Vito Sanz; por otro si hay alguna posibilidad de que en opinión de la Academia alguien supere la altura dramática de Julianne Moore y Tilda Swinton o si Clara Segura y Nausicaa Bonnin son o no favoritas en el premio de reparto. Por supuesto, otra incógnita capital será el resultado de la candidatura de Almodóvar a la mejor dirección y los merecimientos de su película en los apartados del guion adaptado, de la música original -Alberto Iglesias- y de la dirección artística.

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