Crítica de 'Maligno' (2021): Íntimo y personal

El 99% de los directores noveles fantasean con la idea de abrirse paso en la industria para ganarse algún día el derecho de poder llevar a la pantalla su película más personal, y eso rara vez ocurre, salvo en casos contadísimos como el de James Wan, que entre la producción de las última entregas de 'Expediente Warren' e 'Insidious' y la dirección de 'Aquaman 2' se ha dado el capricho de hacer realidad los sueños más húmedos de un fan del cine de terror de los 80. Se lo permite su estatus y un conocimiento profundo y sincero del género en el que ha dejado su marca: 'Maligno' no se abandona a la imitación de gestos aprendidos, ni siquiera apela de manera indirecta a la nostalgia, y sin embargo la sobrevuelan referencias más o menos explícitas a los giallos de Mario Bava, a experimentos sensoriales como 'El ente', de Sidney J. Furie, y a los 'slashers' más salvajes.

Los dos primeros tercios de 'Maligno' son la promesa de una película que no llega, un largo tramo en el que Wan juega con el misterio meciéndonos en la iteración de movimientos de cámara abigarrados con los que simula un estilo que le ha hecho tan fácilmente reconocible para el espectador, hasta que la narración se parte por dos e introduce un giro sorprendente y divertido con el que nos lanza hacia lo desconocido a tumba abierta. ¿Será este el verdadero James Wan?

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