Mi madre, que vivió parte de su infancia viajera internada en un colegio de monjas, en las tardes de sobremesa alargadas, suele recordar las inocentes travesuras con las que ella y su hermana pequeña burlaban el control estricto de aquellas mujeres rectas, y a menudo ... crueles, que las freían a golpes y castigos. Viendo 'Llenos de gracia' he creído escucharla y han vuelto a mi cabeza las palabras de una mujer mayor que cuando regresa al pasado tiñe su voz con una mezcla de nostalgia, alegría e ingenuidad idéntica a la que se imprime sobre las imágenes del segundo largometraje de Roberto Bueso.
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La diferencia es que las religiosas de 'Llenos de gracia' son mujeres que, si no piadosas, entienden que el mandato del amor al prójimo es el más importante de un catecismo que tiene que ser flexible cuando se trata de juzgar al puñado de huérfanos «castigados sin verano», que matan las horas muertas haciendo trastadas en el colegio donde pasarán confinados los meses de estío. La película está llena de tics, clichés e imágenes especulares del cine juvenil de los años 80, eso resulta innegable, pero Bueso los exhibe de una manera honesta, confiando además en la suma imbatible de una Carmen Machi todopoderosa y un carismático grupo de preadolescentes más golfos que la patrulla de 'Exploradores' y tan de la tierra como nuestros míticos Parchís.
España. 2022. 109 m. (7). Comedia.
Director: Roberto Bueso.
Intérpretes: Carmen Machi, Paula Usero, Pablo Chiapella.
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