Crítica de 'Sinjar' (2022): Esclavas de hoy

En la ciudad condal, Carlota emprende desesperadamente la búsqueda de Marc, su hijo adolescente que ha huido de casa sin dejar rastro. A miles de kilómetros, Sinjar, la región situada en la frontera entre Irak y Siria, vive bajo la amenaza de la guerra. Allí, ... Hadia es obligada a vivir como esclava junto a tres de sus hijos al servicio de una familia. En cambio, Arjin consigue escapar del cautiverio y, en su intento de regresar a casa, termina uniéndose a las milicias kurdas. Tres mujeres separadas de sus seres queridos. ¿Hasta dónde estarán dispuestas a llegar para recuperarlos? Peliagudo asunto resuelto de forma honesta por la realizadora Anna Bofarull.Remover conciencias es la intención de la autora de 'Sinjar', cuyo testimonio de unas vidas abocadas al desastre no podría ser más sincero y conmovedor. Por otra parte, es de recibo el trabajo interpretativo de un bien conjuntado reparto, punto fuerte de un filme necesario. Sea como sea, es el testimonio humano lo que en esta ocasión llama la atención sobre unas mujeres en muchos casos esclavizadas, en cuyos ojos, alternándose, vemos reflejarse la angustia, la locura y el pánico. Mujeres pertenecientes a países no tan lejanos al nuestro, caídas como bultos sangrientos. Incluso, las flores, las fuentes, los jardines las recuerdan, postradas como niñas dormidas.