Crítica de 'La vida padre' (2022): Receta caducada
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No sé cómo se gestó el origen de 'La vida padre', si en una reunión de trabajo entre Joaquín Mazón y Olatz Arroyo (coautores de la historia) o con una llamada a los agentes de Karra Elejalde en la que se discutió su caché de ... 6 cifras, pero lo que es seguro es que sin él no habría película (ni Javier Gutíerrez, ni Ernesto Alterio, ni Javier Cámara podrían ocupar su sitio). Primero es el protagonista de '8 apellidos vascos' y luego viene el resto del reparto, desde un impostadísimo Enric Auquer a una Megan Montaner cuyo personaje metido con calzador trata de infiltrar una trama romántica en el corazón de un filme que quiere ser drama y comedia sin encontrar el punto exacto en el que maridan ambos registros. Todo empieza con un largo flashback cuyo empaque se desvanece a medida que se dejan ver las costuras de un guion que apunta sin llegar a exprimir la potencialidad de varias líneas narrativas (la relación de Enric Auquer con su hermano Lander Otaola, la historia del crítico gastronómico…), y es ahí donde Joaquín Mazón se cuelga de la chepa de Elejalde que despliega con gracia, pero sin esfuerzo, todo su repertorio de tics. Lo mejor de esta breve colección de postales bilbaínas no especialmente idílicas (financiadas con dinero consistorial), es la pareja formada por unos estupendos Maribel Salas y Gorka Aguinagalde. Sin ellos tampoco habría película.
España. 2022. 92 m. (12). Comedia.
Director: Joaquín Mazón.
Intérpretes: Karra Elejalde, Enric Auquer, Megan Montaner.
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